Crítica: Warbringer "Wrath and Ruin”

Tras cinco años de silencio en el estudio, los titanes californianos del thrash metal, Warbringer, regresan con su séptimo álbum de estudio, "Wrath and Ruin” (2025), un álbum con el que convalidan su posición en la escena del metal contemporáneo, mostrando una evolución en su sonido sin perder la esencia que los caracteriza. Desde su formación en 2006, Warbringer ha sido una fuerza revitalizadora del thrash metal, insuflando nueva vida al sonido clásico de los años ochenta con una mezcla poderosa de influencias de bandas de la Bay Area como Exodus, Death Angel y Testament. "Wrath and Ruin” (2025), es un testimonio de su capacidad para abordar temas contemporáneos con honestidad brutal y realismo, envolviendo estas narrativas en una explosiva variedad de thrash metal que potencia su música por encima de la de otros de sus compañeros. La producción del álbum, a cargo de Mark Lewis y la masterización de Justin Shturtz en Sterling Sound, aseguran que "Wrath and Ruin” (2025) suene magnífico, destacando la destreza técnica y la energía de la banda. El guitarrista Adam Carroll y el bajista Chase Becker despliegan una potencia arrolladora, mientras que Carlos Cruz en la batería ejecuta cada golpe con precisión quirúrgica, contribuyendo a una base rítmica impecable.

La inicial "The Sword and the Cross", que establece la dirección de "Wrath and Ruin” (2025), con una agresión implacable, compleja y vertiginosa. "A Better World" es más breve más corta pero aún más feroz, con el vocalista John Kevill expresando su desilusión con la sociedad moderna a través de un fraseo vertiginoso y un registro vocal desgarrador, puro thrash. "Neuromancer" oscila entre el groove y la rapidez, con intrincados solos de guitarra de Carroll que elevan la intensidad de la pieza, mientras "The Jackhammer" equilibra brutalidad con técnica, destacando por una estructura progresiva que mantiene al oyente en vilo. "Through a Glass, Darkly" introduce elementos melódicos y acústicos antes de que la intensidad regrese con "Strike from the Sky", una canción que rinde tributo a Destruction con su estructura de thrash clásico. "Cage of Air" sorprende con su arreglo acústico, añadiendo una nueva dimensión al sonido de Warbringer y mostrando la versatilidad de la banda. Finalmente, el álbum cierra con "The Last of My Kind", una canción que alterna entre secciones de frenetismo y momentos más atmosféricos, dejando al oyente con una impresión duradera de la ferocidad y la habilidad técnica del grupo.

"Wrath and Ruin” (2025) captura todo lo que los seguidores aman de Warbringer, mostrando una banda que disfruta creando thrash metal pesado sin la carga emocional de trabajos anteriores. Aunque puede que no cambie la percepción de aquellos que ya tienen una opinión formada sobre Warbringer, esos que anhelan la época en la que Kevill parecía poseído encontrarán grandes canciones en este álbum. No es su mejor obra, pero tampoco pretende serlo, tiene momentos innecesarios y algunos pasajes excesivamente repetitivos, pero invita a lanzarse al moshpit. En un panorama donde el thrash depende cada vez más de arreglos sinfónicos y estructuras atonales, "Wrath and Ruin” (2025) es un recordatorio de que la brutalidad bien hecha sigue teniendo valor. Mis primeras escuchas creí escuchar un álbum repleto de novedades pero, de hecho, es la forma en que Warbringer ejecuta los viejos trucos de siempre lo que hace que este álbum sea tan bueno. La combinación de precisión instrumental y energía visceral aseguran que el disco se mantenga como una referencia en la escena del thrash contemporáneo. En definitiva, este es un álbum que, aunque no innova drásticamente, sí reafirma la importancia de Warbringer en la evolución del género y su compromiso con la agresión y la calidad.

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