Concierto: Leonard Cohen 05.10.2012 (Madrid)

SETLIST: Dance Me to the End of Love/ The Future/ Bird on the Wire/ Everybody Knows/ Who by Fire/ Darkness/ Sisters of Mercy/ Hey, That's No Way to Say Goodbye/ Amen/ Come Healing/ In My Secret Life/ Going Home/ Waiting for the Miracle/ Anthem/ Tower of Song/ Suzanne/ Night Comes On/ The Guests/ Heart with No Companion/ The Gypsy's Wife/ The Partisan Democracy/ Coming Back to You/ Alexandra Leaving/ I'm Your Man/ Hallelujah/ Take This Waltz/ So Long, Marianne/ First We Take Manhattan/ Famous Blue Raincoat/ Closing Time/ I Tried to Leave You/ Save the Last Dance for Me/

Y Leonard Cohen llegó a Madrid, puso un pie encima del escenario y todo el mundo se levantó y le recibió en pie no dejando que comenzase el concierto hasta que los aplausos no cesaron mientras el artista, conmovido, agradecía el recibimiento, se giraba y comenzaba a sonar "Dance Me To The End Of Love" y una voz grave, gravísima (en una octava imposible para el resto de los mortales y con una calidez ganada por los años) nos daba la bienvenida cantando; "Dance me to your beauty with a burning violin Dance me through the panic 'til I'm gathered safely in Lift me like an olive branch and be my homeward dove Dance me to the end of love". Pocos artistas son capaces de despertar la misma admiración y el mismo cariño que Cohen, pocos son los que han arriesgado y apostado tanto como él con una propuesta como la suya que, cuarenta años más tarde, sigue siendo tan innovadora y personal que no admite imitaciones ni alumnos. No canta, recita, no habla, ahora canta, después susurra, se arrodilla, clama, invoca y, sin embargo, no se ve sobreactuado, fluye sobre el escenario y alcanza unas cotas de intensidad nunca vistas en un concierto por ninguno de los asistentes. No hay más pantallas que las del recinto, no hay fuegos artificiales ni un escenario monstruoso, tan sólo unos músicos que acompañan a una voz que se cuela por todos y cada uno de los recovecos del Palacio de los Deportes de Madrid y hace vibrar los cristales con sus notas más graves. Parece un sueño pero "Dance Me To The End Of Love" acaba con la languidez de sus coros y llega "The Future" que se eleva con su energía y cuando el estribillo estalla con "When they said REPENT REPENT I wonder what they meant"parece que formamos parte del concierto en una suerte de comunión con el Canadiense más famoso de todos los tiempos.

"Everybody Knows"
(foto de Libertad Digital)
"Gracias por el recibimiento, no sé cuando volveré pero prometemos que esta anoche os daremos todo lo que tenemos" y el maestro no mentía cuando nos agradecía la ovación y por delante nos quedaban casi cuatro horas de concierto con setenta y ocho años, lo que debería de servir para vergüenza y escarnio de todas esas nuevas generaciones de supuestos artistas que, después de sacarnos el dinero, se largan tras apenas una hora u hora y media. Una Telecaster nos introduce en "Bird On Wire" y el clamor vuelve a apoderarse de todo el recinto con unos versos que suenan plenamente actuales en nuestro tiempo y cada uno puede (y debe) hacer suyos; "Oh like a bird on the wire, Like a drunk in a midnight choir I have tried in my way to be free"

Pero es que una de las grandes cualidades del verdadero arte es precisamente su carácter inmortal, su condición atemporal y pocas veces un escritor da tanto en la diana como para que una canción como "Everybody Knows" suene tan demoledora tantos años después de haber sido compuesta; "Todo el mundo sabe que los dados están trucados, todo el mundo los lanza con sus dedos cruzados. Todo el mundo sabe que la guerra se acabó, que los buenos perdieron. Todo el mundo sabe que la pelea estaba amañada, el pobre permanece pobre mientras el rico se hace más y más rico. Así es  como va todo esto, todo el mundo lo sabe" Y yo, que nunca pensé que podría escuchar estas y otras canciones en directo, es la segunda vez que escucho "Everybody Knows" y no puedo evitar emocionarme. ¡La de veces que he pinchado "I'm Your Man"(1988) en mi habitación! Pero ahora estoy rodeado de otras miles de gargantas que la cantan o, por lo menos, la han hecho suya igual que yo y Leonard nos la regala esta noche.

Leonard Cohen en su concierto madrileño
(Foto de Agencia Efe)
La introducción del zaragozano Javier Mas en "Who By Fire" es de quitarse el sombrero y Cohen no duda en hacerlo, emociona y deleita. Javier es una de las piezas fundamentales de las últimas giras de Leonard Cohen, es un auténtico monstruo que toca el laúd, el archilaúd, la bandurria y la guitarra de doce cuerdas con tanto arte como aparente facilidad. "Darkness" es una de las nuevas canciones de "Old Ideas" (2011) y se integra dentro del mítico repertorio de Leonard, la armónica y dos Telecaster sirven para darle un contrapunto bluesy que se agradece pero "Sisters of Mercy"es la que vuelve a arrancar un suspiro y nos invade en oleadas de placer mientras esa voz tan profunda va narrando.  "Hey, That's No Way to Say Goodbye" es tan bonita y suena tan bella que emociona a miles de nosotros mientras "Amen" suena atronadora en su garganta; "Tell me again when I'm clean and I'm sober, Tell me again when I see through the whore. Tell me again, tell me over and over, tell me that you want me then. Amen, amen, amen, amen" y esos "Amen" que suenan vibrantes y desgarradores. ¿Cuántos artistas cercanos a cumplir ochenta años son capaces de dar un concierto multitudinario e interpretar varias canciones de su nuevo disco? Sólo los elegidos

"Come Healing" también de "Old Ideas" se acomoda en las preciosas voces de las hermanas Webb e "In My Secret Life" hace que todos la cantemos; "Sonrío cuando estoy enfadado. Miento y engaño. Yo hago lo que tengo que hacer Para salir adelante. Pero sé lo que está mal, Y sé que es correcto y moriría por la verdad en mi vida secreta" Pero realmente lo sorprendente no es que la gente se emocione con "Who By Fire", "Sisters Of Mercy" o un clásico reciente como "In My Secret Life" sino que estallen en un gigantesco clamor cuando Leonard Cohen interpreta a Dios y habla consigo mismo en "Going Home" cantando; "Me encanta hablar con Leonard, es un deportista y un pastor, es un cabrón perezoso que vive en un traje" tal fue la respuesta que tuve que darme la vuelta para contemplar a toda esa marea humana aplaudir una canción que apenas lleva unos pocos meses publicada y cuya fina ironía no está al alcance de todo el mundo.

Llegamos a la densísima y maravillosa "Waiting for the Miracle" y sus casi ocho minutos que, sin embargo, todos recitamos y pasa en un satiamén. Llega mi estrofa favorita; "Ah I don't believe you'd like it, You wouldn't like it here. There ain't no entertainment And the judgements are severe. The Maestro says it's Mozart But it sounds like bubble gum When you're waiting For the miracle, for the miracle to come" y sonrío recordando cuando mi madre, siendo muy jovencito, me regaló el libro "Un acorde secreto"...


"Anthem" despide la primera parte del concierto de manera animada y la promesa de volver tras quince minutos. Caras de satisfacción y caos en los accesos, tenemos a Jorge Drexler sentado al lado nuestro y un amabilísimo Joaquín Sabina a nuestra izquierda pero no son los únicos artistas que no han querido dejar pasar la ocasión de ver a Leonard Cohen en Madrid. En el escenario colocan un teclado y aparece el canadiense errante cantando "Tower Of Song" y todos volvemos a aplaudirle (y muchos levantarse) cuando entona; "Yo nací así, no tuve otra opción, nací con el don de una voz de oro" porque es verdad y nadie puede dudarlo.  Pero si buena había sido la primera parte del concierto, la segunda se prometía jugosa y después de "Tower Of Song" sonaba, nada más y nada menos que la inmortal "Suzanne" con Cohen armado con su guitarra y el debut de "The Guests", todo un regalo del que no nos da tiempo a reponernos porque la animada "Heart with No Companion" enciende las palmas y Cohen sonríe cuando nos escucha.  Estábamos asistiendo a un pedacito de historia de la música, nos sentímos eternos y claro que habíamos alcanzado grandes cotas de emoción pero nada comparado a escuchar "The Partisan" y oírle cantar en francés, ¡cómo resonaron esos versos de "He cambiado de nombre un centenar de veces, he perdido mujer e hijos pero tengo muchos amigos, tengo a toda Francia" Enorme, simplemente enorme, tan emotivo que cuesta explicarlo con palabras, de nuevo Javier Mas nos atrapó a todos.

"Dance Me to the End of Love"
(Foto de El País)
Irónicamente, "Democracy" aligera la cara gracias a su acompañamiento y "Coming Back to You" y "Alexandra Leaving" con Cohen en un segunda plano mientras deja hacer a las hermanas Webb y Sharon Robinson nos preparan para la tanda final con un "I'm Your Man" que volvió a acalorar los ánimos y los gritos cuando, cambiando la letra original, Cohen se soltó y cantó; "If you want a lover I'll do anything you ask me to And if you want another kind of love I'll wear a old man mask for you" y sonó ese acorde secreto en "Hallelujah" que estalló como una plegaria, un ruego en una especie de catarsis colectiva. "Take This Waltz" nos llevó a Granada y Viena y en ese momento todos abandonamos nuestros asientos y corrimos hacia el escenario para cantar a su lado un "So Long, Marianne" en comunión en el cual no pararon de tirarle cartas sobre el escenario que él, con una educación y sensibilidad exquisitas, recogió una por una para luego leerlas. Pero esto no ha acabado y cumplo uno de mis sueños cuando, apoyado en la valla de seguridad y con Cohen a escasos dos metros, suena la profética "First We Take Manhattan"; "Me amaste como a un perdedor. Pero ahora estás preocupada porque he ganado. Sabes como detenerme. Pero no tienes la disciplina para hacerlo. Cuantas noches recé por ésto: dejar que mi trabajo comenzara. Primero tomaremos Manhattan. Luego, Berlín" cantada, palabra por palabra, por todos. Fue perfecta, sonó mágica.

"Famous Blue Raincoat" y parece que todo llega a su final con "Closing Time" pero todavía guarda en la recámara  "I Tried to Leave You" y "Save the Last Dance for Me" para quitarse el sombrero ante nosotros y, con las luces encendidas, agradecernos la noche. Quizá él no sepa cuando volverá, cuándo será la última pero, por favor, que no se vaya nunca.


© 2012 Jim Tonic