Crítica: Faith No More "Sol Invictus"

Corro despavorido cada vez que escucho a alguien decir de sí mismo que entiende o sabe de música y, más aún, de todos aquellos que vienen así avalados por familiares, amigos y conocidos porque saber de música -propiamente dicho- nadie tiene o tendrá un conocimiento universal o estará en posesión de la verdad absoluta más allá de lo que le gusta y entender -como tal- es imposible más allá de sentir o no algo por las canciones o el artista. Resumiendo, la música o te llega o no; te hace sentir algo o no. Y digo todo esto porque tiene mucho que ver con el nuevo disco de Faith No More; suena bien, muy bien pero le falta chispa. A estas alturas, no pretendía que Patton; Gould, Bordin, Hudson y Bottum me hiciesen sentir algo remotamente parecido a lo vivido cuando les vi por primera vez sobre un escenario (hace ahora mismo la friolera de veinte años, siendo adolescente) ni tampoco una obra como "The Real Thing" (1989), "Angel Dust" (1992) o incluso discos como "King For A Day... Fool For A Lifetime" (1995) o "Album Of The Year" (1997), tan sólo pedía algo que recordase a las nuevas generaciones quiénes fueron Faith No More y me entusiasmase y creí que así era cuando anunciaron su regreso a los escenarios con una gira (aquel "The Second Coming Tour") en la que sonaban estupendos, llenos de energía con un Patton auténticamente desbordante. Hasta vi con buenos ojos su negativa a grabar un nuevo disco, me pareció honrado y lo más prudente pero aquella gira de reunión, poco a poco, se fue alargando más y más, más y más con casi cien conciertos y llegó lo inevitable; Faith No More se meterían de nuevo a grabar. Por un segundo sentí algo de ilusión; si se conservaban en tan buena forma sobre los escenarios y parecía haber química de nuevo, ¿por qué no probar en el estudio? El adelanto de "Motherfucker" para el Record Store Day Black Friday me dejó frío, no era una canción digna del grupo, no estaba mal pero no era lo que esperaba después de diecisiete años desde su último disco. Pero sonreí pensando que era una de las bromas de Patton, uno de esos puntapiés a todos aquellos que esperaban el regreso de Faith No More, pura ironía o, en todo caso, una canción para abrir sus conciertos a modo de introducción. Pero lo que hizo saltar todas las alarmas fueron las declaraciones de Mike Bordin en las cuales se mostraba algo inseguro; "mucha gente dirá que no está a la altura, sé que no le va a gustar a todo el mundo pero me encanta, es lo mejor que podemos sacar, es jodidamente bueno y estoy deseando publicarlo". Vamos a ver; cuando uno está seguro no es necesario andar con paños calientes.

Quizá "Sol Invictus" sea una metáfora demasiado forzada, demasiado pretenciosa, como para bautizar así a tu nuevo disco pero por todos es sabido que Faith No More no practican precisamente la contención y, aunque las letras del disco a veces sean un poquito simplistas, tiene su gracia que lo vean de esta manera. Grabado en los estudios Koolarrow y Vulcan de California y producido por el propio Billy Gould, nadie puede negarles que "Sol Invictus" suene mal, todo lo contrario; suena potente, compacto, abigarrado, sólido y musculoso pero con suficientes esquinas como para poder apreciar todos sus matices y el omnipresente piano de Bottum pero, sencilla y llanamente, lo que falla en "Sol Invictus" son las canciones. Son grandes músicos y la voz de Patton sigue siendo una auténtica maravilla, es asombrosa, conserva toda su potencia y es tan versátil que es capaz de cambiar de tono en una milésima de segundo pero faltan las canciones. ¿Dónde están? Hay grandes momentos como en "Cone of Shame", "Separation Anxiety" o "Black Friday" pero también es cierto que en cualquiera de los proyectos de Patton, desde Mr. Bungle a Tomahawk o Fantômas (por no mencionar sus escarceos arty o colaboración The X-Ecutioners) hay canciones con más cojones e inspiración que cualquiera de las que integran el nuevo álbum de Faith No More.

"Sol Invictus" es puro teatro, dramatismo, llena de intensidad y solemnidad pero, aunque el piano de Bottum sea magnífico y la voz de Patton suba la emoción no nos hará tocar el cielo, en directo puede ser complicada, no es la más apropiada para un festival en el que el grupo tenga que descargar su material más efectista, la canción homónima al disco -aunque esté llena de sentimiento cuando se crece; "Come the day, come the dawn. Somewhere in the rain. Low my heart, Low my life" no parece más que una introducción para "Superhero". ¿Esto es lo mejor que pueden ofrecernos Faith No More actualmente? Un poco más de nervio, suben las revoluciones y las dobles voces son geniales; cómo se alternan y Patton se deja la garganta. Mención aparte son las guitarras de Hudson y Gould, llenas de nerviosismo e inmediatez o la batería de Bordin en constante ebullición pero el piano de Bottum, ese maldito piano de nuevo en primer plano, sitúa algunas canciones de "Sol Invictus" en un difícil término medio entre el rock más descafeinado y un incomprensible influjo oriental como pasa en "Superhero" cuando la guitarra parece diluirse en la mezcla, perdiéndose en pleno solo, una lástima. A "Superhero" le sobran, por lo menos, dos minutos, la canción entra en punto muerto a los dos minutos y medio en los que ni siquiera hay una estrofa, tan sólo la repetición del puente y Bottum aporreando su teclado, por lo menos en directo -como hemos podido comprobar- sí resulta y suena aún más potente que en el álbum.

"Sunny Side Up" me parece grande, claro que no es de lo mejor de Faith No More pero la voz de Patton suena profunda y resonante y el estribillo es magnífico, lleno de magia. Mucha gente se indigna cuando hablo o escribo constantemente de los noventa pero es que, en este caso; como en muchos, nos estamos refiriendo a una banda que vivió su momento de esplendor en dicha década y, por consiguiente, su mejor material nos recordará inevitablemente a tiempos pasados y con él deberemos compararlo como referencia. El Wah de la segunda estrofa es de lo mejor del disco y los constantes cambios de ritmo son tan adictivos como genial el puente con Patton desgañitándose mientras Bottum repite el título a modo de mantra. 

"Separation Anxiety" nos devuelve a los Faith No More más sólidos, no nos descubre nada nuevo porque su riff es el típico desarrollo al que el grupo está acostumbrado en directo para mantener la tensión en muchos de sus clásicos, ese efecto de "centrifugar" mientras el bajo de Gould domina. Lo malo es que son cuatro minutos idénticos en los cuales tan sólo se desbocarán durante los últimos segundos.  En "Cone of Shame" las guitarras crean una atmósfera agobiante mezclada con los gruñidos y el mismísimo Patton logrará convertirse en un animal más para cerrar la canción; gruñendo él mismo, gritando, jadeando, volviéndose literalmente loco a cada segundo pero ni rastro de la influencia del black metal que mencionaba Billy Gould en algunas entrevistas (empieza a resultar irritante que el black metal esté tan de moda que ahora todo el mundo lo cite como influencia o especia con la que aliñar sus guisos). "Rise of the Fall" es un mal chiste, divertida por segundos pero insufrible, acabando entre castañuelas y, de nuevo, el piano de Bottum.

"Black Friday" y su comienzo acústico es genial, tras la voz de Patton se suceden los coros y los ecos de su propia voz y la de Bottum, el cambio de ritmo es imprevisible y lleno de fuerza. De "Motherfucker" poco vamos a poder decir más allá de que es un medio tiempo dominada por la batería de Bordin y el piano de Bottum, según el propio grupo trata sobre rendir o no rendirle cuentas a alguien pero, aunque en el estribillo gane algo de fuerza, la canción no nos hará levantarnos, ni gritar, ni saltar, ni cantar siguiéndola, nada parecido. "Matador" es lo que faltaba; el cortafuegos perfecto a cualquier estado de ánimo que aceleré nuestras pulsaciones, me gusta su "in crescendo" y el bajo de Gould que suena más grave y potente que en todo el disco, como la voz de Patton allá por la segunda mitad, justo cuando sube el tono, pero no, no funciona porque cuando, para colmo, llega la acústica "From the Dead"estamos descendiendo a los infiernos del tedio y el aburrimiento más absolutos. 

De acuerdo, es un disco trabajado, perpetrado por cinco músicos profesionales, solventes y con talento, con un cantante que es un auténtico superdotado y todo un showman en directo pero, como decía al principio de esta crítica; o te llega o no y las canciones de "Sol Invictus", aunque llenas de buenas ideas, carecen de la chispa y la genialidad de antaño. Dímelo tú, cuando les veas en directo de nuevo estarás deseando que suene "Epic", "Fall Into Pieces", "Digging The Grave", "Midlife Crisis" o "Sol Invictus", "Matador" y "Cone of Shame"? Pues eso, geniales pero con nuevas canciones carentes de ese algo que hacía especiales a Faith No More. ¿Algo más? Personalmente sigo echando en falta a Jim Martin y sí, el brillo de Andy Wallace a la mezcla, capaz de convertir un buen disco en un cohete con el que sonar en cualquier medio. Nada más que añadir excepto que agradará a aquellos que esperan este disco como agua de mayo y, por supuesto, no atraerá las atención de ningún chaval que haya crecido después de los noventa.


© 2015 Jack Ermeister