Crítica: John Mayall "Tough"

Cualquiera que haya escuchado algunas de las últimas grabaciones de John Mayall, digamos de los últimos veinte o treinta años, no creo que se sorprenda cuando pinche “Tough” (2009) quizá haya perdido el nervio de los Bluesbreakers pero eso tampoco es nada nuevo, Mayall lleva instalado en una posición creativa muy cómoda desde hace años sin que ello lleve ninguna connotación peyorativa implícita. Al fin y al cabo, lo suyo siempre ha sido el Blues en cualquiera de sus variantes (bien mezclándolo con Boogie, Rock, Jazz o Folk) un género anterior a Mayall pero que, por desgracia, cuando ni él ni Clapton, B. B. King, Winters o los mismísimos Mahal o Guy desaparezcan no sé muy bien a dónde se va a dirigir con gente como Mayer, Bonamassa o Poole. Además, encuentro realmente reconfortante eso a lo que muchos llamamos “el oficio” y que no tiene nada que ver con el Blues en particular; me gusta acudir a un disco de AC/DC o Mötorhead y encontrar a un buen trabajador haciendo lo que mejor sabe hacer y sentirme reconfortado escuchando sus canciones, haciéndome volver a un lugar que me gusta y me ocurre lo mismo con Mayall y su Blues blanco y moderado de la última época. 

¿Por qué pedirle unos nuevos Bluesbreakers, que encuentre al siguiente gran guitarrista como hizo con Clapton, Peter Green o Mick Taylor? (por cierto que ya ha dado su bendición a Ben Poole) ¿Qué siga aportando, mezclando géneros y rompiendo barreras con setenta y cinco años? (ahora, en pleno 2013, y a pocos meses de próxima su visita festejando su ochenta cumpleaños) ¿Por qué pedirle todo esto y más cuando ya ha hecho todo eso y sigue siendo el mejor en lo que hace? Yo a estas alturas sólo le pido buenos discos, canciones que me hagan sentir bien y llenen mis oídos de buen y cálido blues blanco, no quiero que le grabe Rubin, no quiero escucharle rasgueando una acústica, ni que revolucione y lleve el Blues norteamericano otra vez a Europa (eso se lo dejo a otros, mucho más jovencitos y con, eso sí, la forzosa necesidad de "justificar su injustificada comodidad" en las listas. Como diría Steve Vai; "esos que en vez de Blues lo que hacen es untar una tostada con mantequilla aguada").


Por lo tanto, “Tough” no fue un éxito de ventas ni pretendía serlo, vendió entre los incondicionales de Mayall y sirvió como excusa para que nos visitase una vez más y se enfrascase en otra nueva gira. Producido por Michael Aarvold y la propia Maggie Mayall, “Tough” es amable y suena cálido desde "Nothing To Do With Love" a "The Sum Of Something" y con esto no quiero decir que suene todo lo autocomplaciente que debería y más si tenemos en cuenta la nómina de sospechosos habituales en la banda de Mayall y la presencia de Maggie, es más; a veces hasta sorprende en el tratamiento de las bases rítmicas pero, con todo y con eso, sigue sonando al Mayall de los últimos años y hasta su voz -con las lógicas limitaciones de la edad del maestro- suena bien y encaja a la perfección en las nuevas canciones. Nada de estridencias, de intentos de parecer un jovencito, nada de absurdas exhibiciones, Mayall es Mayall y con setenta y cinco años suena todo lo bien que suena un músico como él, curtido en mil y un conciertos en los escenarios de todo el mundo. "Nothing To Do With Love" have despegar el disco como una nave espacial gracias a la guitarra de Rocky y la armónica de John, sonando al principio como si se acoplase, como si surcase las calles de uno a otro lado. "Nothing To Do With Love" suena como si ZZ Top fuesen con menos tequila y nachos en el cuerpo, suena reposada y elegante con John dándole un pequeño rapapolvo a Dios: "God we must be crazy, the whole world's been falling apart, I've never seen such suffering or so many broken hearts. How people can hurt each other. Lord I swear by the stars above; Ain't got nothing to do with love, Ain't got nothing to do with love" Después de dos estrofas (en el minuto dos) se desata un solo lleno de feeling y calma por parte de Rocky mientras Canning y Mayall llevan el peso del órgano y Greg hace unas líneas exquisitas con su bajo. "Just What You're Looking for" suena más psicodélica gracias a los "slaps" del bajo, el Wah de Mr. Athas y, de nuevo, el trabajo de Canning y Mayall, cercana al funky por su ritmo, realmente sorprende en el registro de un septuagenario como Mayall que no duda en hacer competencia a los hermanos Robinson con un tema que transmite distensión y buenas vibraciones.

Lo contrario a "Playing with a Losing Band", electrificada y con constantes cambios de ritmo, con una armónica, a veces distorsionada, y una base rítmica soberbia que en el estribillo es reforzada con Maggie haciendo los coros a Mayall. "An Eye for an Eye" nos lleva a Chicago, con un tempo andante lleno de blues y Mayall y su piano como auténticos protagonistas. "How Far Down" roza el country más que el blues, guitarra "dreadnought" y sabor fronterizo en un tema al que rápidamente se unen Greg, Canning y Athas para electrificarlo y darle un toque aún más bluesy. "Train to My Heart" vuelve el tono de "Playing with a Losing Band" pero más hendrixiano que nunca, totalmente lleno de nervio y electricidad, Rocky Athas suena exultante y lleno de fuzz con lo que parece una Les Paul y Mayall canta con soltura y lleno de ese sentimiento llamado blues.

¿Cómo podría comenzar una canción que se titula "Slow Train to Nowhere"? ¡Exacto con la caja de la batería arrancando! (pero no de forma tan obvia como suele hacer, por ejemplo, Bonamassa) y la canción se transforma en un blues de club nocturno, de tabaco, humo y copa a medio acabar gracias al ambiente que Canning y Mayall logran hilvanar con sus teclas (como cuando Ronnie Wood y Keith Richards solapan sus guitarras y cada uno toca una parte de la rítmica, entrando y saliendo de la melodía, como si no les costase darle sentimiento de unión en ese sonido traquetean de los Stones). Es de nuevo Rocky quien se encarga de hacer un sólo reposado, sucio y gordo, tan apropiado para una canción como ésta.

"Numbers Down" suena a single con esos magníficos coros de Maggie y ese ritmo juguetón y divertido, esa guitarra tan estupenda y el pegadizo ritmo del bajo de Greg pero lo que realmente se mete en tu cabeza es el estribillo. "That Good Old Rockin' Blues" nos devuelve el piano desbocado de Canning solapado con la armónica de John mientras que "Tough Times Ahead" nos vapulea al final del disco con el auténtico sentimiento del género en una balada llena de feeling (y es que no faltan los dos ingredientes claves del género: una Les Paul y un Hammond que suenan de fábula y logran esa atmósfera que tantos amamos) y con "The Sum of Something" se despide Mayall con un Blues ligero, de estructura clásica en sus compases, amable y desenfadado después de la carga de profundidad de  "Tough Times Ahead"

Puede que “Tough” no consiga que las nuevas generaciones escuchen a Mayall, puede que sea su último disco de estudio con canciones nuevas o que nos dé una nueva sorpresa un día de éstos. De lo que sí estoy seguro es de que, pase lo que pase, seguirá sonando a Mayall y miedo me da el día que no esté porque ya nadie sonará igual y ya no habrá lugar al que volver. “Tough” es como un baño templado, tan reconfortante como necesario.

© 2014 Jesús Cano