Puedo sentir a todos esos que leyeron mis críticas de los discos anteriores de Trivium esperándome tras la próxima esquina, prestos a abrirme en canal y, entre gorjeos de sangre, obligarme a admitir que Trivium son una gran banda tras la publicación de “In The Court Of The Dragon”. Pero uno, que comienza a ser perro viejo, sabe de lo que está hablando, no por los años de militancia y desgracia de haberlos visto en directo más de lo que desearía sino porque me río muchísimo, me gotea el diente, cada vez que un chaval imberbe asegura que este es su mejor álbum desde “Shogun” (2008) no porque disienta con ellos sino porque me están dando la razón sin saberlo. Cada vez que he criticado negativamente un álbum de Trivium desde aquel, “In Waves” (2011), “Vengeance Falls” (2013), “Silence In The Snow” (2015), “The Sin and the Sentence” (2017) o “What the Dead Men Say” (2020), he tenido que aguantar lloros y madres llamándome para rogarme que me disculpe en público pero todos aquellos han sido discos mediocres; algunos con buenos momentos, “In Waves”, o buenas ideas (como es el caso de “The Sin and the Sentence” o “What the Dead Men Say”) y otros, directamente decepcionantes, “Silence In The Snow”. ¿Si tan grandísimos títulos eran por qué ahora, con la publicación de este que nos ocupa, todos parecen olvidarse de ellos y acudir a “Shogun” como vara para medir el talento de la banda? Sencillo, porque nadie ha dudado nunca de Trivium como músicos, pero sí como compositores cuando Heafy parece más interesado en promocionar su canal de Twitch y todos, propios y ajenos, deben admitir que, tal y como dije en su momento; la llegada de Alex Bent ha sido lo mejor que les ha podido ocurrir a Trivium. Eso y que Paolo deje los lápices y escriba menos para la banda…
Por otro lado, no hay que volverse loco y querer tatuarse el logo de Trivium en el pecho, el trabajo de Josh Wilbur tras los mandos vuelve a ser magnífico y la banda de Heafy suena solvente, él y Beaulieu vuelven a facturar buenos riffs que se clavan en la memoria y Bent es una apisonadora, una auténtica dinamo tras los parches. Nada que no escribiese cuando reseñaba “What the Dead Men Say”, por ejemplo, y es que el problema de aquel y todos los que siguieron a “Shogun”, era la falta de dirección; de buenas canciones, bien escritas, bien compuestas, pero con los suficientes ganchos, estribillos y accesos melódicos alternados con los momentos más agresivos en esa suerte de metalcore blandito y ñoño con algún puntito thrash y esos desarrollos por lo que Heafy cree que Trivium son una banda de progresivo, que justificasen el notable o el sobresaliente. La gran diferencia con los anteriores, por lo tanto, es mínima excepto que parecen haberse estrujado las meninges o haber recibido la visita de las musas tras trece años de intentonas y justificaciones por parte de sus seguidores.
Tal y como escribía más arriba, no tengo duda alguna de que “In The Court Of The Dragon” es su mejor álbum en más de una década porque, entre otras cosas, llevo escribiéndolo los mismos años. Trivium han firmado un gran trabajo justo cuando más lo necesitaban, justo cuando se habían convertido en esa banda de medianías en festivales por la que nadie apostaba gran cosa con discos que no terminaban de cuajar entre el gran público, pero era el disco de la década para sus fans. No me equivocaba entonces y sigo sin equivocarme, como tampoco con lo que hagan en el futuro. Mientras tanto, enhorabuena, Trivium.