Concierto: Primordial (Madrid) 13.02 2016

SETLIST: Where Greater Men Have Fallen/ Gods to the Godless/ No Grave Deep Enough/ Autumn's Ablaze/ Babel's Tower/ Traitors Gate/ As Rome Burns/ The Alchemist's Head/ The Coffin Ships/ Heathen Tribes/ Empire Falls/

Dejemos de ser tan hipócritas yendo de víctimas, clamando al cielo por no vivir en el norte de Europa, haber nacido altos y rubios, creyendo sentirnos increíblemente desgraciados en nuestro papel de sufridores de un género –nos guste o no- minoritario como es del metal extremo y cargando las tintas contra el gobierno y las paupérrimas infraestructuras de toda una capital europea como Madrid porque Odín descargará, más pronto que tarde, toda su ira sobre nuestras cabezas por algo en lo que somos los únicos culpables. Alan Averill "Nemtheanga" capitaneaba a Primordial en su única fecha en nuestro país y con el notable "Where Greater Men Have Fallen" (2014) bajo el brazo que, si bien no es "To the Nameless Dead" (2007), se presentaba como toda una oportunidad para escuchar en directo uno de los mejores álbumes de metal de los últimos años. Y, ¿qué es lo que pasó en la lluviosa y gélida noche del sábado en que Alan nos esperaba? Pues que el irlandés se encontró una sala aún más desolada y fría que la propia ciudad. La sala Penélope es una discoteca de pueblo, una habitación con varias columnas que impedirán la correcta visión del concierto cuando registra lleno absoluto (pasadas giras de Opeth, Nile o Carcass dan fe de ello) y un infierno en cuanto a sonido se refiere que, alguien debería decírselo, no mejorará por mucho que lo suban de volumen. ¿De quién es la culpa de todo esto? ¿De verdad pensamos que es culpa de un Ayuntamiento que sí es cierto que tradicionalmente, desde hace muchos años, ha prestado escaso interés por la música en directo y al que ahora, con el supuesto cambio, acudimos a pedirle que le conceda el lugar que se merece cuando somos nosotros quienes no se lo otorgamos? ¿Creemos que es una cuestión de colores políticos, de una crisis para conciertos que en el peor de los casos no pasan de los veintipocos euros? La noche del sábado poco más de cien personas presenciamos el directo de Primordial en una sala sin calefacción (o no estaba puesta), con un sonido deplorable y pobre desde cualquier ángulo (que no confundir con potente) y más invitados y amiguetes que el propio público; llegué a contar más de treinta personas entre trabajadores, supuestos redactores de webzines, fotógrafos profesionales y ocasionales, teloneros y amigos de teloneros. Pero, claro, qué le voy a contar a una promotora cuyos medios no han publicitado suficiente la visita de Primordial cuando es a ellos mismos a quienes interesaba y a la vista están los resultados.

Podemos clamar a los cielos por no ser noruegos (como estúpidamente mucha gente escribe en redes sociales) o acusar -como antes indicaba- a los ayuntamientos y partidos para evitar desenmascararnos. Vayamos al grano, España no es un país con una larga tradición en el rock, que nadie me convenza de lo contrario a estas alturas, en los últimos dos meses no he asistido a un sólo concierto que haya sido lleno absoluto. España es un país profundamente cateto en cuestiones musicales, más interesado en la verbena que suponen los festivales, en dejarnos crecer la barba y lucir Ray-Ban o hacernos tattoos molones para la ocasión, lamentar las muertes de artistas para lograr el trending topic y presumir frente a nuestros amigos y/o seguidores que de cultivarnos y de verdad apreciar la música en toda su dimensión. ¿Dónde estaban todos aquellos que hablan de black metal en la red? ¿Dónde estaban todos esos que dicen que el último álbum de Deafheaven, Ulver, Myrkur, Abbath, Taake o Nile es delicioso o sublime? Supongo que bajándose la discográfia de Bowie a 320kbps.

El concierto de Primordial empezó con retraso, tras la actuación de los patrios Frozen Dawn y Foscor que hicieron lo que pudieron en una sala desierta, con cuatro gatos que pusieron muchas ganas pero que no podían disimular lo desangelado de la entrada, siendo Alan Averill el último en tomar el escenario con su atuendo casi militar, la cara pintada y su capucha. “Where Greater Men Have Fallen” sonó más lenta que en el álbum (algo que ocurrió durante toda la noche, como si fuesen a medio gas en todo momento, tampoco importa demasiado porque la principal característica de la música que practican Primordial no es precisamente la rapidez), muy épica y contundente pero inevitablemente mermada por el horrendo sonido de la sala.

Sin embargo, Alan tenía ganas y, mientras se amorraba a una botella de vino, no paró de animar a las primeras filas y motivar para que cantasen, presentó “Gods to the Godless” de su álbum del 2000, “Spirit the Earth Aflame”, en la que parece que el sonido mejoró levemente pero esta vez era el propio Alan quien pediría en varias ocasiones que subiesen su voz y es que cuando bajaba el tono y recitaba esos preciosos pasajes narrados era casi inaudible más allá de las primeras filas. “Autumn's Ablaze” del melancólico “A Journey’s End” (1998) y Alan nos pregunta “¿Tenéis miedo?”-gritó en repetidas ocasiones; “porque deberíais tenerlo” e hizo sonar la morbosa, lenta y densa “Babel's Tower”, una de mis favoritas de su último álbum.

Pero todavía había lugar para la ira y una escupida de pura rabia en “Traitors Gate” o la celebrada “As Rome Burns” de "To the Nameless Dead" (2007) que, a pesar de su tempo, sonó violenta y robusta en su base rítmica, además de conseguir Nemtheanga una interpretación verdaderamente intensa y creíble. “The Alchemist's Head” nos sacudió entre la calma y la virulencia de sus cambios de ritmo con la banda ya entrada en calor para la recta final con “The Coffin Ships”, cuya calma nos hizo entender que nos acercábamos a los últimos estertores de la actuación, algo que terminó por confirmar la folkie “Heathen Tribes” y la acelerada “Empire Falls” con la que se despidieron definitivamente. Para colmo, los allí presentes pedíamos un bis ante lo que Alan Averill se mostró solícito mientras los encargados de la sala se lo negaban por estar fuera de horario, abandonando el artista el escenario, supongo, completamente frustrado. A la salida no hubo avalancha posible, tan sólo un centenar de chavales ilusionados por un concierto de metal en un país como el que nos ha tocado vivir con miles de niñatos hablando de Mayhem o Burzum en redes pero incapaces de acercarse a un sólo concierto y un ánimo político y un devenir de los dioses y la crisis que nos sirve para disimular nuestras propias carencias y verdaderos intereses culturales. 

Nunca más deseemos ser nórdicos porque Odín nos castigará por tal tomadura de pelo; nos merecemos las giras que pasan por nuestras ciudades, los promotores que tenemos y la adocenada prensa amateur que es comprada con un pase y cuatro fotos, todo es a nuestra imagen y semejanza. Que nadie se sorprenda si Alan Averill no puede dedicarse a la música para ganarse la vida, como afirma en las entrevistas, y Primordial no pasan por España en su próxima gira. Al fin y al cabo, tan sólo unos pocos lo sentiremos de verdad.


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