Crítica: Leprous "Aphelion"

Si pienso en el título del álbum y las declaraciones de Solberg, cobra sentido que “Aphelion” sea, en efecto, el punto más alejado de la órbita de un planeta alrededor del sol, que este álbum sea el más alejado en su transcurrir de lo que nos tienen acostumbrados los noruegos. “Aphelion” posee esos elementos con los que juguetearon en “Pitfalls” (2019), que dividió tanto a sus seguidores y yo disfruté tantísimo, y ese desmarque por la tangente, ese espíritu tan propio de “Malina” (2017) que comenzó con “The Congregation”  (2015) tras el éxito de “Coal” (2013) y que, sin embargo, enmascara que las dos obras maestras de los de Notodden son "Tall Popppy Syndrome" (2009) y "Bilateral" (2011), nada nuevo bajo el sol (que no haya escrito ya), pero algo necesario para la explicación de un álbum como el que nos ocupa, grabado en tres estudios diferentes: los Ghost Ward Studios en Suecia, Ocean Sound Recordings y Cederberg Studios, ambos en Noruega, producido por Adam Noble y mezclado por Robin Schmidt. Porque “Aphelion” cumple lo anunciado por el propio Solberg y ese puntito diferenciador respecto a los anteriores. Leprous suenan fabulosos, la producción es una maravilla y el mimo en las canciones es notable, no sólo están trabajadas, sino que los arreglos (tanto sinfónicos, electrónicos, como los juegos de voces) denotan un cuidado inusitado, pero -al mismo tiempo- siento que las canciones tardan en crecer en mí. 

 

No voy a emplear el consabido y manido eufemismo del disco que “necesita escuchas” porque, a pesar de que ocurra más veces de las que desearía, esto lo único que oculta es la cruda realidad de “si escucho algo veinticuatro horas al día, terminará pegándose”. Pero con este álbum de Leprous, no es que sus canciones necesiten escuchas y ese tiempo que yo mismo pedía para los impacientes en “Pitfalls” es que, simple y llanamente, las canciones -lejos del envoltorio, de su gloriosa interpretación y cuidado- no calan en mí y me cuesta entusiasmarme. Intentando resumirlo; he de intelectualizar demasiado su música (“me gusta el bajo de Børven, ese puente con los arreglos de Solberg es bestial, me enamora su tono y la inflexión en tal estrofa, el trabajo de Kolstad es soberbio…”) pero mi cerebro más emocional, más básico e impulsivo me pide un estribillo, algo que recordar de inmediato, esa emoción de montaña rusa que aquí no siento. Aquí no hay un puente como el de “Below”, no hay un estribillo que irradie esa melancolía desgarradora, ese prog moderno de alta etiqueta, en “Aphelion” siento la calidad, pero echo de menos ese subidón lírico de aquel single o la minimalista propuesta de algunas canciones de aquel álbum tan criticado por su seguidores más bovinos..

 

“Running Low” es el single más claro junto a “The Silent Revelation”, todo encaja y -a pesar de los coros más obvios- la labor del grupo es sobresaliente, Solberg arranca con su clásico falsete, los arreglos sinfónicos enganchan y dotan de misterio, y el cuerpo central de la canción estalla antes del estribillo (quizá lo más previsible) al igual que ocurre en “The Silent Revelation” y es que, en mi modesta opinión, abusan demasiado de la línea vocal a corear, y Leprous funcionan mucho mejor cuando construyen la tensión y no recurren a los artificios más efectistas. Tal es el caso de “Out Of Here” y, por contraposición, la tensión de “Silhouette”. Lo que más me gusta de “All The Moments” es la guitarra de Tor y su crescendo, lo que menos -de nuevo- el estribillo.

 

Internarnos en “Aphelion” nos lleva a “Have You Ever”, valiente y sintética, evocadora de los ochenta y Jarre, repleta de arreglos, síncopas y con Einar y su voz sonando más cálida que nunca. Por desgracia, la balada per se de “Aphelion”, “The Shadow Side”, es la más complaciente del conjunto, la menos valiente y termina convertida en un medio tiempo en el que, a pesar del solo (muy a pesar de él), nada parece cuajar. Lo peor es que tras ella nos encontramos con la calma de “On Hold”. No me gusta por muchos motivos, pero el principal es a causa de su duración; podría haber sido resuelta en mucho menos tiempo y haber focalizado los esfuerzos compositivos del grupo. Como ocurre con la íntima y bonita “Castaway Angels”, puro relax, sabiendo capturar el sonido del estudio y el ambiente, con la preciosa voz de Einar sobre la guitarra. Empleando otros siete minutos para cerrar, "Nightime Disguise", operística y repleta de vericuetos, pero mucho mejor articulada que “On Hold”, por ejemplo, y derrochando mucho más sentimiento que aquella.

 

Es un buen disco, brillantemente ejecutado y compuesto, pero necesito más de “Leprous”, necesito mucho más para sentir que esto no es otra transición, que “Malina” fue lo que fue y “Pitfalls” era un destino en sí mismo. Necesito la certeza de que “Aphelion” es una parada y no un lugar de paso, a pesar de que las canciones y la propia naturaleza del mismo me digan lo contrario. Dentro de unos años, seguiré escuchándolo (siendo consciente de sus defectos) y todos aquellos que lo tildaron de sobresaliente cambiarán su discurso, como ha ocurrido con todos los lanzamientos de Leprous hasta la fecha. Siempre lo mismo para una banda que parece enfrascada en una constant búsqueda…

 

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