Crítica: Bob Dylan "Christmas In The Heart"

¿Bob Dylan cantando villancicos? ¡Pero si es judío! ¿Necesita más dinero? ¿Se está burlando de esas cancioncillas tradicionales? Ese desconocimiento y falta de información fue el que hizo que este álbum de Bob Dylan no alcanzase las ventas esperadas (a pesar de que llegó al número uno del Billboard navideño y el puesto veintitrés del general, todo un hito para un disco de estas características). Primero, hay que aclarar que Bob Dylan no es judío desde hace muchísimos años (se supone que abrazó la cristiandad hace mucho tiempo), que no hay burla alguna en todo el disco, cuyas interpretaciones de clásicos navideños como "O' Little Town of Bethlehem" o "Have Yourself a Merry Little Christmas" rozan una intensidad tal que son capaces de emocionar a los menos creyentes y que Bob Dylan, actualmente, disfruta de un status de leyenda intocable que le permite hacer lo que le de la real gana pero, para todos aquellos que veían ánimo de lucro en el de Duluth, éste les propinó un soberano puntapié cuando anunció, con su habitual sobriedad y desde el primer momento que se supo que estaba grabando este disco navideño, que todas (absolutamente todas) las ventas serían destinadas al "Programa Mundial de Alimentos" de la ONU y la ONG llamada "Feeding America". No hablamos de destinar un mísero porcentaje sino todas las ganancias generadas por el álbum navideño de toda una auténtica institución de la música.

Y con esta información nos disponemos a pinchar, otra vez en Navidades, este "Christmas In The Heart" ("Navidades en el corazón") cuyo productor era, nada más y nada menos, que el propio Dylan bajo su seudónimo a los mandos; Jack Frost. ¿Cómo suena? Imaginad a una destartalada banda de folk interpretando en directo todos estos clásicos, simplemente maravilloso.

"Here Comes Santa Claus" es un comienzo de libro, perfectamente ambientada y con un toque folk que se funde con el villancico logrando la simbiosis perfecta. ¿Acaso un villancico no es folk? "Do You Hear What I Hear?" y su cadencia a lo "Dixieland" es devorada por la personalidad de Dylan hasta hacerla completamente suya, lo contrario de "Winter Wonderland" que conserva su encanto pese al sureño slide y sus coros celestiales. "Hark The Herald Angels Sing" es tan sentimental que es capaz de arrastrarte hasta los parajes navideños más nevados como "I'll Be Home For Christmas"  en la que el bueno de Bob se arranca con tan sólo un piano tras su rasposa y nasal pero deliciosa y peculiar voz.

La curiosidad está servida en "Little Drummer Boy", ¿Dylan cantando "El tamborilero"? Sí, y lo resuelve perfectamente, sonando sobrio y sin adornos, sin caricaturizarlo como han hecho otros muchos intérpretes con, supuestamente, mejores cuerdas vocales. Y volvemos a la copa y al crooner con "The Christmas Blues" y el morbo de nuevo en escucharle cantar "O' Come All Ye Faithful" (Adestes Fideles) como si estuviese en el coro de cualquier iglesia. 

La versionadísima "Have Yourself a Merry Little Christmas" toma un nuevo significado en su voz. Siempre he pensado que es mejor una voz con heridas de guerra y experiencia (como puede ser la de Dylan, Waits o la ya profundísima de Cohen) que la voz técnicamente perfecta de un treintañero dedicado al pop o una chavala  de Barbados cuya única preocupación sea de qué color teñirse el pelo. "Have Yourself a Merry Little Christmas" suena como tiene que sonar, llena de sentimiento.

Pero si debiese quedarme con una, sólo una, sería la más representativa del conjunto, la elegida para hacer el video promocional, la más parecida a un single. La canción infantil "Must Be Santa" se convierte en toda una celebración tabernaria, llena de locura y desenfreno como muestra su videoclip. Por cierto, muy criticado. ¿Por qué? Muestra lo que parece una fiesta navideña en una casa en la que la gente parece feliz y pasárselo bien (todo un crímen, claro) mientras un Dylan mas desinhibido que nunca (usando la lacia peluca larga de su, por otro lado horrorosa, película "Masked And Anonymous") baila y canta la canción como si fuese el espíritu de la Navidad. Es curioso que la gente, incluso en estas fechas, no conserve nada del sentido del humor, aún así, fue todo un éxito.

Volvemos a la calma con "Silver Bells" y de nuevo el slide sureño y "The First Noel" con los coros parecidos a  "Winter Wonderland", preciosa y sentida de nuevo. Pero otra de las sorpresas es la hawaiana "Christmas Island", con espíritu navideño, veraniego, sesentero e incluso surfero. ¡Todo mezclado en una sola canción!

Y llegamos al final de este "Christmas In The Heart" con "The Christmas Song" de la mano de Jack Frost y una "O' Little Town of Bethlehem" capaz de provocar la nevada más navideña con Bob a los manos de las emociones. No digo que sea su mejor disco pero sí el gran intento o acercamiento de un auténtico gigante de la música a un género tan especial como difícil, un auténtico caramelo, un regalo para todos aquellos que disfrutan de su música y/o desean disfrutar en estas fiestas escuchando un poco de calidad y sinceridad entre tanta basura comercial. Altamente recomendado.

© 2011 Seymour Glass