Crítica: Gruesome "Silent Echoes"

Desde 2014, la banda estadounidense Gruesome ha emprendido una misión apasionada: rendir homenaje a los primeros trabajos de Death, la icónica agrupación liderada por el legendario Chuck Schuldiner. Formada por veteranos de la escena death metal, incluyendo a miembros de Exhumed y Possessed, Gruesome no busca simplemente imitar, sino capturar la esencia innovadora de Schuldiner, cuya música siempre estuvo varios pasos adelante en su tiempo. Con su tercer álbum, “Silent Echoes” (2025), la banda da un salto ambicioso al emular el mítico “Human” (1991), una obra maestra del death metal progresivo que marcó un hito por su complejidad técnica y emocional. Es cierto que ”Twisted Prayers” (2018) no logró su objetivo, cuando intentaba replicar aquel salto cualitativo de Schuldiner entre "Scream Bloody Gore" (1987) y "Spiritual Healing" (1990), algo verdaderamente mayúsculo en todos los sentidos, pero “Silent Echoes” (2025) es otra historia; interpretado originalmente por Schuldiner junto a músicos como Sean Reinert, Paul Masvidal y Steve Di Giorgio, es un desafío monumental, pero Gruesome, liderado por el vocalista Matt Harvey y el baterista Gus Rios, lo aborda con una mezcla de reverencia y destreza. “Silent Echoes” (2025) no solo honra el legado de Death, sino que también demuestra la capacidad de Gruesome para equilibrar nostalgia y creatividad, manteniendo la ferocidad del death metal clásico mientras exploran territorios progresivos, cuando su dedicación al detalle y su habilidad para recrear el espíritu de una era dorada del género son evidentes, haciendo de este álbum un tributo que trasciende la mera imitación.

Las canciones de “Silent Echoes” (2025) reflejan un compromiso con la intensidad y la sofisticación que caracterizaron a “Human” (1991). “Condemned Identity”, establece el tono con riffs incisivos y la voz rasgada de Harvey, quien canaliza a Schuldiner con una precisión escalofriante. Esta, junto a “A Darkened Window”, destaca por su dinamismo, con solos de guitarra que evocan el thrash metal, pero siempre anclados en la brutalidad del death metal. “Frailty” y “Shards” logran un equilibrio perfecto entre agresividad y melodía, con cambios de tempo que recuerdan los estribillos memorables de canciones como “Suicide Machine” o “Lack of Comprehension” de Death. Gus Rios brilla especialmente en “Voice Within the Void (Astral Oceans)”, una canción instrumental que rinde homenaje a “Cosmic Sea” de “Human” (1991), con ritmos intrincados y atmósferas progresivas que muestran su destreza con las baquetas, siendo un punto álgido, con sus giros melódicos y progresiones, sintiéndose tan audaces como las de Death hace más de tres décadas (lo que no hace otra cosa que maravillarme, cuando escucho una y otra vez los discos de Chuck, más presentes que nunca en mi vida). Por su parte, “Fragments of Psyche” y “Reason Denied” cierran el álbum con furia controlada, donde los guitarristas Harvey y Gonzalez despliegan riffs venenosos en pasajes técnicos que capturan la esencia del death metal de los noventa. En un álbum en el que cada canción está impregnada de un brillo que recuerda el genio compositivo de Schuldiner y, sin embargo, Gruesome logra insuflar suficiente personalidad para que el disco no se sienta como una vulgar copia.

Como amante del death metal, “Silent Echoes” (2025) produce admiración cuando encuentro en este álbum un puente entre pasado y presente, una celebración de la visión de Schuldiner sin caer en la complacencia. Gruesome no solo recrean el sonido de “Human” (1991), sino que lo reinterpretan con una pasión que resuena en cada nota. La producción es magnífica, destacando la claridad de los instrumentos y la potencia de la voz de Harvey, mientras que Gus Ríos demuestra ser un digno heredero de los patrones rítmicos de Sean Reinert. Aunque algunos podrían argumentar que la banda carece del destello único de Schuldiner, creo que su objetivo nunca fue superarlo, sino honrarlo, y en eso triunfan rotundamente. “Silent Echoes” (2025) es un disco que invita a los oyentes a revisitar el legado de Death, pero también a apreciar el talento de Gruesome como una fuerza propia en el death metal técnico, un recordatorio de por qué este subgénero sigue siendo tan poderoso. Mi esperanza es que Gruesome continúe explorando esta senda, llevando el espíritu progresivo de Schuldiner a nuevas generaciones de amantes de los sonidos más extremos pero con inteligencia.

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