Crítica: Opeth "Pale Communion"

Según dijo Mikael Åkerfeldt en una entrevista; "si por mi fuese no dejaría que el disco se escuchase antes de su publicación oficial, no entiendo por qué la impaciencia de querer hacer la reseña antes de tiempo" y no he podido hacer otra cosa que hacerle caso y escuchar "Pale Communion" con tranquilidad durante los últimos cuatro meses. Le podríamos responder a Mikael que ese empeño por reseñar los discos antes de tiempo es simplemente el signo de los tiempos que nos ha tocado vivir en los que la cultura se trata como "comida basura" y los que ayer ensalzaban su disco por el mero hecho de conseguir visitas hoy seguramente hayan borrado la carpeta de sus discos duros con canciones que al propio artista le ha costado meses o años componer. Así son las cosas ahora; eres una novedad en el momento en el que tu disco se filtra y la única noticia que genera tu lanzamiento es el paso de 192kbps a 320kbps o un "ripeo" del original. Pero con "Pale Communion" hemos sido testigos de algo mucho más divertido y es la constatación de que el metalero (dicho con todo el desprecio del mundo hacia un término tan vulgar y poco apropiado que muchos lucen, de manera totalmente absurda, con orgullo) no es tan dócil, tan divertido, tan chachi, comprensivo y abierto de miras. Mientras se les llena la boca con palabras como tolerancia y libertad, miran con condescendencia casi cualquier género y no tienen más remedio que inclinarse antes los grandes nombres de la historia por el qué dirán pero son capaces de despreciar los grupos de sus desvelos porque se creen poseedores de su espíritu, legado o vaya usted a saber qué gilipollez se les pasará por su cerebrín a medio cocer. Durante estos meses, mientras disfrutaba de canciones como "Eternal Rains Will Come" o las sublimes "Voice of Treason" y "Faith In Others", me he descojonado de lo lindo con sus peleas; "les llevo escuchando desde los tiempos de "My Arms, Your Hearse", pues yo desde "Orchid" y sé más que tú, esto no es Opeth" mentar a Yes, King Crimson o Pink Floyd, jurar que Martín López tocaba la batería en el disco, decir que "Heritage", por Dios, era una soberana mierda o que los suecos deberían cambiar de nombre para parir éste y el anterior álbum. Quizá lo que más me ha dolido ha sido leer intrincadas teorías sobre Pink Floyd o leer a tantos analfabetos hablar sobre King Crimson, confundirse en referencias e incluso discos del grupo de Fripp o, por el contrario, jurar y perjurar por Tutatis y Belenos que este disco es una "delicia", "un manjar de dioses" o "uno de los discos del año" provocándome la arcada. Internet es divertida pero en cuestión de gustos es todo tan subjetivo que tiene un punto de patetismo los duelos a la luz de la luna de cuatro trasnochados que lloran amargamente porque Opeth ya no "cantan con guturales" o tiran más de death metal. Mientras ellos pasarán por este mundo sin dejar constancia de sus tristes vidas, Åkerfeldt ya no tiene nada que demostrar.

Pero también es humano y las salas medio vacías de la gira de "Heritage" y las críticas recibidas por parte de ese sector que tan sólo sabe escribir con una mano mientras la derecha se entretiene en labores mucho más lúbricas y son incapaz de situar Estocolmo en un plano del mundo, no debieron hacerle mucha gracia al líder de Opeth que, no sólo no desiste en su idea de continuar por la senda abierta en "Heritage" sino que decide ahondar en la propuesta y se lanza a la desesperada a buscar la senda de otros grandes de los setenta. Pero, siendo Åkerfeldt consciente de lo cazurro y fundamentalista que puede llegar a ser su propio público, decide que en los conciertos de "Pale Communion" no se toque tanto material del nuevo disco como sí hizo en la gira de "Heritage", una pequeña concesión para ese sector inmovilista que puebla el género ante el guantazo de volver a sacar un disco que sea del agrado de los músicos. Al final, Opeth era un grupo de rock atemporal que hizo discos de metal y ahora hacen lo que les da la gana. ¿No me digan que no es mucho más excitante verlo así? ¿Quién coño quiere un "Deliverance", otro "Damnation" o "Ghost Reveries"? No seré yo el que le diga a Mikael qué camino debe llevar en su propio grupo ni aquel que le diga que deje de llamar Opeth a su proyecto quizá, ente otras muchas cosas, porque comparto ese origen y he escuchado muchísimo más rock de los setenta que metal cuando empecé a escucharlo siendo un adolescente. 

Repiten de nuevo con Steven Wilson en las mezclas -que ya dejo claro desde aquí que, aunque me gusta y lo disfruto, nunca ha sido ni será santo de mi devoción (¿alguien podría decirme qué coño es lo que aporta ese perro afgano a las remasterizaciones del catálogo de King Crimson?)- y el propio Åkerfeldt tras la producción en los estudios Rockfield de Gales (en los que han grabado artistas tan ilustres como Rush, Queen, Dr. Feelgood, Flamin' Groovies o dispares como Oasis, Gene y Royal Blood) y no voy a decir la estupidez de que es infinitamente mejor que "Heritage" porque éste me parece un grandísimo disco al que no tiene sentido ninguno compararlo con el que nos ocupa. "Heritage" fue el cambio brusco de timón, el punto de inflexión necesario para una carrera que, creativamente hablando, mostraba ya claros signos de agotamiento. Claro que Opeth podrían haber seguido facturando una y otra vez el mismo disco, endureciendo o no el sonido, dándole espacio a esa melancolía otoñal llena de contrastes, delicadez y belleza por igual pero no habrían dejado de ser un grupo más de metal y, sin embargo; la osadía, la valentía de un cambio tan radical y, a la vez, tan natural como el que nos regalaron hace tres años es digno de elogio y "Pale Communion" no es más que una evolución de "Heritage" con menos fusión, menos experimentación y quizá un sonido más directo, son un grupo de rock y en este disco no hay lugar para otro instrumento que no sea la guitarra, bajo, batería y teclado (con la incorporación, por cierto, de Joakim Svalberg tras la salida de Per Wiberg, quien dicen muchos entendidos que son capaces de notar el cambio tras las teclas como los baquetazos de Martin López que muchos juran escuchar en este "Pale Communion").

En "Eternal Rains Will Come" creeremos estar escuchando a los Purple de "Fireball" y el teclado de Jon Lord en la introducción pero, pronto, pasamos del brochazo de los Purple al de Crimson y los baquetazos de Axenrot se ven apaciguados por Svalberg, un momento en el que creemos volver a "Ghost Reveries" o "Damnation" mezclados con los mejores setenta y la melódica entrada de "Eternal rains will come, we should say goodbye. Suffer on our own, song that thoughts were home" con un final desbocado lleno de fusión que acaba en el orgasmo; "Reaching for the surface, I see you". La decisión de los todopoderosos Roadrunner de convertir "Cusp of Eternity" en el single nos demuestra que hasta un sello como éste está aquí para vender y no para elegir la más representativa de "Pale Communion" sino la más accesible a un segmento mayoritario de clientes potenciales pero, aunque este disco haya flaqueado en su presentación (lo que no ocurrió en "Heritage" con "The Devil's Orchard"), "Cusp Of Eternity" sigue siendo un buen tema; mucho más directo y con un ritmo galopante que seguramente funcionará mucho mejor en directo que en el contexto del propio disco.

He leído bastantes críticas a "Moon Above, Sun Below" y, sin embargo, sin ser la mejor de "Pale Communion" me parece una auténtica maravilla pensada con un gusto exquisito por la matemática de la estructura; cuyas partes encajan como un mecano. Una primera parte con las estrofas; "You are sleeping unhampered by guilt. Comes the morning you shut down. The devil's breath is a disease on your lips. Reaching out for your loss, you prey on your flock. Seeking out the weaker hearts with eternity in your grip and on a lifelong throne of sub-religion, they will eat from your head"  rota por el estribillo o repetición del título, una segunda parte (o canción contenida dentro de otra pero magníficamente hilvanadas) con unos pasajes acústicos realmente bellos; "I can't remember the sun upon my skin. Slave to a sorrow that is whispering within", un puente desgarrador; "In a river of grief I am drowning and your grip is surrounding my heart" que desemboca en unos versos que quitan el aliento "Waiting for a day when there is nothing left to say" y un solo abrasador pero, no contentos con ello, se lanzan a un interludio a capella; "Voices of despair is a familiar friendship. A society in your head holds the code to destruction" que les devuelve a las melodías acústicas de antes con un punteo clásico y otro momento auténticamente mágico con Mikael cantando; "Dying fast. Summer dying fast and this can't last, as nothing ever lastsIn a forest of flesh.There is a need to sever myself away from happiness"

Quizá, la única parte en la que flojee "Moon Above, Sun Below" es ese silencio fantasmagórico a lo seis minutos y con el que vuelven a desperezarse con el bajo de Méndez y la ayuda de Svalberg, convirtiéndola en otra canción totalmente diferente que sí podría haber entrado en "Heritage", y tras un par de envites un final magistral con el mantra; "Only circles on the water, only circles on the water, only circles on the water" y una bella coda final a piano. Genial.

"Elysian Woes" me lleva a "Damnation" pero podría haber formado parte de casi cualquier otro disco de los suecos, me gusta especialmente por las melodías a la voz y la intimidad que siempre desprenden cuando hacen sonar sus acústicas, como siempre. "Goblin" no deja de ser un homenaje a la banda, un tema instrumental que sirve como visagra para encarar la segunda mitad de disco y en la que vuelven a sonar como si hubiésemos viajado en el tiempo a los setenta. "River" es una preciosidad con sus armonías y, ciertamente, junto con "Goblin" abren nuevas brechas para el grupo. "River", en concreto, es un brillante "in crescendo" con una guitarra que solea de manera limpia y llena de sentimiento sobre una melodía clara en la que Svalberg pronto trazará unos nubarrones de ánimo justo en la mitad del desarrollo para cambiar de tercio y sonar por Crimson tras los versos; "And all things will come undone. There is nothing to share, I'll be waiting for no one and no one is there to care", sencillamente brillante el duelo de guitarras y el final con "There comes a time when the river runs dry. Winter comes and we sacrifice, our lives…" tras la desesperación de "Fire on the other side!"

Pero tras "River", nos golpearán con dos de los pilares de "Pale Communion", "Voice of Treason" y "Faith In Others", la primera con unos arreglos espectaculares y el clímax con Mikael preguntando lleno de pasión; "Have you ever had the feeling of a sorrow inside?Have you ever been the reason why a hope subsides? Have you ever seen the aftermath of giving up?" y la segunda, "Faith In Others", trágica pero magnífica, conforman un cierre lleno de dramatismo e intensidad, quizá lo que sí se echaba de menos en "Heritage". Sensiblemente mejor que aquel (que muchos nunca tragarán por el revés que supuso, digan lo que digan) y verdaderamente magistral por momentos, "Pale Communion" es la huida hacia adelante de un grupo que no tiene miedo a nada, ni siquiera a su propio pasado. Los Opeth que todos conocimos murieron; ¡viva Opeth!

© 2014 Hal Incandenza