Crítica: Jack White "Blunderbuss"

Prometo que la próxima vez que vea a Jack White en una de sus portadas o fotos promocionales con cara de póker, con mirar absurdo y vacío, como si fuese Johnny Depp en una película de Tim Burton o un Buster Keaton de tercera me saltaré un ojo con un cutter y vaciaré la cuenca con esmero. No puedo con The White Stripes y creo que ya roza lo patológico porque Jack White me parece uno de los personajes más detestables del panorama musical de, digamos, los últimos cincuenta años. Aparte de parecerme un farsante sin talento (más empeñado en pasar por caja que en preocuparse de hacer buena música) me parece irritante su manía de arrastrar a grandes músicos dentro de su espiral de mediocridad. Es inteligente en cuanto a la elección de compañeros dentro de sus proyectos y debo reconocer que no le falta visión para los negocios pero no hace falta mucho más que escuchar sus discos para darse uno cuenta de que toda su corta pero prolífica carrera es un enorme globo inflado por un público poco exigente y unos críticos sin mucho gusto o pocas ganas de hincarle el colmillo a un tipo tan insípido como White. "Blunderbuss" es un buen disco, suena bien, muy bien y está ejecutado a la perfección. ¡Faltaría más! Pero la voz de White y sus composiciones simplemente no están a la altura. Se habla de obra maestra, dejad que os ilumine; no vale lo que cuesta, no os dejéis engañar, recordad lo que os digo.

Los arreglos de "Missing Pieces" son soberbios y las guitarras tienen un excelente sabor añejo pero la voz de Jack White arruina el corte (algo que sucederá durante todo el disco) con un tono más propio de Alvin (y sus inseparables hermanos, las ardillas) que de un cantante de rock. Si Bono (U2) se convirtió a primeros de la década pasada en una caricatura de sí mismo, Jack White no ha ido muy desencaminado en la parodia de aquel indie de voz neurótica que asaltó las listas con "Seven Nation Army". "Sixteen Saltines" apesta a single en el peor de los sentidos, cuando uno la escucha siente que ha sido concebida para llegar a las listas, lástima que sea tan mala... Únicamente se salva la música porque el estribillo y el falsete de White se clavan en tu oído de manera irritante.

La percusión de "Freedom at 21" y las guitarras vuelven a ser lo único salvable de una canción en la que White vuelve a errar. Un pequeño apunte; presta atención al disco, escúchalo todo lo que puedas y te percatarás de que nuestro detestable protagonista parece cantar la misma melodía una y otra vez. El dislate del solo de guitarra únicamente hace que aumente la confusión. La bonita "Love Interruption"  con White acompañado de Ruby Amanfu es de lo mejorcito de este "Blunderbuss". ¡El disco que pondría las cosas en su sitio y daría que hablar coge "algo" de cuerpo en el cuarto tema, increíble! 

"Blunderbuss" mantiene el tipo tirando de country y con un tono de voz menos histriónico e histérico (lo que se agradece) y encaramos un pequeño bajón anímico que se confirma con "Hypocritical Kiss" en la que el protagonismo pertenece al piano y su suave y romántica melodía como en "Weep Themselves to Sleep", muy cabaretera y otro pequeño acierto que suma pero no decide. Un auténtico despliegue instrumental, imagínense estas canciones bajo el formato crudo y primitivo de White Stripes o bajo el rock universitario y descafeinado que practicaban The Raconteurs y descubrirán que, en efecto, la base es mala, el envoltorio de matrícula.

Volvemos a coger un poco de fuerza con "I'm Shakin'" de Little Willie John que, no nos vamos a engañar a nosotros mismos, habría interpretado con mucho más gancho Marty Mcfly en la fiesta de graduación de sus padres. Logra que la versión de Willie John (de 1960) suene aún con más fuerza. ¡Imaginad el despropósito! "Trash Tongue Talker" es puramente relleno low-fi con músicos de lujo (un contrasentido tras otro) mientras que en "Hip (Eponymous) Poor Boy" volvemos al country y en "I Guess I Should Go to Sleep" escuchamos una versión ñoña y aburrida de Mick y Keith.

Partiendo de la base de que para mí sólo hay una canción que se llame "On and On and On" y es la de Wilco, el comienzo de la de Jack White aburre al más pintado y "Take Me with You When You Go" se despide con regusto a Dave Brubeck y anuncio de Coca-Cola sesentero (lo que, sin duda, resultará muy auténtico y genuino para sus fans más modernetes, no lo pongo en duda).

Sé que esta crítica puede herir las sensibilidades de los fanáticos de The White Stripes en particular y el indie en general pero, con la mano en el corazón; ¿dónde estará este disco dentro de cinco años, nos acordaremos de él? En el fondo, soy generoso; una estrella por los músicos envueltos en semejante disparate y una estrella por habérmelo escuchado sin descanso durante las últimas dos semanas, porque yo lo valgo, no por White.

© 2012 Señor Peligro