Crítica: "Cobain: Montage Of Heck"

Imagina que no tienes padre (al fin y al cabo, a todos nos sobra uno) y, como no le has conocido pero estás tan confuso que te debates entre el interés de saber cómo era o continuar con tu propia vida, le encargas al vecino del cuarto (ése que tampoco le ha conocido ni tiene interés alguno en él) que en base a una caja repleta de recuerdos suyos que conservas, te haga un retrato lo más fiel posible. Dice Morgen, el director de este documental, que la hija de Cobain le dio las gracias por devolverle a su padre y así comprender lo que muchos fans seguiremos sin comprender. ¿De verdad había necesidad?

Tras más de veinte años escuchando a Nirvana, de "Cobain: Montage Of Heck" esperaba mucho más y, sencillamente, no entiendo todos los elogios y buenísimas críticas al trabajo de Brett Morgen, por momentos es realmente espantoso. Pero supongo que todas esas reseñas positivas en las cuales se nos vende este documental como "definitivo" y el más "íntimo jamás contado" no dejan de vender un producto. Las principales bazas con las que cuenta "Cobain: Montage Of Heck" son la aprobación y visto bueno de la hija de Kurt, Frances Bean, que es productora ejecutiva y actualmente posee todos los derechos sobre la obra de su padre tras cumplir la mayoría de edad, la supuesta ausencia de Courtney Love que, según ella, es una espectadora más dotando al documental de una también supuesta objetividad lejos de sus ya conocidas interferencias y el acceso de Morgen al almacén en el cual Courtney y Frances tienen guardados todos los objetos personales de Kurt Cobain. Pero la génesis de "Cobain: Montage Of Heck" podríamos situarla en el 2002 cuando Morgen dirige la adaptación de Robert Evans, "The Kid Stays In the Picture" y Courtney se enamora de la película y de la forma de narrar de Morgen, la idea de que éste realice un documental de su difunto marido ya se barrunta en la cabeza de Love que ocho años más tarde se ve envuelta en una tremenda batalla legal y personal por la obra y vida de Cobain que podríamos decir que se cierra con la introducción de Nirvana en el Rock And Roll Hall Of Fame y el sincerísimo abrazo entre Dave Grohl y Love. Pero la piedra de toque para que Morgen recuperase la idea de este proyecto es Frances Bean, la única hija de la pareja, a la cual todo el entorno de Cobain y Nirvana tiene un lógico aprecio que les hace ceder, abrirse y charlar con Morgen delante y detrás de las cámaras. Y con la consabida coletilla de ser el documental definitivo y el primero aprobado por los supervivientes al terremoto de Cobain es como se nos vende las más de dos horas de cinta que se exhiben en cines ante seguidores  y extraños, pero todos impertérritos ante la pantalla, mientras contemplan las miserias de Kurt con un supercombo de palomitas y Coca-Cola gigantes. En este punto, ¿todavía alguien no ve lo absurdo de todo esto? 

Quiero pensar que todavía hay seguidores auténticos de Nirvana, esos que no necesitan llevar camisetas del grupo o el pelo largo por obligación, esos que todavía escuchan su música en el coche, en la cama o mientras pasean con sus hijos (con esto me refiero a que tienen la música del trío incorporada a sus vidas, como la de muchos otros artistas), que sienten la música del grupo y aprecian sus discos de manera honesta. Esos seguidores que verán "Cobain: Montage Of Heck" porque hay que verla pero que saldrán horrorizados del cine, no porque descubran una nueva cara de Kurt, sino porque a estas alturas no había necesidad alguna ni aporta nada a su obra. "Todo está en la música aseguraba" Kurt y no podía estar más acertado.

Recuerdo que cuando yo era muy jovencito sentía una fascinación casi insana por James Joyce y leí dos veces seguidas la biografía de Brenda Maddox sobre la figura de Nora, recuerdo también que por aquella época leí también con fruición "Cartas a Theo" de Van Gogh y muchos años después acudí al cine a ver "Control" de Anton Corbijn y salir igualmente horrorizado de la sala. Pongo estos tres ejemplos y lo comparo a lo vivido con "Cobain: Montage Of Heck" porque nunca valoré más la lectura de "Dublineses" o "Ulises" por saber que Joyce había dejado horas y horas plantada a Nora en un parque de Dublín, que la primera paja que ella le hizo fue con un pañuelo, los cuadros de Van Gogh no me emocionan más en directo sabiendo que tenía dudas sobre el color azul y filosofaba sobre el amor como turbina que mueve al hombre y a "Closer" de Joy Division no le aporta nada saber que Ian Curtis se fundía toda la paga en cigarrillos y era absolutamente incapaz de realizar ninguna labor doméstica. 

Con este documental sobre Cobain me pasa lo mismo; las apariciones de familiares y amigos no aportan nada en absoluto ni nos descubren nada que no supiéramos. Resulta curioso ver a Wendy (su madre) hablar de la música de Nirvana como si ella desde el primer acorde tuviese una preclaridad propia de una vidente de que ésta iba a cambiar la historia de la música o ver a Don (su padre) totalmente catatónico sufrir ante la cámara para no decir nada mientras su mujer (madrastra de Kurt) relata lo difícil de su trato siendo adolescente con una sonrisa estúpida y artificial. La aparición de la hermana de Kurt es totalmente prescindible (parece ser que Morgen la utilizó únicamente para la localización de lugares en su ciudad natal pero frente a las cámaras son minutos estériles) y de nuevo vemos a Tracy Marander, primera novia del protagonista, que otra vez más nos relata que era ella la que se encargaba de mantener a Kurt, cual mecenas, mientras éste componía, pintaba o escribía y nos enseña cartas y notas personales en las cuales los dos jóvenes se declaraban su amor a diario. 

El estilo de Morgen es caótico y deja claro que no le gusta Nirvana a pesar de haber acudido a dos conciertos suyos siendo universitario. Se nota que la música de Cobain le es ajena y es incapaz de seguir una línea temporal clara mezclando fragmentos ya conocidos por todos nosotros a través de "Nirvana: Live! Tonight! Sold Out!!", "With The Lights Out", "Live And Loud", "1991; The Year Punk Broke" con fotos de todas las épocas dificultando que alguien ajeno a la historia del grupo entienda o tenga muy clara la sucesión de acontecimientos. Y todo esto lo sazona con animaciones de las pinturas y dibujos de Kurt Cobain y cientos de páginas de sus diarios, muchos ya vistos por todos nosotros a raíz de la selección publicada por Penguin Books UK hace muchos años y, esta vez sí, muchos inéditos porque, por suerte, sí que hay mucho material privado, no conocido, del que somos testigos.

Pero, con todo, hay grandes momentos, claro que los hay, y todos son responsabilidad de Kurt o Courtney. Por su parte, la viuda más famosa del rock, sigue siendo un animal mediático capaz de prender la pantalla con su sola presencia y, entre cigarrillos y su voz aguardentosa, hacernos sonreír e incluso enternecernos y, por otra parte, Kurt sigue siendo igual de enigmático que siempre a pesar de aparecer afeitándose, riéndose de Guns N' Roses o sosteniendo a su hija en su primer corte de pelo mientras él mismo es incapaz de hacerlo de lo drogado que está. Morgen sabe dónde se encuentra el filón y se vuelca en él, después de todo la sociedad no ha cambiado tantísimo en los últimos veinte años y lo que antes nos escandalizaba, hoy lo sigue haciendo, como escuchar a una embarazada admitir que consumió heroína. Así, se cebará en las escenas domésticas de la pareja tóxica más famosa de la historia con permiso de Sid y Nancy y es en ese momento cuando como espectador nos damos cuenta de que hemos acudido a ver a Kurt y Courtney, dos monstruos que son capaces de fagocitar cualquier documental que se haga de ellos siendo tan sólo ellos mismos, el resto es accesorio, incluido los invitados.

El polémico relato de Cobain sobre cómo intentó perder su virginidad con una chica levemente retrasada o con algún desorden sorprende por la neutralidad y frialdad de su narración y la animación de Hisko Hulsing (del mismo modo que hizo en "Junkyard") nos sirve para seguir la historia pero no deja de resultar curioso que una película que presume de ser definitiva y con un acceso libre al material del retratado, así como una supuesta y profusa documentación, nos muestre a un Cobain animado por Hulsing tocando un bajo con los dedos como si fuese Flea, modelos de instrumentos que nunca tuvo o una afectadísima y apenada actitud frente a sus compañeros adolescentes de correrías los cuales son mostrados como auténtica "basura blanca de clase trabajadora" mientras él parece ya inmerso en otra galaxia. Los tópicos se suceden, uno tras otro, en la cinta de Morgen que mezclando animación y personas reales quiere conseguir el mismo contraste que Alan Parker en "The Wall" de Pink Floyd, como él mismo admite.

Según se nos vende en la promoción; Frances Bean es una inteligentísima joven que es ajena a todo lo relativo a su padre, sus grupos preferidos son Oasis y Brian Jonestown Massacre, estudia filosofía y arte, además de disfrutar dibujando y exponiendo bajo seudónimo no vaya a enterarse todo el mundo que es la hija de quien es porque ella no tiene tiempo de estar ocupándose del legado de su padre pero sí posa llorando para Lachapelle, vestida de negro, con la muñeca ensangrentada en un porche de madera en el cual se pueden leer grabados los títulos de canciones de Nirvana y Hole con motivo de una entrevista para la Rolling Stone con David Fricke. Courtney Love fue ajena a todo lo que rodeó al documental y no ha intervenido en ningún momento y Dave Grohl no pudo ser entrevistado por encontrarse inmerso en el proyecto de "Sonic Highways" pero a Morgen se le escapó en una entrevista que en ningún momento se barajó a Grohl porque tan sólo fue el quinto batería del grupo y quería a gente que estuviese desde el principio con Kurt como persona para, poco después, volver a desdecirse y asegurar de nuevo que no; que sí que contactó con Grohl pero le fue imposible casar una agenda con otra. Novoselic no aparecerá más de unos pocos minutos y su testimonio puede reducirse a "para soportar toda la presión yo tenía el alcohol, Kurt la heroína" y "Llevaba muy mal que se riesen de él, con Kurt no se jugaba". 

En definitiva, un horror de película de la que, honestamente y con la mano en el corazón, sólo se pueden destacar los minutos de cintas caseras cedidos por su madre en los cuales se ve a Kurt de niño y, por supuesto, las escenas grabadas por Courtney y Kurt en los noventa. Pero sí, hay algo más que me gustaría destacar, ¿saben ustedes cuándo se animó el cine, cuando la chica de mi lado movió nerviosa las piernas, cuando al hipster de la tercera fila se le cayeron las palomitas y la sala entera se conmovió en una oleada de emoción? Cuando suena la rabiosa guitarra de Kurt, vibra el bajo de Novoselic y Grohl aporrea su caja en un interminable redoble y en la pantalla aparece un enorme y amarillo sol mientras suena "Breed".

Al acabar, hay una pequeña entrevista con un afectadísimo e impostado Morgen que, con cavernosa voz  e interesantísima mirada, nos asegura que revisando todo el material de Kurt, con sus guantes de hilo propios de un becario en un museo, y escuchando aquellas cintas caseras estuvo todo lo cerca posible de la persona y no pude evitar reír descojonado. Querido Morgen, nunca estarás más cerca de Cobain que aquellos chavales que de Londres a Madrid, de Lima a Buenos Aires, de Los Ángeles a Tokio, escuchan una y otra vez "Bleach", "Nevermind", "Incesticide" o "In Utero", cantan sus canciones y celebran la vida tocándolas con sus guitarras en su habitación o en un local de ensayo, a solas o acompañados y lo tuyo es un encargo por el que cobrarás y no volverás a escuchar su música; el muerto al hoyo y el vivo al bollo, que se dice. Si Kurt odiaba conceder entrevistas y explicar las letras de sus canciones imaginemos lo que habría pensado de este proyecto; le habría asqueado por tópico, sensacionalista e innecesario.

Hace muchos años se publicaron los diarios de Cobain y en una de sus portadas, a modo de maldición faraónica, Kurt castigaba a todos aquellos que se atreviesen a traspasarlas desde "el rincón más profundo de su nauseabundo estómago", sólo espero que todos los implicados en la realización de este proyecto lo hayan tenido en cuenta para que, veinte años después, sigan sin dejarle descansar y expongan ante millones de espectadores su intimidad a cambio de unas monedas. 
© 2015 Jota Jiménez