Crónica: Wilco (Madrid) 27.06.2024

SETLIST: Handshake Drugs/ Evicted/ I Am Trying to Break Your Heart/ If I Ever Was a Child/ Pot Kettle Black/ You Are My Face/ Whole Love/ Bird Without a Tail/ Base of My Skull/ Box Full of Letters/ Annihilation/ Hummingbird/ Quiet Amplifier/ Either Way/ Impossible Germany/ Jesus, Etc./ Hate It Here/ Walken/ Spiders (Kidsmoke)/ California Stars/ Falling Apart (Right Now)/ I Got You (At the End of the Century)/

En plena ola de calor, el Auditorio del Parque Enrique Tierno Galván en Madrid se convirtió en el escenario de un nuevo capítulo para Wilco, la banda de Chicago que lleva tres décadas navegando entre el rock alternativo, el folk y la experimentación. Bajo el marco del ciclo Alma Occident Madrid, el sexteto liderado por Jeff Tweedy ofreció un concierto que, sin alcanzar las cumbres de sus noches más memorables, cumplió con las expectativas de un público fiel, que deseaba reencontrarse con unos músicos sin los cuales muchos no entenderíamos nuestra propia vida. El público madrileño tuvimos suerte, la noche se abríe cálida y despejada, hecha a medida para un repertorio que abarcó, fundamentalmente, sus clásicos. El ambiente, con un aforo respetable pero no abarrotado, destilaba esa calma expectante que precede a los conciertos de una banda que no necesita grandes alardes tecnológicos o un montaje exagerado para conectar. Tweedy, John Stirratt, Glenn Kotche, Mikael Jorgensen, Patrick Sansone y Nels Cline subieron al escenario con la sobriedad habitual de aquellos que saben que la música habla por sí sola, aunque el resultado final me dejó un sabor agridulce: fue un concierto sólido, pero carente de ese destello que eleva lo bueno a lo inolvidable. Como si Tweedy se conformase con lo que sabe que Wilco son, pusiesen la directa y prefiriesen firmar un concierto correcto, yendo sobre seguro.

Despegaron con “Handshake Drugs”, una canción que desde sus primeros acordes marcó el tono de la velada, gracias a su mezcla de urgencia y melancolía contenida. La guitarra de Nels Cline, una auténtica maravilla, tejió texturas que oscilaban entre lo visceral y lo etéreo, mientras Tweedy, con su voz áspera pero cálida, guiaba la canción con naturalidad, más cercano al susurro que de costumbre. Le siguió “Evicted” que trajo un aire más reposado, con el bajo de John Stirratt sosteniendo la melodía. El público se dejó llevar en “I Am Trying to Break Your Heart”, aunque la energía no terminaba de despegar. "You Are My Face" y "Whole Love" levantaron algo más el ánimo, con Glenn Kotche marcando un ritmo firme y preciso, pero la transición a “Box Full of Letters” mostró a la banda en piloto automático, como si el tema, pese a su pegada, no lograra encender del todo la chispa. El tramo central incluyó momentos destacados como la preciosidad que sigue siendo “Hummingbird”, donde la interacción entre los teclados de Mikael Jorgensen y el público volvió a conectarlos, mientras que la recta final se convirtió en una apuesta segura cuando desplegaron “Either Way”, “Impossible Germany” y “Jesus, Etc.”, un trío ganador que supieron rematar con “Spiders (Kidsmoke)” y la sensación general de haber llegado a un clímax que, sin embargo, sentí que no terminamos de alcanzar.

“California Stars” o “Falling Apart (Right Now)” se sintieron algo deslucidas, con una ejecución correcta pero sin el alma que solían destilar en otras giras, al igual que “I Got You (At the End of the Century)” o la bala perdida que fue “A Shot in the Arm” cuando decidieron no tocarla, cerrándose la noche con una sensación de tibieza: bello, sí, pero falto de esa catarsis que Wilco sabe ofrecer cuando están en su mejor forma o más descansados y es que, siendo mi décimo concierto suyo, tuve toda la sensación de que a Tweedy se le siente falto de energía. Horas después siento que el concierto de Wilco en Madrid ha sido un ejercicio de profesionalidad más que de pasión desbordada. La banda ha demostrado, como siempre, su capacidad para equilibrar la sofisticación de sus arreglos con la crudeza emocional que los ha definido desde su debut. Sin embargo, hubo momentos en los que la conexión con el público pareció quedarse a medio camino, como si la banda, agotada quizá por la intensidad de su gira europea, no lograra entregarse del todo. El Auditorio del Parque Enrique Tierno Galván y su acústica merecen mención aparte, lejos de la pista el sonido era pobre y sin matices, indigno del talento que desbordan los seis músicos sobre las tablas, al igual que la respuesta del público, aunque cálida, no alcanzó la efusividad de otros conciertos de Wilco en la capital. Para los de siempre, fue una oportunidad de reencontrarnos con canciones que han marcado nuestras vidas; para los nuevos oyentes, una introducción bonita pero no arrolladora de una banda que, en su mejor día, puede cambiar la forma en que uno escucha música. Wilco sigue siendo un tesoro del rock alternativo, pero esta noche en Madrid se quedó en un ejercicio sencillo, sin los picos de genialidad que los han convertido en leyenda.

© 2025 Jota
Video © 2025 PL