Crítica: Cannibal Corpse "A Skeleton Domain"

Si escuchamos las palabras Cannibal Corpse sabemos de sobra que estamos hablando de unos de los embajadores más carismáticos que tiene el death metal actual. Cuando desenvolvemos y abrimos un disco de Cannibal Corpse ya sabemos de ante mano lo que nos vamos a encontrar; en ese sentido su música es muy clara y cristalina, son de los que vienen de frente y que no engañan a nadie. Si hay un grupo que sigue hoy en día fiel a sus principios y a sus raíces más profundas ése es sin duda Cannibal Corpse. Por mucho que pasen los años Alex Webster y los suyos siguen haciendo más de lo mismo (y esto no es una crítica), crudo y rudo death metal, apoyados siempre en la etiqueta de la denominación de origen "old school". A estas alturas nadie puede presumir de sentirse sorprendido por un nuevo álbum de los caníbales más blasfemos y terroríficos del metal. "A Skeletal Domain" utiliza la misma fórmula infalible que llevan usando desde hace más de 25 años, evidentemente con las claras mejorías propias de aplicar a la música las tecnologías más actuales, pero al fin y al cabo a, b, c... "A Skeleton Domain" sigue el sonido y la saga que empezaran allá por el año 2006 con "Kill", tras la salida de Jack Owen y el regreso al seno de la banda de Rob Barrett, y que posteriormente equilibraron con los magníficos "Evisceration Plague" (2009) y "Torture" (2012), siendo para mí este último uno de mis favoritos de la ya dilatada carrera de los americanos.

El primer hecho que sorprende, o al menos llama la atención en "A Skeletal Domain" es la baja de Erik Rutan, el mítico productor del sonido Tampa que llevaba trabajando con la banda desde el antedicho "Kill" (2006). Cuando me enteré que no contaban con Erik me llevé una gran sorpresa, ya que los hacía como un equipo muy sólido con una visión duradera y prolongada en el tiempo. Según el propio Webster  el cambio era necesario para tomar nuevos aires y sentirse nuevamente inspirados y renovados, siempre viene bien cambiar de ambientes y de aires. Era la hora de hacer un cambio, era la hora de dar un giro, y para ello Alex escogió al productor Mark Lewis (Devildriver, Trivium, Chimaira...) quien ya trabajara con Webster en su otro proyecto paralelo de death metal técnico, Conquering Dystopia. Si somos honestos tenemos que significar que apenas hay diferencias que para el ciudadano de a pie que permitan discernir las diferencias de sonido de ambos productores, por mucho que se empeñen algunos en decir que son muy diferentes, puede si acaso que el sonido sea un levemente más claro y nítido en esta ocasión, pero es prácticamente inapreciable. Los dos han hecho un trabajo magnífico en cada momento, en el pasado Erik y en "A Skeletal Domain" Mark. También tenemos que destacar la maravillosa portada y el fantástico artwork que han utilizado para el nuevo álbum, obra del ilustrador americano Vince Locke, dibujante del cómic "Deadworld" y uno de los clásicos del mundo zombie, que a buen seguro muchos seguidores del género conocen a l a perfección…

En el nivel musical propiamente dicho "A Skeletal Domain" es brutal de principio a fin. Esta vez toma un papel muy importante dentro de la composición el guitarrista Pat O´Brien, siendo el autor de nada más y nada menos que de cinco de los temas del álbum. Se nota su mano y su avanzada técnica en temas como "Sadistic Embodiment" o "Funeral Cremation" donde el virtuoso guitarrista hace alarde de su buen hacer cuando se trata de aportar contundencia y opulencia al sonido de la banda. El trabajo de Alex también es magnífico, se nota que el bajo está increíblemente bien trabajado y producido, estando en todo momento muy presente a lo largo de los doce cortes del álbum. Tenemos que decir que vemos a Fisher quizá un poco más apagado que en otras ocasiones, con un tono un tanto más gris y triste, que denota como cierto cansancio en determinados pasajes de varias canciones. Eso sí, el hombre se transforma en sobrenatural, casi tanto como las dimensiones de su cuello, en temas  como "A Skeletal Domain" o "Headlong Into Carnage", donde Paul se recrea martilleando con auténtica depravación sus parches y bombos, en lo que se convierte en todo un ejercicio de fortaleza y fuerza no apto para principiantes.

"The Murderers Pact" tiene el riff más melódico de todo el álbum, donde las guitarras de Pat y Rob dibujan tonalidades y coloridos más animados, y donde el típico léxico gore de sus letras parece asentarse gracias al ritmo más sosegado que imprime Fisher al cantar. Con "Icepick Lobotomy" vuelven los Cannibal más clásicos y despiadados, y lo hacen tanto en alma como en espíritu. Así como quien no quiere la cosa y de golpe y plumazo regresan aquellos chavales que aterrorizaron a medio mundo con temas tan blasfemos y duros como eran "Under The Rotten Flesh" o "Covered With Sores", contenidos en su segundo álbum "Butchered At Birth" (1991) y donde Barnes se erigió como una de las grandes voces del death metal...El álbum empieza a coger cuerpo con los sonidos densos y opacos de "Vector Of Cruelty", un tema no excesivamente rápido, pero si jodidamente contundente si lo comparamos con el posterior "Bloodstained Cement", donde lo realmente llamativo es el ritmo simétrico y hasta cierto punto milimétrico que marcan la base rítmica de Paul y Alex y que se torna en este caso abrumadora de principio a fin.

"Asphyxiate To Resuscitate" y sobre todo "Hollowed Bodies" destacan por la contundencia en los riffs y en los solos de Pat O´Brien. Estamos sin duda ante los dos temas más pegadizos de "A Skeletal Domain", dos bombas de relojería que a la postre sirven para engrandar la leyenda de todos unos veteranos de la disciplina menos gratificante del metal. Está claro que el death metal no es apto para todos los públicos, ya que estamos ante un género que siempre se ha movido por el underground más infecto y nunca ha destacado por tener grandes hits ni grandes "números 1". No obstante seguirá existiendo mientras los Corpse sigan vivos.

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