Crítica: Khemmis "Deceiver"

¿Sabes esa sensación cuando tienes ganas de un disco que te decepciona, pero, aún así, no puedes evitar no escucharlo y, lo peor aún, defenderlo creyendo que es mejor de lo que es? Pues eso es lo que me ocurre con “Deceiver” de Khemmis, porque cuando comienza a sonar “Avernal Gate” creo estar escuchando uno de los mejores discos del año pero, tras sucesivas escuchas, me doy cuenta de que no es así. “Desolation” fue un giro al metal más tradicional, sin olvidarse de su doom, ese por el que hace unos siete años nos hicieron creer que estábamos viviendo una nueva ola doommy con ellos y bandas como Pallbearer o Crypt a la cabeza, pero no, Khemmis han querido ampliar su paleta de colores y, mientras que no es algo malo por sí mismo, creo que desde “Hunted” (2016) no han vuelto a firmar algo tan redondo como aquel. Con ello no quiero decir que Khemmis sean una mala banda; Ben, Zach y Phil son músicos repletos de talento y una apuesta segura, tras la portada de Sam Turner, “Deceiver” es un disco repleto de emociones, calidad y canciones que me encantan, que me hacen vibrar y seguro que en directo son una apuesta segura, pero también creo que Khemmis funcionan mucho mejor y suenan de verdad sobresalientes es cuando se olvidan de subgéneros como el thrash, el death o el black y algunos de sus tintes en las canciones, para centrarse en el doom, que es donde mejor resultan. 

Así, “Deceiver”, arranca con “Avernal Gate” y una introducción acústica más propia de Opeth que del doom, pero no pasa nada, la canción suena compacta cuando se muscula y melódica cuando juegan con las estrofas y el estribillo, las voces edulcoradas y la contundencia de Zach tras los platos, ¿qué puedo decir en contra? Nada, esto es Khemmis en estado puro y me encanta. “House Of Cadmus” posee el tempo, los de Denver funcionan igual de bien al trote que cuando se convierten en un enorme bloque de granito y sentimos su influencia doom, a pesar de que las voces de Phil y Ben recuerden demasiado a Pallbearer o a Opeth cuando juegan a la filigrana melódica. Tampoco es un problema, el solo repleto de medios, gordito y dulzón, logra que “Deceiver” comience con las dos canciones apropiadas y, como oyente, crea que esta vez van a llegar de nuevo al sobresaliente. Y a ello contribuye otra canción como “Living Pyre”, en la que el doom hace acto de presencia de nuevo y Khemmis nos golpean en la cara; el amplificador repleto de grano y desierto, pero también de la pesadez apropiada para parecer que el trío es un auténtico megalodón. Magnífico.

Lo mismo que “Shroud of Lethe” (a pesar de esos primeros minutos propios de Opeth, de nuevo), siendo una de las grandes bazas de un álbum con tan sólo seis canciones en cuarenta minutos y cuatro de ellas claras ganadoras, mientras que “Obsidian Crow” es una de esas en las que sentimos que la nave naufraga; no sólo es olvidable sino que parece que van a destiempo (soy consciente de ello y le he dado su tiempo, la he escuchado un millar de veces y la sensación es siempre la misma) o “The Astral Road” en la que Khemmis fracasan en la influencia y su duración; casi nueve minutos de heavy metal (sí, aunque suene desfasado, es así) son muchos y, aunque disfruto de algunas de sus partes, la sensación global es de que se han confundido de dirección cuando lo que logran es el bostezo.

“Deceiver” es un buen disco, pero no es redondo y eso quizá sea lo que más me duela de Khemmis porque poseen la calidad necesaria y saben hacerlo muy bien, pero a veces creo que les falla la brújula. ¿Es disfrutable? Muchísimo, pero no la constatación que muchos necesitan para que Khemmis den ese salto tan merecido, cuando poseen las formas y la calidad más que necesaria. 

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