Crítica: Alestorm “No Grave But the Sea”

“Rum, beer, quests and mead. These are the things that a pirate needs. Raise the flag and let's set sail. Under the sign of the Storm of Ale!” Si tuviese que escribir sobre Alestorm y les juzgase con la misma vara con la que mido, por ejemplo, el trabajo de otras bandas con una propuesta quizá más seria o adulta no podría menos que reírme a carcajadas de una banda de folk metal de temática pirata en pleno siglo XXI porque no hay cosa que más haya odiado desde siempre que la inclusión de instrumentos tradicionales o sonido más o menos folky en la música actual y mucho menos en el metal. Pero soy de esos que piensan que cada obra o artista hay que juzgarlo en su justo contexto y de poco o nada serviría si entrásemos en absurdas comparaciones entre trabajos que poco o nada tienen que ver. Los escoceses Alestorm no han inventado nada nuevo, es verdad, pero habría que estar muy sordo para no haber disfrutado mínimamente de una carrera ascendente desde aquel “Captain Morgan’s Revenge” (2008) y un “Black Through Time” (2011) que, sin duda, se convirtió en mi favorito de ellos, quizá porque “Sunset On The Golden Age” (2014) mantenía el tipo sin superarle o quizá porque les vi en directo y, más allá de entretenerme, tan sólo me encontré a una banda divertida. Pero tampoco puedo hablar de decepción, es cierto que “Sunset On The Golden Age” no superaba al anterior pero la estampa de Alestorm con todo el festival en pie, cerveza en alto, son cosas que un pirata rara vez olvida.

El resultado en este "No Grave But the Sea" es francamente espectacular. Vale, Alestorm no han cambiado el rumbo de la nave, seguimos plenamente inmersos en el mundo de ultramar y, pensándolo bien, así está bien. A mi cabeza viene un caso similar y es el de Sabaton; por supuesto que agradeceríamos algo de frescura en su planteamiento pero, ¿alguien se imagina un concierto de Brodén y los suyos sin toda es carga épica de testosterona? Pues en el caso de Alestorm es lo mismo; uno necesita olor a salitre y ron, el crujir de la madera del casco bajo los pies y la juerga que plantean, tan alejada del mundo real de los piratas o la versión inminentemente romántica de Stevenson sino cercanos a una superproducción de Disney, pero con todo el sabor.

El viento sopla a favor y nos enrolan entre su tripulación con la inicial “No Grave But The Sea” o la pegadiza “Mexico” (de la cual, lo único que podría disgustarme es su inicio en 8 bits, totalmente buscado, claro) cuyo estribillo es toda una fiesta. A veces, Alestorm me recuerdan a bandas con un enfoque más tradicional (como podrían ser The Pogues y su flamante mezcla etílica con el punk) pero la diferencia con estos y otras bandas de folk metal es que los escoceses no son una banda de metal disfrazados, interpretando su repertorio pirata sino que suenan plenamente genuinos en su estética musical. Otro punto a favor de este álbum es la labor de la sección formada por Tobias Hain y Jan-Phillipp Jacobs a los metales y el gran Tobias Waslowski, cuyo violín será vital en muchas de las canciones.

"To the End of the World" es mucho más directa y se agradece ese giro de timón (aunque no suponga tampoco nada nuevo en Alestorm si miramos en su catálogo anterior) y esa épica. He de confesar que con “Alestorm” tuve mis dudas, ¿qué busca una banda cuando bautiza con su mismo nombre un álbum o una canción? Nunca me han gustado este tipo de declaraciones pero, según la escuché, todas se disiparon, reza el estribillo; “Rum, beer, quests and mead. These are the things that a pirate needs. Raise the flag and let's set sail. Under the sign of the Storm of Ale!” y es que no podría imaginarme una mejor síntesis del espíritu de la banda. Sí, es cierto, sobreproducida (como casi todo el disco en muchos momentos), previsible, típica, sencilla y repetitiva, es todo cierto pero también irresistible, pegadiza, ideal para cantar al unísono. ¿No se supone que así debería ser toda canción pirata?

"Bar und Imbiss" es la clásica canción marinera de borrachera y Alestorm la clavan, consiguen convertir este medio tiempo en un gran tema con un buen solo de Máté Bodor.

Sin embargo, "Fucked with an Anchor" pierde fuelle, es bastante plana, como la rapidísima “Pegleg Potion” o la evocadora “Rage Of The Pentahook”, ambas correctas canciones de bucaneros pero poco más, hacen descender la nota del álbum y que nos lamentemos de lo que podría haber sido si hubiesen sabido mantener nuestra atención y diversión en su segunda cara, algo que constataremos en la ligeramente más entretenida “Treasure Island” y sus ocho minutos en los que, por desgracia, tenemos la sensación, de que Alestorm quieren aprovechar su receta con desigual éxito en una canción con algún arreglo y momento pero eterna en una banda como ellos.

Bien por Christopher, Gareth, Elliott (un saludo desde esta humilde web por su simpatía en persona), Peter, Máté y su "No Grave But the Sea" porque han publicado un buen álbum en el que no sobran estribillos y han sabido conjugar el folk con el metal. ¡Al Capitán Morgan lo que es del Capitán Morgan!



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