Crítica: Rob Zombie "The Lunar Injection Kool Aid Eclipse Conspiracy"

Intento identificar dónde está el problema, cuál es el inconveniente en este nuevo álbum de Rob Zombie, más allá de escribir si me gusta o no. Por qué John 5 insistía en que este sería el mejor álbum de su amigo, más allá del lógico interés por vendernos el disco. Como seguidor desde principios de los noventa y aquel primer álbum que compré de White Zombie, "La Sexorcisto: Devil Music, Vol. 1" (1992), escucho las canciones de "The Lunar Injection Kool Aid Eclipse Conspiracy" e identifico los característicos sampleados en las canciones, las guitarras repletas de graves y la voz cafre de Rob, todo parece estar allá donde debería y, sin embargo, me doy cuenta de que nada funciona. Y es que no puedo culpar a Rob Zombie de haber encontrado su receta y que esta sea tan característica y plenamente identificable como para que todo lo que grabe suene igual porque, si soy sincero, cuando publicó "Hellbilly Deluxe" (1998) todo estaba también allí pero la gran diferencia con aquel y todos los que vendrían después, además de los dignísimos "The Sinister Urge" (2001) y "Venomous Rat Regeneration Vendor" (2013), es que había canciones que los sustentaban, eran discos que poseían la estética pero también el fondo, quizá lo más importante. Y es eso lo que echo en falta en este álbum, está el groove, la base electrónica y el toque chamánico que a Rob tanto le gusta, también hay un toque psicodélico y sabor oriental pero también mucho curry del malo y pandereta, además de setas pochas y mucho, muchísimo relleno.

 

Diecisiete canciones son muchas para que el genio creativo del equipo formado por Rob Zombie, Chris Harris y John Lowery lo aguante, "Expanding the Head of Zed" es una introducción con sabor a Rob Zombie para "The Triumph of King Freak (A Crypt of Preservation and Superstition)" y su toque oriental, hasta que entran todos en tromba. Es efectiva, claro que sí, pero también aburrida, y sólo puedo salvar la segunda parte en la que la canción parece implosionar por todo el funky de los setenta. "The Ballad of Sleazy Rider" es otro de los ases del álbum, pero abusa de la repetición y termina perdiendo fuerza, como tampoco ayuda el abuso de las introducciones; "Hovering Over the Dull Earth", "A Brief Static Hum and Then the Radio Blared", "Shower of Stones", "What You Gonna Do with That Gun Mama?" y "The Much Talked of Metamorphosis" son pequeños cortes de apenas un minuto que dificultan la sensación unitaria de un álbum que parece un collage de ideas, de descartes de estudio.

 

"Shadow of the Cemetery Man" es un autoplagio tan descarado que Rob Zombie percibirá royalties sin saber de dónde vienen, el country polvoriento de "18th Century Cannibals, Excitable Morlocks and a One-Way Ticket on the Ghost Train" cae en el ridículo, parece una parodia y, aún sabiendo que juega con los cambios de ritmo, no termina de cuajar. "The Eternal Struggles of the Howling Man" es de las pocas que me hacen entrar en calor, no es sólo porque sea quizá la más rápida del disco sino porque ofrece algo más de diversión, algo parecido a los que ocurre con la brevísima "The Satanic Rites of Blacula" antes de los poderosísimos “Manson-vibes” de "Shake Your Ass-Smoke Your Grass" o el penosísimo blues-trip polvoriento que es "Boom-Boom-Boom", el exceso de curry en “Get Loose” y la innecesaria, por obvia e intrascendente; "Crow Killer Blues" para cerra un álbum de refritos, que se queda como anécdota o pie de página para lo que supo hacer en solitario, con los injustamente maltratados White Zombie y su filmografía. Imagino que esto es tan sólo una excusa para echarse a girar por festivales cuando la pandemia lo permita y estas canciones pasen desapercibidas entre sus éxitos y no hay que calentarse demasiado la cabeza con esta crítica, como él tampoco ha hecho con este pequeño engendro de álbum.


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