Crítica: In Flames “Foregone”

Si me pinchas no sangro, si me llegas a decir que In Flames, tras discos tan horrendos como "I, the Mask" (2019), la versión remozada de “Clayman” o “Battles” (2016), serían capaces de grabar un álbum como “Foregone” te habría dicho que estás soñando, que In Flames -a excepción del directo, claro- han muerto en estudio por culpa de Fridén y Gelotte. Pero ya lo advertí en mi crítica del debut de The Halo Effect y, tras verlos en directo, lo pude constatar cuando In Flames pasaron con su gira junto a At The Gates y la sensación de ilusión que transmitían; no hay nada como que los de Stanne hayan surgido para encabronar a lo que quedaba de In Flames y alentarlos a publicar lo que el público pedíamos. Se acabaron los coros infantiles, las bases programadas, el exceso de azúcar y han vuelto las guitarras acústicas, los riffs reconocibles, las líneas melódicas con estilo para decir adiós a su vertiente más fácil. Björn asegura que “Foregone” es un clásico instantáneo y, no queriendo quitarle la razón ya que el tiempo es el único juez capaz de decidir si así será, sí que puedo asegurar que este último álbum de In Flames es posiblemente lo mejor que han publicado desde “Come Clarity” (2006) y eso son diecisiete años, demasiados como para haberlos tomado a la ligera y no sopesar lo que estoy escribiendo.

“Foregone” no es lo mejor que han grabado, tampoco sé si se convertirá en lo que ellos más desean (ese álbum publicado posteriormente a la salida de Jesper, Engelin, Iwers y Svensson, que demostrará que Björn y Fridéns poseen el talento necesario), pero es un disco que en cuanto pinchas y escuchas la acústica de "The Beginning of All Things That Will End" sabes que está escrito para dejar huella, quizá la introducción más bella que hayan grabado en muchísimo tiempo, será tan sólo la excusa para prepararse a salir al escenario, pero también para tomar tus sentidos y recordar por qué muchos amamos a esta banda, además de prepararte para soltar una bomba como “State Of Slow Decay” que, aunque ya pudimos escuchar como single y en directo, en el disco se convierte en la mejor forma de abrir fuego, gracias a su incendiario y rapidísimo riff. El bajo de Bryce suena furioso mientras Wayne cabalga su batería y Broderick y Gelotte hacen saltar chispas, el tono rasgado de Fridén es aquel que todos recordamos de sus mejores grabaciones, no hay un segundo para las voces melódicas hasta el estribillo, tras un solo magníficamente interpretado. “Meet Your Maker” posee un gran groove que desemboca en un pegadizo estribillo a medio tiempo y las voces limpias, cien por cien sonido In Flames, sin sonar como en discos anteriores, cuando ni siquiera “Bleeding Out” parece una concesión, a pesar de su contagiosa melodía.

De esta forma, llegamos al ecuador de un disco en el que, por primera vez en mucho tiempo, no hay necesidad de pulsar el salto a la siguiente canción, de saltarse ninguna y cuando la agresiva "Foregone, Pt. 1" llega, uno siente que todo encaja, Bryce y Wayne nos llevan a toda velocidad hasta el puente acústico de Gelotte, estrofa y solo, hasta ese bonito inicio que posee su segunda parte, "Foregone, Pt. 2”, como si los In Flames de “Whoracle” (1997) hubiesen regresado, por sorpresa, en pleno 2023 y hubiesen grabado un digno sucesor. ¿Estoy exagerando? Para nada, “Foregone” es un disco en el que incluso sus canciones menos brillantes (como es el caso de “Pure Light of Mind”) poseen una guitarra, un riff, una melodía o un puente que las justifica, y cuya posición está plenamente pensada cuando tras ellas te sacuden con un single como “The Great Deceiver” en el que Gelotte y Broderick brillan con luz propia. Un álbum en el que no hay una sola canción mediocre, e incluso cuando bajan las revoluciones, “A Dialogue in B Flat Minor”, resuenan magníficos, revitalizando el sonido de los suecos. 

La forma en la que rompen “In The Dark” con acústicas nos llevan de vuelta a 1997, como también da la sensación de que saben cómo volver robustos sus nuevos riffs, “Cynosure”, y darle su espacio a Bryce, hasta ese cañonazo que es “End The Transmission”, con un Fridéns sonando como hacía tiempo que no sonaba. Ahora la pregunta es, ¿si sabíais lo que queríamos por qué tantos experimentos? ¿si sois capaces de grabar discos así, firmar canciones como las que dan cuerpo a “Foregone”, por qué nos habéis castigado con otras? In Flames han grabado, por primera vez en mucho tiempo, un disco que sí representa lo que son en directo y es digno de su mejor pasado. Si me lo llegas a decir hace unos meses, me habría reído con ironía, ahora sólo deseo que vuelvan a girar por nuestro país cuanto antes. 

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