Crítica: Meshuggah "Immutable"

Meshuggah no tienen nada que demostrar a nadie y punto, así de sencillo. “Nothing” (2002) fue el último manotazo sobre la mesa del metal moderno, aquel con el que los suecos dijeron; “estamos aquí, hemos llegado antes que tú y todo lo que quede es un regalo que os hacemos”. Con esto me refiero a que Meshuggah son, posiblemente, una de las pocas bandas de metal contemporáneas en buen estado de forma (esto último es muy importante) que pueden presumir de haber llevado el subgénero a otro nivel, a otros terrenos, inventar su propio estilo y llevarlo al extremo, elevarlo al cubo. Piénsalo bien, muchas bandas llegan a territorios ignotos, pero, ¿cuántos saben quedarse ahí y, mucho más difícil, llevarlo a otro nivel sin que parezca una casualidad? Exacto, muy pocos. Y la banda de Umeå lo han logrado, por lo tanto, todo lo que hagan tras títulos como “Destroy Erase Improve” (1995), “Chaosphere” (1998) o “obZen” (2008) y una discografía de notable alto, es un auténtico regalo, una pequeña propina que nos llevamos aquellos que cuando se suben al escenario los suecos, se nos desencaja la mandíbula cuando somos testigos de semejante maquinaria de precisión. 

Así pues, el noveno álbum de Meshuggah nos llega tras la publicación de tres adelantos que nos servían para abrir boca y vislumbrar el nuevo monstruo parido en los Sweetsport Studios. Y tras escucharlo largo y tendido, a lo largo y ancho, he de reconocer que “Immutable” no es su mejor disco, la banda prosigue con su hoja de ruta en la que no hay grandes sorpresas, capturando su esencia y, aunque no descubran la rueda de nuevo sí les sirve para profundizar en su propia propuesta, en un álbum en el que Meshuggah parecen sentirse cómodos en su exhibición, de su actuación, en el que se escucha a una banda repleta de maestros que disfrutan interpretando sus nuevas canciones y dejando pequeñas pistas de su propia inspiración; en “Immutable” es fácil detectar quienes son aquellos nombres con los que los suecos vibran, su amor por el progresivo de alta alcurnia y su pasión por la música.

Desde el primer minuto, el primer segundo, “Broken Cog”, te vuela la cabeza; no es sólo Haake, sino las guitarras de Hagström y Thordendal, todo encaja y suena de manera matemática. Una introducción perfecta, en la que se sienten como un puto muro de hormigón hasta “The Abysmal Eye” y el despegue estelar del álbum. Jens Kidman devora galaxias y Haake aprieta como nunca, canciones como "Light The Shortening Fuse" o “Phantoms” ahondan en esa sensación paradójicamente deliciosa sensación claustrofóbica, mientras las guitarras de "Ligature Marks” juegan en un tempo diferente al del músculo rítmico de Haake y Lövgren, logrando el espejismo con el que Meshuggah saben manejarse tan bien. "God He Sees In Mirrors" aumenta la complejidad de un álbum que no se lo pone fácil a los no iniciados en el universo de los suecos y prueba de ello es “They Move Below”, la canción más extensa del disco (no la mejor, me gustaría dejarlo escrito) y en la que Haake da rienda suelta a los caballos progresivos de una banda que se deja seducir por una composición-río en la que, lógicamente, todo fluye de manera orgánica y cuando los músicos se van sumando hasta alcanzar el clímax en el puente y tras la exhibición de Hagström y Thordendal, dar la sensación de que Haake remata la composición con empujones de su pantagruélico set de batería. 

“Kaleidoscope” es el ataque irredento que menos podrías esperar de una banda que parece cerrar la primera parte del álbum con el anterior esfuerzo de diez minutos y parecen desbocarse "I Am That Thirst” tras el densísimo interludio de death metal en “Black Cathedral”. Es cierto que, aunque loables, los esfuerzos de "The Faultless" y "Armies Of The Preposterous" nos llevan de manera correcta pero sin la intensidad necesaria a la relajante “Past Tense” que, siendo sincero, tras semejante agresión de más de una hora, es de agradecer.

“Immutable” es un disco agradecido, de notable alto, que crece cada vez que lo escuchas y en el que se siente a una banda que recoge con comodidad los frutos de una carrera espectacular y, en lugar de aburguesarse, nos hacen disfrutar haciendo lo que mejor saben hacer. Es verdad que “Immutable” no es innovador, pero también es verdad que todo lo que firman Meshuggah parece rubricado por unos músicos procedentes del espacio exterior o el mismísimo futuro.

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