Crítica: Marilyn Manson "The Pale Emperor"

Y, tres años más tarde, Marilyn Manson nos la volvió a colar con un disco tedioso, aburrido, lento y farragoso que divide aún más -si cabe- a sus seguidores. "The Pale Emperor" es tan desnortado que hace bueno a "Born Villain" (2012), aquel despropósito con el que firmaba su propio certificado de defunción y es que "The Golden Age of Grotesque" (2003) fue el último atisbo de frescura y eso es ya decir demasiado porque ni aquel disco era lo mejor de Manson y ni hace falta que recuerde que ha pasado ya más de una década desde su grabación. No es que disfrute atacando a Manson, nada me haría más feliz que volver a verle reinar como así fui testigo a mediados de los noventa. Pero de todos aquellos que le disfrutamos en sus años de gloria quedamos bien pocos y, claro, es complicado explicarle a un chaval de, en el mejor de los casos, veintipocos años que lo que tiene delante es un artista en declive al que el sistema y el starsystem devoró, digirió y defecó como un mal chiste. Hace muchos, muchos años en una galaxia muy lejana, Manson era peligroso, controvertido, divertido, ingenioso, ácido, mortal en sus entrevistas, devastador en directo y un arma de destrucción masiva para los medios. Ahora resulta un cliché, una parodia de sí mismo que produce más lástima que otra cosa cuando le vemos titubear en las entrevistas o ahogarse sin voz sobre los escenarios. Cualquiera con dos dedos de frente puede comprobar lo que digo a través de cualquier video "on line" o simplemente contemplando como a Manson se le relega de las primeras posiciones de los principales festivales. No faltará quien me intente llevar la contraria y esgrima idioteces como que es un artista en constante evolución, que los que escribimos no tenemos ni idea, que soy un nostálgico y que aquel Manson al que estreché la mano en el 96 nunca volverá, que el que ha envejecido es un servidor o que haberle visto ocho veces en directo y una novena este próximo verano en el último concierto de su gira "Hell Not Hallelujah Tour" no son avales suficientes como para escribir sobre "The Pale Emperor". No pasa nada, si vosotros sois los seguidores que Manson actualmente se merece quizá eso explique su patético estado actual y su, cada vez mayor, intrascendencia.

Cuando al propio Manson le preguntaron por el sonido del álbum en plena grabación del mismo, respondió que era "muy cinemático". ¿Qué quería decir? ¿Acaso que estaba en constante movimiento, evolución? Mala señal ¿Se refería quizá a la rama de la física que estudia el movimiento que prescinde de sus propias fuerzas motoras? Peor aún, pero mucho me temo que nada de esto, Manson no tenía ni la más remota idea qué responder y ésta no sería la primera vez que le sentiría inseguro hablando sobre el nuevo disco, como cuando dijo que había encontrado el "Redneck" de su interior y el disco contenía ciertos elementos bluesy. No sé que me intrigó más si la relación de alguien como Manson que siempre había sido contrario a lo que un "cuello rojo" significa, la extraña relación de éstos con el blues, sus paces mediáticas con Billy Corgan y su posterior intercambio de piropos a través de las redes sociales o la cara del propio Corgan temiendo que Manson no acertase con la letra cuando éste subió a cantar "Ava Adore" en un concierto de los Smashing Pumpkins. Para colmo , en otra entrevista, aseguraba que el nuevo álbum sería más melódico, no tengo nada en contra de ello pero es que el problema del Manson de nuestros días es que es literalmente incapaz de encontrar melodías que funcionen. Pero escuché "Cupid Carries A Gun" y no me disgustó e intenté entender que aquella guitarra acústica era lo que Manson llamaba "bluesy". Bueno, no era lo mejor que había firmado en años pero sonaba diferente y después llegó "Deep Six" y he de reconocer que mi corazón de mansonita sintió algo remotamente parecido a emoción. "Deep Six" suena al Manson de siempre pero también muy actual, las guitarras son magníficas y rompen y rasgan la canción por la mitad en muchos jirones, una pequeña maravilla a la que quizá, sólo quizá, le sobre un minuto para ser perfecta porque cinco son muchos para que el Manson de nuestros días sea capaz de mantener nuestra atención sin que surja algún que otro bostezo. Pero si "Deep Six" es un buen single no es así el horroroso video de Bart Hess con una estética -todo hay que decirlo- a ratos brillante pero unos efectos especiales baratos y cinco minutos sin argumento, sin gracia, a veces en bucle, con unos primeros planos del propio Manson muy poco acertados y unos planos americanos mostrando toda su orondez, no habría estado de más recordarle a Hess la máxima de Ridley Scott en "Alien", aquella de no mostrar al monstruo en su totalidad.

Nuevo guitarrista, Tyler Bates (que también hará labores de producción junto con Manson), alguien más conocido por su labor en bandas sonoras y al que no se le ve demasiado creíble maquillado y tocando en un grupo como Marilyn Manson y un Twiggy Ramirez cuya influencia apenas se aprecia o pasa de puntillas por el disco. Un comienzo abominable con "Killing Strangers", totalmente aburrida, predecible y plomiza. ¿Dónde está la dureza de las guitarras? Tyler hará que eches de menos la macarra forma de tocar de Twiggy en estudio, que extrañes a John 5. Pero la guitarra no es lo único que echarás de menos porque la batería brilla por su ausencia, una base rítmica y poco más. Para colmo, la voz de Manson cada vez tiene menos que ver con aquella cuchilla de los noventa, su registro se ha visto mermado, carece de fuerza y expresividad, su rango es inexistente, no tiene potencia y el color es gris, perdió todo versatilidad. "Third Day Of A Seven Day Binge" es el horroroso medio tiempo que nadie debería situar en tercer lugar pero, por lo menos la guitarra de Bates aquí sí encaja y transmite, el resto de la canción es, pura y llanamente, prescindible. ¿Por qué se empeña Manson en hacer canciones tan largas? Todas superan la barrera de los cuatro minutos y son demasiados segundos para un artista cuya salud creativa es tan precaria; hacer un disco de trece canciones, cincuenta y dos minutos es poco menos que un suicidio cuando lo que estás encarando es el camino hacia el olvido.

"The Mephistopheles Of Los Angeles" tiene un puntito decadente muy agradable y es que su tema principal es suficientemente inspirador para que nos imaginemos a un Manson de casi dos metros, pasado de peso, recorriendo las fiestas de una ciudad como Los Angeles de manera patética, no lo digo yo, lo insinúa el propio Manson. En "Warship My Wreck" daréis las gracias a Darwin por tener pulgares oponibles con los que poder pasar a la siguiente canción; exasperante en la voz principal incluso fuera de compás. Hasta un tema como "Slave Only Dreams To Be King" podría haber dado mucho más de sí y produce cierta pena echar la vista atrás y entender lo que podría haber hecho Manson con él y una temática tan rica. Algo que me sorprende es que ésta, como "The Mephistopheles Of Los Angeles" comparten el mismo compás rítmico 4/4, como "The Beautiful People" pero ralentizada.

Hasta aquí, "The Pale Emperor" ha suspendido, naufragado por completo y en su segunda parte no será capaz de levantar el vuelo con una mediocridad como "The Devil Beneath My Feet" o la lenta, lentísima, "Birds Of Hell Awaiting" que nos confirma lo peor porque Manson no pisará el acelerador con "Odds Of Even", las aburridas y acústicas "Day 3" o "Fated, Faithful, Fatal". ¿Quién quiere escuchar a Manson cantar canciones de campamento? O el dislate total, con palmas incluidas, una versión acústica de "Third Day Of A Seven Day Binge" como apetitosas golosinas de la edición especial de este "The Pale Emperor". Marilyn Manson dejó de dar miedo para provocar risa y ahora tan sólo aburrimiento. Ni como posavasos, a la papelera de reciclaje.

© 2014 Fukk Fairlane