Crítica: Last In Line "Heavy Crown"

Podrán asegurar que conservan la misma química entre ellos que hace veintisiete años, como afirma el dossier de prensa de la banda. Vivian Campbell jurar que cuando se reunieron hace cinco años no tenían intención alguna de grabar nuevas canciones y fue Frontiers Music SRL quiénes les sugirieron y dieron la oportunidad de meterse en el estudio, la prensa especializada podrá deshacerse en elogios pero si el que te escribe sobre Last In Line te cuenta que este álbum es la quintaesencia del rock, genuino, íntegro y honesto, ya puedes ir torciendo el gesto en mueca de desagrado porque, sin ser un mal disco, lo que tienes entre las manos no es más que un subproducto más y eres tú, como oyente, quien debe cuestionarlo y no tragar con todo lo que te cuenten. Y es que algo huele a chamusquina en Last In Line y ese hedor se extiende a lo largo y ancho de un debut como "Heavy Crown", producido por Jeff Pilson (Dokken, Foreigner) que ha conseguido una producción potente y excesiva pero también plana, aséptica y tan estándar que es difícil llegar a sentir algo remotamente parecido a emoción cuando se suceden una canción tras otra y uno descubre que la magia de Dio era suya y que, por muy grandes que sean Appice, el bueno de Bain y Campbell cuando recuerda cómo sacarle filo a su Les Paul, lo que le añadía sabor, forma y fondo a esta formación era la voz de aquel pequeño gran hombre cuya personalidad, carisma y garganta fagocitaba, habitual e inevitablemente, a sus compañeros de filas. ¿Podemos hablar de una mala producción? En absoluto pero sí de una sin personalidad; hoy en día se publican cientos de álbumes con este mismo sonido.

Además, con Last In Line, siempre recordaré una anécdota de Dio y es que circula un vídeo por la red en el cual, tras un concierto, un fan le pregunta acerca de Vivian Campbell y éste, sin ningún miramiento, respondía al chaval que Vivian era un capullo y merecía la muerte. Escuchar a Dio hablar así de alguien me hizo pensar que la herida abierta entre el guitarrista y él era mucho más profunda de lo que creía tras el cruce de declaraciones. Que Dio -del que todo el mundo tiene buenas palabras y siempre se mostraba afable con compañeros y seguidores- desease la muerte a alguien era motivo más que suficiente para que prestásemos más atención a la actitud de Vivian Campbell pero es que el guitarrista, a su ya mala fama, ha sumado puntos en los peores años de su vida -tras recuperarse satisfactoriamente de un cáncer- cuando se ha mostrado destemplado con su pasado menospreciando su paso por Whitesnake (¿hará lo mismo con Def Leppard dentro de unos años?), atacando un género como es el del metal (el cual le ha dado de comer) y atacando de nuevo a la memoria de Dio, a través de Wendy, cuando aseguraba que para Dio no había formación sino músicos de estudio a los cuales el cantante menospreciaba y su mujer ayudaba ninguneando. De verdad, ¿es necesario? Y, si es así, ¿es necesario entonces esta reunión de Last In Line? No entiendo a toda esa gente que asegura que Dio debe estar orgulloso de Last In Line; Dio debe estar retorciéndose en su tumba cuando ve que Campbell sigue comiendo de su mano, esa que siempre ha mordido, incluso fallecido.

El álbum comienza a grabarse en abril del 2014 y a finales del 2015, Claude Schnell abandona la formación con lo que, en vez de parecer aquella formación que grabó "The Last In Line" (1984), ahora son el trío que secundó a Dio en el mítico "Holy Diver" (1983) algo que posteriormente aprovecha Vivian como aval de las nuevas canciones; "entramos al estudio con el afán de capturar el espíritu de la música que grabamos en 'Holy Diver'" y a ello se le suma que, por desgracia, el entrañable Jimmy Bain nos dejaba este pasado 24 de enero, casi un mes antes de la publicación de "Heavy Crown" del que ahora nadie puede asegurar una continuación como proyecto excepto, de nuevo, Campbell que prefiere dejarlo todo en el aire de cara a una posible gira por Estados Unidos o actuaciones esporádicas cuando lo cierto es que de la formación original que grabó los tres primeros álbumes de Dio ya tan sólo quedan Vinny Appice y él porque en "Dream Evil" (1987) ya no estaba siquiera el guitarrista, siendo reemplazado por Craig Goldy, supongo que Campbell no querrá pronunciarse sobre la continuidad de Last In Line hasta no ver las ventas de este "Heavy Crown". Por otro lado, la elección de Andrew Freeman (Lynch Mob, Hurricane) es todo un acierto ya que es una pretendida e inteligente salida por la tangente; si hubiesen escogido a un cantante con un tono similar al de Ronnie (algo imposible, por otra parte) habrían cavado su propia tumba aferrándose ellos mismos al concepto de banda tributo. Freeman tiene suficiente voz y soltura, además de un deje hard increíble, para afrontar las nuevas composiciones desde una perspectiva muy diferente.

Abrir con el single que es "Devil In Me" es buena idea porque nos muestra en pocos segundos lo que nos vamos a encontrar en el álbum; Appice golpeando con su increíble pegada, consiguiendo una robusta base rítmica con Bain y Freeman elaborando la melodía sobre ellos. Campbell nunca ha sido un guitarrista demasiado pirotécnico y con los años ha perdido rapidez, a cambio ha ganado gusto y sentimiento en sus maneras. Subimos el tempo y la acelerada "Martyr" pone las cosas en su lugar; estamos ante un buen álbum de hard pero ya comenzamos a entender que, pese a poseer todos los ingredientes y estos lograr engañar a nuestro paladar, perdemos interés en la composición por lo fácil que resulta; ni su estribillo, ni sus coros, ni siquiera el solo nos sorprenderá. Mención aparte para el malogrado Bain y su increíble bajo, quizá uno de los músicos menos reconocidos dentro del rock pero, sin duda, uno de los grandes.

En "Starmaker" volvemos a relajarnos, levantando el pie del acelerador, a cambio tenemos un medio tiempo muy resultón con un fraseo y un estribillo muy propios de los setenta. Lo que no ocurre con "Burn This House Down" que no termina de despuntar y si las tres primeras de este "Heavy Crown" daban buena muestra de las virtudes de la aventura de Last In Line, a partir de ésta y su ambiente denso y farragoso, entraremos en punto muerto cuando somos testigos de que en "I Am Revolution" (de la cual tan sólo podemos destacar, de nuevo, el magnífico trabajo de una bestia como Appice tras los parches), "Already Dead" (robo a mano armada a Dio y Sabbath) repiten el mismo patrón que en "Martyr".

El regalo que es "In Flames" desentona con el resto del álbum, por no hablar de la vacuidad de su letra (lo que se traduce como un problema ya que todo el álbum es una repetición constante de todos los clichés del hard, ya no del metal. Como seguidores de un género, ¿nos merecemos tan poca atención en este apartado?). "Curse The Day", como "Heavy Crown", comienza con aires de balada para pronto convertirse en un medio tiempo sin fuerza y con la segunda descubriremos que el esqueleto de ambas canciones ha sido construido sobre acústicas, siendo en la producción posterior cuando se añade la eléctrica de Campbell o al terremoto que es Appice y así entendemos que, por mucho que las vistamos, fallan las canciones; si la toma "definitiva" de "Heavy Crown" es inofensiva, el extra que supone la llamada "acoustic remix" nos llevará al aburrimiento por completo cuando nos percatamos de que nos han colado la misma toma pero sin la pista eléctrica de Vivian. Mientras que "The Sickness" es directamente prescindible y los sampleados incomprensibles en una canción y un álbum de este cariz y, por mucho que se esfuercen, lo despide de manera gris dejándonos en un punto en el que el único placer que encontraremos será volver a escuchar a un virtuoso como Appice y despedirnos de Jimmy Bain.

La línea que separa un buen disco de uno malo es tan fina como el gusto de cada uno y está claro que "Heavy Crown" suena bien y está pergeñado por cinco músicos excelentes pero, sin embargo, hay algo que no funciona porque no transmite o no convence como debería. Quizá sean las canciones, quizá sea la producción o quizá, simple y llanamente, que hace falta una dinamo como Dio en una banda orquestada en torno a su sombra, armada como un mecano casi tres décadas después y en la que, honestamente, ninguno de los aquí implicados posee el empuje de aquel. Para el que lo disfrute...

© 2016 Jack Ermeister