Crítica: Blur "The Magic Whip"

Lo más inteligente que pudieron hacer Blur, allá cuando la prensa especializada inglesa quiso hacer carnaza con ellos inventándose aquella estúpida rivalidad con los hermanos Gallagher en la cual estos últimos entraron al trapo; fue salirse por la tangente y facturar un disco totalmente alejado de las coordenadas musicales británicas del momento como fue el homónimo "Blur" (1997) pero aquella inmediatez, aquel sonido más crudo, más alternativo y más cercano a Pavement o incluso Sebadoh les pasó factura envejeciendo, a mí gusto, antes de tiempo. Blur dejaron atrás la frescura y la pegada de sus singles más "poppies" a cambio de ganar solidez, investigar y madurar con ello. No había problema, dos años más tarde publicarían "13" (1999) que confirmaba que lo suyo era labrarse su propio camino pero en el que todavía había un single como "Tender" y en el 2003, "Think Tank" con "Out Of Time" pero el grupo ya estaba tocado de muerte y así ocurrió; Graham Coxon salió por la puerta de atrás siendo reemplazado por Simon Tong para la gira mundial. Blur lo dejaban, poco a poco y de manera natural, con un fundido en negro y ningún reproche público entre ellos. Por suerte, su separación sirvió para que Coxon se oxigenase (además de recuperarse) y Damon Albarn nos demostrase a todos que era un gran músico con buenas ideas y casi ningún complejo para experimentar con todo tipo de sonoridades de cualquier continente y artistas, desde los virtuales a Paul Simonon (The Clash) y Tony Allen o saltar con elegancia de una ópera a una banda sonora o una noche de música electrónica. Para colmo, su carrera en solitario, propiamente dicha -aunque haya tardado en arrancar si consideramos a Gorillaz un grupo en toda regla o sus proyectos paralelos-, no ha podido empezar de mejor manera que con un maravilloso "Everyday Robots" (2014) que puede gustar o no, dependiendo del paladar de cada uno, pero es innegable que es un gran disco que tolera el paso del tiempo de manera espectacular.

La verdad es que "The Magic Whip" desconcierta a la primera escucha por muchos motivos; no es ese regreso fastuoso perlado de singles que el gran público podría esperar del grupo y aquel "Go Out" o incluso "Ong Ong" que escuchamos no le hacen justicia pero, sin embargo, integradas dentro del propio álbum resultan. Y digo que "The Magic Whip" desconcierta porque si uno es lo suficientemente paciente y le dedica un poco de mimo, si uno lo escucha a buen volumen o con cascos descubrirá un disco que suena extraordinariamente bien, con una producción magnífica y unas canciones trabajadas, excesivamente pulidas -para bien- en el que entendemos que la ausencia de singles claros no es un lastre sino algo buscado cuando los músicos están más interesados en explorar, investigar y trabajar en lo que de verdad sienten más que atentos a lo que suena en las listas.

De festival en festival y tiro porque me toca; así estaban Blur, paseándose por los festivales de medio mundo hasta que el Tokyo Rocks Music Festival del  2013 canceló y se encontraron tirados cinco días en Hong Kong en los cuales se encerraron en los estudios Avon para pasar el rato. De allí salieron con el esqueleto de unas canciones que no sabían si llegarían a publicar en algún momento. Pasado el tiempo, en noviembre del año pasado; Graham Coxon le preguntaba a Damon Albarn si veía con buenos ojos que trabajase en ellas mientras éste se encontraba promocionando "Everyday Robots". Repiten con Stephen Street tras los mandos y Albarn, que lógicamente tardó más de la cuenta en escribir las letras de las canciones, se largó de nuevo a Hong Kong a buscar la inspiración. Paradójicamente, el disco en el que más trabaja Graham Coxon es el que menos suena a él mismo y, por contra, aunque contenga todas esas texturas electrónicas que tanto le gustan a Albarn (además del siempre y recurrente tema suyo del individuo frente a la alienación tecnológica), tampoco suena a "Everyday Robots" como muchos proclaman a los cuatro vientos (quizá, tan sólo "New World Towers") lo que nos demuestra que la banda es mucho más que uno y aunque Alex y Dave sean tan sólo ellos mismos y quizá no tenga unas personalidades tan marcadas como Albarn o Coxon, la suma de los cuatro es suficiente para que un disco de Blur suene precisamente a Blur por mucho que se intenten desmarcar, investigar o haya pasado el tiempo para todos.

Correcto, "Lonesome Street" no es un single, no va a desterrar a Taylor Swift del número uno y tu hermana pequeña no la va a cantar, es verdad. Pero, a cambio, tenemos una estupenda canción que captura todo el espíritu del grupo en poco más de cuatro minutos; lo más parecido a tener un resumen de su carrera. Me gusta su sonido de chicle, como Coxon aporrea su guitarra de manera sencilla pero efectiva y sus coros, levemente psicodélicos. "New World Towers" es de mis preferidas quizá porque me gusta su languidez y sus arreglos minimalistas, me gustan sus capas de voces y quizá también porque, como decía unas líneas más arriba, me recuerda al magnífico "Everyday Robots". Algo que ocurre con "The Magic Whip" es que en ningún momento podemos tomarlo a la ligera y evaluarlo de manera superficial, para llegar a él hay que escucharlo "a modo gourmet" para apreciar su producción y los mil y un detalles. Una canción, aparentemente sencilla como "New World Towers" es una auténtica locura si prestamos atención al detalle, a los más pequeños. "Go Out" le debe muchísimo a Coxon y la suciedad en el sonido de su guitarra, entronca perfectamente con el sonido del ya lejano "Blur" (97) entre zarpazos de distorsión, chisporroteos de electricidad y burbujeantes efectos mientras Damon canta desencantado; "I'm gettin' sad alone. Dancing with myself. Greedy go-getter gola. The luxury of stealth. I'm seedy and the whole. Dancing with myself. I get into my bedI do it to myself"

"Ice Cream Man" (que contiene el título del disco en sus versos; "Here comes the ice-cream man at the end of the road with a wish of his magic whip,  all the people at the party froze") es jodidamente pegadiza, la guitarra de Coxon suena fresca con un ritmo levemente reggae y desenfadado entremezclado con la programación de James Dring, sobresaliente. Imagino que "Thought I Was A Spaceman" será complicada en directo tanto para ellos como para el público pero es otra de mis favoritas; llena de sensibilidad en su mezcla de guitarras y ambientación sintética, la verdad es que transmite soledad y produce ganas de recogerse ante la sensación de sentirse perdido en una ciudad como Hong Kong o cualquiera en la que incluso los caracteres de su escritura nos resulten ininteligibles y todo nos haga sentirnos como extraños, como astronautas en planetas desconocidos, seguramente habría encajado en la película de Sofia Coppola. Cambios de ritmos y estado de ánimo se suceden mientras la guitarra de Coxon y los sintetizadores se solapan llevándonos a la instantánea "I Broadcast". Otro punto a favor para "The Magic Whip" es la alternancia entre temas más introspectivos con otros de corte más lúdico y festivo como ocurre con la que nos ocupa, nos recordará a "Popscene" y en ella, aparte de sentir como Damon se divierte, la guitarra de Coxon estalla con su clásico rasgueo nervioso en el cual a veces la púa ataca a las cuerdas en paralelo y no suena un acorde sesgado sino ese "tchk, tchk, tchk, tchk, tchk" tan característico suyo.

Como decía, de nuevo a la introspección con otra de las grandes; "My Terracotta Heart" con un estribillo que es todo un regalo, a medio camino entre el pop electrónico de vanguardia, el r&b y el soul. "My Terracotta Heart" es pura elegancia, una de las grandes canciones del disco como la dramática e intensa "There Are Too Many Of Us" gracias a sus arreglos (obra y gracia del cuarteto femenino, Demon Strings) en la que sí encontramos la primera referencia clara a Asia ya que, a pesar de toda la influencia que creamos poder encontrar en el disco, ellos mismos se han encargado de aclarar que no es tan evidente como pensamos y se limita a referencias íntimas o personales. "Ghost Ship" es totalmente seductora gracias a su percusión y sus guitarras, es compleja pero también ligera, Damon canta "Till I ever hold you back there again Will you be mine? Cause I'm on a ghost ship driving my heart" y Coxon le sigue en falsete mientras su guitarra vuelve a un simpático riff, de "Ghost Ship" me gustan hasta las líneas de bajo de Alex James y eso es mucho decir.

"Pyongyang o una de las grandes incomprendidas de todo el conjunto" escrita por Damon tras su experiencia norcoreana, una joya que lógicamente no es tan accesible como los grandes éxitos del grupo y que conmueve cuando cantan un estribillo como; "Kid the mausoleum's fallen and the perfect avenues. Will seem empty without you and the pink light that bathes the great leaders is fading" y es que hay que tener muchos huevos para que medio mundo espere tu regreso tras doce años y te saques de la manga una canción como "Pyongyang", pero muchos...

"Ong Ong" es la que menos me gusta aunque es una de las más accesibles y nos recuerde a los Blur de siempre parodiándose a sí mismos con esos "la, la, la, la, la, la" pero "Mirrorball" es harina de otro costal y vuelve a subir considerablemente la nota de este "The Magic Whip" cerrándolo con la guitarra de Coxon como única protagonista, creando ambiente de western gracias a su trémolo; un broche de oro para un retorno honesto y auténtico en el que, aunque Dave diga que ha sido "forzoso" por las causas que empujaron a la composición del disco, todo fluye de manera natural y convierte el regreso de algunos compañeros suyos en simples fuegos artificiales. Un álbum para escuchar con cascos para emborracharse de los mil y un colores que colorean las noches de Hong Kong o cualquier parte del mundo.

© 2015 Jim Tonic