Crítica: AC/DC "Highway To Hell"

¡Qué complicado es escribir sobre discos tan emblemáticos como éste "Highway To Hell" de 1979! ¡Menudo año, menuda década que se despedía perezosa hacía unos años ochenta todavía auténticamente gloriosos en algunos aspectos pero que dejaban vislumbrar todos los clichés propios del agotamiento al que el rock había llegado! Pero es que los setenta fueron enormes, algunos de los mejores discos de la historia están contenidos en apenas esos diez años y es increíble asistir al espectáculo, al alto nivel creativo de bandas que, por aquel entonces, era tan sólo chavales con ilusión que hoy son recibidos como auténticos gigantes, leyendas que parece que siempre han estado ahí cuando lo suyo ha sido el trabajo duro del día a día. ¿Qué puedo decir sobre un disco como "Highway To Hell"? A veces es mejor pecar de modesto, ser humilde y, sin intentar descubrir el ingrediente secreto, limitarse a homenajear esa obra en la que todos hemos encontrado refugio en algún que otro momento de nuestras vidas. ¿Es posible encontrar refugio en un disco como el de los australiano? ¡Por supuesto que sí! El último disco con el malogrado, el mítico e inconmensurable, Bon Scott es un mundo en sí mismo.

AC/DC quería y debía dar el salto definitivo hacia el estrellato, sus actuaciones cada vez eran más incendiarias y explosivas así como la reacción de su público que, instintivamente, sabía que el grupo iba a estallar de un momento a otro. Atlantic les presionaba para dar el paso definitivo, tenían una buena colección de nuevos temas a los que querían dar la pizca de éxito comercial al otro lado del charco junto con la autenticidad que transpiraban por sus cuatro costados y su discográfica, también empeñada en ello, les aconsejó a Eddie Kramer (productor  de bandas como Led Zeppelin, Hendrix, Frampton, Kiss, Beatles o los Stones) pero la unión entre el sudafricano y los australianos no fue tan provechosa como todos creían, así que el grupo se encontró sin productor (ya que Harry Vanda y George Young también habían abandonado los mandos de la nave, siendo este disco el primero en el que no participan).

Así que Michael Browning propuso a Robert John Mutt Lange (cuya carrera, a excepción de AC/DC y Deff Leppard no es tan espectacular como la de Kramer) que supo darle al grupo el sonido que éste requería, les abandonó a drede en sus propias aguas e hizo que sus canciones se empapasen de los ecos de la catedral del blues y el rock más sucio. El riff con el que se abre "Highway To Hell" es tan sencillo, abrasivo y reconocible que no sólo se convertiría en el tema por excelencia del disco o del grupo, sino de la historia del rock. En tres minutos y veintiséis segundos, las guitarras de los hermanos Young, la garganta de Scott, el bajo de Williams y el ritmo de Rudd sintetizan lo que de festiva y gloriosa tiene la música rock, una celebración cuya carretera te lleva al infierno con una sonrisa, nunca un estribillo te hizo desear conducir hacia las llamas, tan grande que es imposible describirla con palabras.

Pero "Girls Got Rythm" no deja descanso y el riff de Young vuelve a ser todo lo caliente que puede ser una Gibson SG que chilla y retuerce sus cuerdas "cuando las chicas llevan el ritmo". Tercera canción, más calmada pero otro clásico, "Walk All Over You" que, desde su comienzo glorioso, hasta el traqueteo del tren más clásico nos desborda de afilados guitarrazos para sólo encontrar la calma en el estribillo. "Touch Too Much" es una canción diferente (con una cadencia nueva en la voz de Scott) para un grupo como éste y es toda una maravilla, el sonido es realmente apabullante, rock clásico, con sabor, enorme y lleno de sentimiento.

"Beating Around The Bush" es mi favorita de todo el álbum. ¡Y mira que es difícil decantarse por una pero es que este rocanrol lleno de blues, pasado por la batidora del rock más espídico y adrenalínico, es adictivo! Un blues n' roll que arde en llamas y zumba con la guitarra de un Angus que toca poseído. "Shot Down In Flames", pura fiesta bajo el marcadísimo ritmo de Rudd y un solo de ANgus para quitarse el sombrero. Una vez dijo que nunca preparaba las partes de la guitarra sino que se limitaba a "sentir" y tenía la inmensa suerte de que sus dedos transmitían lo que su alma les pedía. ¡Qué afortunados que somos por poder escuchar a Angus! Quizá no sea un guitarrista muy técnico pero suple esa carencia gracias a la cantidad de emociones que puede llegar a destilar con su Gibson. ¡Qué solo el de "Shot Down In Flames", es pura magia!

"Get It Hot" avanza setentera y marcial, sin retroceder un palmo en llevar al disco hacia la historia mientras un desenfadado Scott canta dejándose la garganta y podemos imaginarle sonriendo mientras lo interpreta. "If You Want Blood (You've Got It)" es una de las mejores del disco, rock lleno de actitud y  mala leche y otra vez más unas guitarras que quitan el hipo en uno de esos estribillos marcados a fuego en el imaginario del rock. "Love Hungry Man" tiene la desgracia de estar entre un corte como el que acaba de sonar y el colosal final de este "Highway To Hell" pero, aunque más calmada de revoluciones, destaca el bajo de Williams y uno agradece la bajada de decibelios antes de la última gran sorpresa; una enorme "Night Prowler" cuyo significado es mucho más sencillo del que algunos creían ver, que pasó a la fama (entre otras muchas cosas) por ser una de las favoritas del asesino en serie Richard Ramírez (el cual fue bautizado por la prensa como la canción), un blues lento, lleno de fuego (como no podía ser de otra manera en este disco) que sería la envidia de los Rolling Stones. Porque AC/DC puede hacer lo que quiera y con este disco no lo demostró sino que lo confirmó. ¡Qué grandes!

© 2011 Jim The Real Fuckin' Tonic