Crítica: Acheron "Rites Of The Black Mass"

Es verdad que reediciones de álbumes clásicos en el metal extremos ya son algo habitual, pero pocas merecen tanto entusiasmo como esta versión definitiva de "Rites Of The Black Mass" (1992) de Acheron. Una banda por el exguitarrista de Nocturnus, Vincent Crowley, que surgió como un vehículo para canalizar sus convicciones más oscuras y satánicas, además de su devoción por el death metal que dominaba la escena en aquellos años. Este debut no solo representa un pilar del underground, sino que se erige como una obra esencial en la evolución temprana del subgénero, comparable en autenticidad y potencia a hitos como "Altars Of Madness" (1989) de Morbid Angel o "Leprosy" (1988) de Death, pero con menos pegada y ese sabor underground tan exquisito. Grabado en los legendarios Morrisound Studios, con una producción cruda que captura la esencia infernal de la época, el disco nos llega ahora remasterizado con gran cuidado, incluyendo ña demo original de 1991, también restaurada. Así, esta edición no es un simple artefacto para sacar el dinero, sino un homenaje merecido a un tesoro oculto que, tras más de tres décadas, todavía brilla con una intensidad renovada, destacando el carisma visionario de Crowley, quien a sus veinticinco años (ríete de esos chavales de ahora, con la misma edad, y sus “se vienen cositas” para los que todo se reduce a comprar equipo y hacer el mamón en redes sociales) demostró una madurez compositiva impresionante. Los interludios instrumentales y ambientales, que en su momento generaron críticas por su simplicidad, ahora se revelan como elementos geniales que unen el álbum en un ritual coherente y envolvente, potenciando su atmósfera oscura y maligna, confirmando que Acheron creó algo auténticamente único, un manifiesto satánico con una ferocidad inigualable.


Las composiciones de "Rites Of The Black Mass" (1992) destacan por su enfoque directo y malévolo, sin recurrir a excesos técnicos innecesarios, priorizando en cambio una agresividad pegajosa y una intención blasfema que penetra hasta el alma. Canciones como "To Thee We Confess" irrumpen con una rapidez voraz, cargadas de riffs que destilan una blasfemia inmediata y adictiva, mientras que "Thou Art Lord" evoca un ceremonial furioso, con Vincent Crowley desplegando vocales guturales brutales pero precisas que transmiten una convicción absoluta. La mística amenaza de "The Enochian Key" envuelve al oyente en un velo de oscuridad esotérica, y el cierre con "Let Us Depart" deja una sensación de partida triunfal hacia lo infernal, consolidando el disco como un todo mágico en su hostilidad contenida. El guitarrista principal, Peter Slate —actualmente en Druid Lord—, contribuye con solos impecables y ardientes que nunca fallan en elevar la tensión, añadiendo un toque de virtuosismo sutil sin robar protagonismo a la crudeza general. Mientras que otras composiciones como "Ave Satanas", "Summoning the Master", "One with The Darkness" y "Prayer of Hell" mantienen esa simplicidad hechizante, con estructuras que resuenan con un estribillo gutural irresistible, demostrando cómo Acheron cerraba el pico de los críticos a base de composición. La remasterización actual hace que cada elemento suene más potente y claro que nunca, revelando detalles que potencian su impacto demoledor y convirtiendo lo que ya era espectacular en una experiencia abrumadora, directa desde las profundidades del averno.

Personalmente, esta edición de "Rites Of The Black Mass" (1992) me reafirma en la creencia de que el death metal old school sigue siendo insuperable en su pureza y poder evocador. Acheron no solo contribuyó de manera indeleble al subgénero, sino que lo enriqueció con una autenticidad satánica que pocas bandas han igualado, y la inclusión de extras como la maqueta de 1991, notas detalladas de estudiosos como David E. Gehlke, pósters, parches y ediciones limitadas firmadas por los miembros originales —incluyendo a Vincent Crowley, Peter Slate y el baterista— la convierten en un objeto de culto imprescindible. Un lanzamiento que no solo rescata un clásico del olvido, sino que lo eleva a su merecido pedestal, invitando a nuevas generaciones a sumergirse en su furia diabólica. Sin duda, una de las mejores celebraciones recientes del metal extremo más auténtico: imprescindible para cualquier devoto del género. 

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