Crítica: Stone Temple Pilots & Chester Bennington "High Rise"

Prometo no responder si vuelvo a escuchar la tontería de que Stone Temple Pilots serán siempre ellos mientras que los hermanos DeLeo estén en el grupo porque no es así. La música de los de San Diego no le deben únicamente su sonido a Robert y Dean sino que gran parte de todo ese aura que les rodeaba era, única y exclusivamente, culpa de Scott Weiland. Sí, de Scott, porque nadie representaba mejor la "peligrosidad", el caminar por el lado oscuro de la vida, tambalearse, bailar con garbo y glamour mientras cantaba canciones como "Vasoline", "Interstate Love Song" o "Sour Girl". Lo suyo era la pirueta con doble tirabuzón, el salto mortal sin red, provocar y mezclar chulería, atrevimiento, rímel, cuero, lentejuelas, gafas de mosca y una sensibilidad fuera de lo común en la escena de los noventa que tardó en asimilarles y dejar de verles como un mero subproducto más, como unos aprovechados del Grunge o unos Nirvana o Pearl Jam de segunda. Stone Temple Pilots se ganaron el respeto con grandes canciones y lo perdieron con un Weiland fuera de sí que, aunque amaba al grupo por encima de sí mismo, era incapaz de sentar la cabeza. Después de su homónimo disco del 2010 (un ejercicio notable pero carente de la chispa de antaño) surgieron las desavenencias, está claro que tratar con un tipo como Weiland debe ser difícil y hasta incómodo pero hay que ser honestos y plantearse un grupo como Stone Temple Pilots sin él es del todo imposible. Entiendo que los hermanos DeLeo quisieran sacar a pasear sus canciones y volver a componer y contar con Weiland sea tarea imposible pero no entiendo a Stone Temple Pilots sin Scott. Muchos chavales comparan el caso de los hermanos DeLeo  a lo ocurrido con Alice In Chains. ¡Por favor, Layne nos dejó en el 2002 y Cantrell tardó siete años, ni más ni menos, en volver a publicar bajo el nombre de su propio grupo! Además, DuVall no pretender imitar a Staley y, ni mucho menos, ocupa la figura principal en las actuaciones en vivo de la banda sino que le deja todo el peso a sus compañeros. "Black Gives Way to Blue" (2009) es un disco enorme, un sentido homenaje hecho con gusto a un amigo y he de recordar a todos esos niñatos que Weiland ha sido vulgarmente despedido de su propio grupo.

Pero vayamos al EP que nos ocupa, "High Rise", ¿esto es lo que querían hacer DeLeo? Desde luego es una continuación de su último lanzamiento "Stone Temple Pilots" (2010) y, si me apuran, "Out Of Time" suena a una descarada copia del sonido más puro del grupo, o crudo como ocurría en el magnífico "No.4" (1999) -que reposa a buen recaudo firmado por el propio Weiland en nuestra redacción- y aquí es sólo una sombra o espejismo. Chester no canta mal, que nadie se espere ningún fraseo rapeado, nunca dudé de que Chester Bennington lo intentaría hacer bien y en "High Rise" se demuestra que sabe cantar de otra manera, "Out Of Time" comienza como si no hubiesen pasado la página, buen riff, ritmo acelerado, buena melodía, ¡pero falta la voz de Scott! Lo siento pero es así, se echa demasiado en falta su presencia y ese tono tan maravilloso, a la garganta de Chester le hacen falta unas buenos cartones de cigarrillos, noches en vela y alcohol para estar preparada para cantar en Stone Temple Pilots. 

"Black Heart" suena vacilona y su riff vuelve a ser explosivo, un medio tiempo juguetón, una delicia que, de nuevo, estropea la aflautada voz de Chester y que en el estribillo se vuelve demasiado "popera", demasiado suave y cursi. Pero, claro, es que a partir de "Out Of Time", este "High Rise" cae en picado con temas como "Black Heart" o "Shame On The Inside", esta última tan inofensiva que hiere a la oído medio. "Cry Cry" ahonda en esa herida, el estribillo le habría sentado como un guante a Weiland, no tiene sentido en Chester y "Tomorrow" ha salido del corazón de los hermanos DeLeo, sí, pero veinte años tarde, carece de la emoción de, por ejemplo, "Atlanta" y suena como si se intentasen plagiar a sí mismos. 

Además, viendo sus presentaciones en directo, no entiendo porque Chester Bennington se empeña en bailar como Weiland, en posar como él, agarrar el micro y berrear al cielo mientras canta "Interstate Love Song" en lo que parece una parodia y deja este proyecto a la altura del betún. Este EP son tan sólo cinco canciones, suficientes para darnos cuenta de que este experimento no tiene futuro o es muy corto, demasiado peso para los hombros del cantante de Linkin Park (porque eso es lo que es y será siempre) que vuelva con Shinoda y Hahn y siga intentando hacer una continuación digna a su  "Hybrid Theory" (2000) porque para hacer de Weiland tiene que crecer mucho. "High Rise" tendría sentido bajo otro nombre, otra orientación, la sombra de Scott Weiland es demasiado alargada.

© 2013 Conde Draco