Crítica: Helmet “Dead To The World”

Hace muchos años, en los noventa, mencionar a Helmet era sinónimo de honestidad. Page Hamilton y la formación original practicaban un rock pesado, monolítico y musculoso que, a pesar de su solidez, no encajaba en una década en la cual eran demasiado alternativos para ser considerados por el público del metal y eran demasiado duros para ser tomados en cuenta por el público alternativo. Además estaba el problema de la imagen en una época en la que esta, muy al contrario de lo que cree todo el mundo, lo era casi todo, como hoy en día. Y es que el considerado rock alternativo nació a mediados/ finales de los ochenta como respuesta al que lideraba las listas; aquellas bandas de aspecto extravagante y caduco eran reemplazadas por tipos con camisetas y camisas de franela ya en los noventa, por una rabia punk y una angustia adolescente en la que Helmet no supieron o quisieron encajar y, posteriormente, a mediados de aquella década; cuando el grunge estaba más que muerto y el rock se fusionaba con la electrónica, Helmet compartieron exraños carteles con bandas que poco o nada tenían que ver con ellos.

Así, por ejemplo, abrieron para el mejor Marilyn Manson en su gira de presentación de “Antichrist Superstar” (1996) en la cual no podían tener menos que ver y, tras aquella y un notable “Aftertaste” (1997), Helmet desaparecieron como tal. Eran todo lo contrario a Manson pero tampoco tenían nada que ver con otros compañeros de su generación y, a pesar de la rotundidad de su música, el poco glamour exhibido y la escasa repercusión en las listas y bajas ventas acabaron con una banda que supo firmar “Strap It On” (1990), el maravilloso “Meantime” (1992) o “Betty” (1994), para ambos han realizado recientemente giras celebrando sus aniversarios, pasando por nuestro país, logrando capturar la magia y llevándonos de viaje a la adolescencia a todos los treintañeros que acudimos a verles y que, habiendo estado en las giras originales, no podíamos evitar perdernos la ocasión de reencontrarnos con aquellas canciones.

Volvieron en 2004 con “Size Matters” y se celebró como tal pero algo habían perdido por el camino, “Monochrome” (2006) y “Seeing Eye Dog” (2010) fueron la evidencia de que el proyecto de Page Hamilton parecía funcionar mejor en el recuerdo o sobre un escenario que en el estudio y cuando anunció que Helmet no publicarían más discos y, acto seguido, se embarcó en las giras de “Meantime” y “Betty”, todos entendimos que una de las bandas más de culto de los noventa y a la que siempre habíamos entendido como injustamente olvidados, aceptaban su papel y aquellas noches serían todo un regalo. Pero la música está llena de casos en los que los artistas se desdicen y cambian de opinión no tanto porque carezcan de integridad sino por lo mucho que aman lo que hacen y así Page Hamilton anunció orgulloso el lanzamiento de “Dead To The World”. ¿Y qué esperábamos todos aquellos que asistimos a sus últimas giras?

Pues una venganza de Hamilton, un regreso digno de una de las bandas más injustamente olvidadas de la era alternativa, un puñetazo sobre la mesa logrando capturar en disco ese sonido masivo de las guitarras, ese bloque de hormigón que es capaz de dejarte sordo pero con una sonrisa. Lamentablemente, “Dead To The World” no es nada de eso sino una decepción más a sumar en su carrera y el certificado de defunción de un músico honesto como Page Hamilton que parece no haber encontrado nunca su lugar o haberse equivocado de nuevo en un álbum que no sería tan malo si quizá lo hubiese sido firmado con otro nombre y en el que se desdibuja tanto, tantísimo la personalidad de la banda que les hace abandonar la etiqueta de metal para encontrarnos un power pop de regusto indie con melodías poco inspiradas, una voz irreconocible y unas guitarras que no tienen nada que ver con el espíritu de Helmet y el sonido que les hizo famosos en los noventa. Cierto es que la formación de sus años de gloria con Peter Mengede, Henry Bogdan, Rob Echevarria y John Stanier ya es cosa del pasado y por sus filas han pasado una gran cantidad de músicos, siendo Dan Beeman, Dave Case y Kyle Stevenson los que secunden actualmente a Hamilton pero es inútil buscar el cambio de norte en ellos cuando el único responsable es Page.

“Life or Death” es un horror, tan blanda y con un toque tan pop que asustará y confundirá a cualquiera que escuche “Dead To The World”, "I ♥ My Guru" mejora algo pero no termina de convencer quizá por las guitarras y porque, a pesar de levantar la cabeza, sigue siendo una composición sin garra o fuerza, como “Bad News” reincide en la orientación más blanda y accesible a la que supongo que habrá llegado Page Hamilton quizá queriendo algo del pastel del público de Foo Fighters pensando, con buena lógica, que parte de él le pertenece.

Tras “Red Scare” en la que recuperan algo de cuerpo y nos recordarán quizá a los Helmet que todos conocíamos llega el turno de “Dead To The World” en la que bostezaremos hasta el ‘spoken word’ de “Green Shirt” cuando escuchemos que no hay ni rastro de emoción. Pero lo peor de todo es que con “Expect the World” no mejoran las cosas y tan sólo “Die Alone” y “Drunk in the Afternoon” nos harán levantar la ceja y echar aún más en falta lo que podría haber sido este disco y en lo que finalmente se ha quedado tras la ñoña “Look Alive” o la innecesaria y lentísima versión de “Life or Death”.

Un álbum que no les devolverá al mundo de los vivos como no les hará llegar a un público que, pensándolo bien, tampoco les necesita cuando el único lugar posible para Helmet es en el recuerdo y la nostalgia de todos aquellos que les disfrutamos en los noventa. Hamilton continúa publicando bajo el nombre de Helmet aunque esto suponga hundir más en el ostracismo a la banda, aumentar la brecha entre lo que hicieron y hacen actualmente y confirmar que no siempre el que tuvo, retuvo…

© 2016 Jack Ermeister