Crítica: Seth "La Morsure du Christ"

El mundo del black metal, más allá de todo estereotipo y amarillismo pasado, lo cierto es que está perlado de románticos irredentos que siguen intentando colarse en el imaginario más adolescente de cualquier seguidor, sea de la edad que sea. En el caso de los franceses Seth, de sobra conocidos en el mundillo, con una obra como “Les blessures de l'âme” (1998), este regreso con un disco como "La morsure du Christ" (La mordedura de Cristo o, fonéticamente: La muerte de Cristo), es un regreso más que esperado tras ocho años desde "The Howling Spirit" (2013) y repleto de buen saber hacer, pero también fantasía y el necesario peaje anti-cristiano por el que ellos mismos creen que el incendio de Notre Dame simboliza el fin del cristianimo y el fantasma engañoso de un Cristo que pretende engañar a la humanidad, dando como resultado una impactante portada (obra de Leoncio Harmr) que cautivará a todo seguidor del subgénero. Partiendo de la base de que amo el black metal, que siempre me ha parecido un teatrillo adorable (incluso en sus últimas consecuencias en la escena europea de primeros de los noventa) pero considero también que el incendio de Notre Dame es una tragedia irreparable, debo intentar abstraerme de semejante soplapollez de una banda que acepta su legado con “Les blessures de l'âme” e intenta inflamar la llama con un álbum que, honestamente, suena fabuloso gracias al trabajo de Francis Caste.

“La Morsure du Christ” comienza sin rodeos, con la canción que da título al álbum y no podía sonar más old-school, blast beats furiosos, afiladas guitarras, el gañido de Saint Vincent y un torbellino de azufre y fuego golpeándonos. “Métal Noir” cambia el tempo y las guitarras se tiñen más de emoción que de rabia, los teclados de Pierre Le Pape hacen el resto y Seth despegan con un álbum que, claro que recuerda a “Les blessures de l'âme”, pero también suena contemporáneo a pesar del inevitable sabor añejo que antes mencionaba. La épica no les abandona y suben su intensidad en “Sacrifice de Sang”, a pesar de convertirse en otro torbellino sangriento, como “Ex-Cathédrale” y su forma de permanecer en tu cerebro gracias al magistral trabajo en las guitarras. 

“Hymne au Vampire (Acte III)” es el homenaje necesario a “Les blessures de l'âme” y las dos primeras partes de una canción que aquí, los franceses, han sabido continuar con maestría y dignidad, veintitrés años después. “Les Océans du Vide” es todo un viaje en el que Pierre Le Pape ha tenido mucho que ver, siete minutos de Alsvid golpeando con fiereza los herrajes de su batería para llegar al infierno y, de nuevo, Drakhian y Heimoth firmando algunos de los mejores trémolos de todo “La Morsure du Christ”. Para culminar semejante obra del black, “Le Triomphe de Lucifer” que parece reflejar los instantes en los que el fuego tomó la estructura de Notre Dame y convertirla en una enorme bola de fuego, cinco minutos de pura maldad firmados en el corazón de Francia. Como regalos, las versiones a sintetizadores de "Les Océans du Vide" y "Sacrifice de Sang", para coronar un espectacular regreso. Quien diga que ya no se hace black metal como el de antes, se equivoca, Seth demuestran que el frío noruego caló hasta los Pirineos y Seth lo supieron capturar. Un disco notable, sólido y magníficamente compuesto e interpretado.

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