Crítica: The Hellacopters "Eyes of Oblivion"

Voy a ser claro; Nicke Andersson en zapatillas y pijama, tirando la basura es más rock and roll que tú. Dregen en chándal, paseando a su perro, tiene más rock en sus venas que toda la escena musical de los últimos veinte años. Y podría seguir así eternamente, porque estamos ante el primer álbum de The Hellacopters con material original en diecisiete años, tras "Rock & Roll Is Dead" (2005) y esto, que ahora resumimos en unas pocas líneas, significa una vida entera para muchos de nosotros. Y es que hace mucho que The Hellacopters significaron un soplo de aire fresco a mediados de los noventa con un artefacto tan delicioso como "Supershitty to the Max!" (1996), encadenando varios títulos como "Payin' the Dues” (1997), “Grande Rock” (1999), “High Visibility” (2000) o “By the Grace of God” (2002) hasta que el telón bajó y The Hellacopters desaparecieron. Es por eso que su regreso, su gira y la noticia de la vuelta de Dregen, además de la grabación de este disco, nos llenaron de ilusión a aquellos veinteañeros que sudamos entre empujones en las primeras filas de sus conciertos hace más de una década. Todo resumido en un disco, como es "Eyes of Oblivion", que suena a The Hellacopters desde el primer segundo y en el que la muerte de Dahlqvist (nuestro querido Strings) nos ha traído de vuelta a Dregen y con él la sensación de inmediatez. 

Con todo, a pesar del baño de nostalgia, del sonido que logran en el álbum y las buenas maneras, "Eyes of Oblivion" posee la fuerza y las ganas, sirviendo como acicate perfecto para salir de gira una vez más, para enganchar a las nuevas generaciones, pero carece de composiciones a la altura de, por ejemplo, “High Visibility” (2000) o “By the Grace of God” (2002), lo que no es una mala noticia mientras haya otras en la recámara como “Reap A Hurricane” y “Can It Wait”, auténticos balazos de rock and roll, disparados con precisión sueca, con las guitarras de Nicke y Dregen sonando más crudas y directas que nunca, mientras Lindström apuntala con las notas de su piano. “Reap A Hurricane” es la mejor opción para abrir un álbum que continúa su ascensión, como un cohete, con “Can It Wait” para, como diría Rob Gordon, manejar nuestro estado emocional a su antojo con el posicionamiento de la sentidísima balada que es "So Sorry I Could Die", en tercer lugar; repleta de sentimiento.

"Eyes of Oblivion" es un medio tiempo que, a pesar de sus maneras, tira de influencia pop, acercándolos al rok garajero de los noventa en un estribillo que se pega y del que cuesta deshacerse, mientras "A Plow And A Doctor" y "Positively Not Knowing" continúan abriendo la herida y echando fuego a las calderas de una banda que parece no aflojar hasta la glammy "Tin Foil Soldier" por Marc Bolan o por MC5 en “Beguiled”. Imposible quejarse de un disco que cierra con la bonita “The Pressure's On” y una canción como “Try Me Tonight”, con las mismas maneras que comenzaba "Eyes of Oblivion", abrasando. No es su mejor disco, pero sí uno notable por el que muchas otras bandas matarían. Siempre es una buena noticia el regreso de Anderson, pero que The Hellacopters vuelvan a estar en activo y girando por un mundo post pandémico, con el rock dando sus últimos coletazos de vida, no es solamente una buena noticia sino quizá la única en unos años en el que las pérdidas se cuentan por docenas y no hay tantos nombres para reemplazarlas.

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