Crítica: Blood from the Soul "DSM-5"

Lo que más me gusta de Jacob Bannon y, por supuesto, de Converge es que son difíciles de clasificar y es esa característica la que hace su música tan atractiva; es metal, es alternativo, es sludge, es groove, es puto arte. Lo mismo que Bannon transfiere al proyecto de Shane Embury, Blood From The Soul, y este “DSM-5” que llega veintiséis años más tarde, sí has leído bien; "To Spite the Gland That Breeds" se publicó en 1994, un álbum que pasó desapercibido en su momento y que, escuchado décadas más tarde, adolece de una producción plenamente noventera, hundiendo su sonido en una suerte de hardcore, maravillosamente elaborado, obviamente porque en aquel, era Lou Koller (Sick Of It All) quien prestaba su voz, pero lejos de lo que Bannon demuestra aquí, en “DSM-5”, junto a Shane Embury (Napalm Death), Dirk Verbeuren (Megadeth) y Jesper Liveröd (Nasum). Siendo justos, conserva el halo alternativo-industrial del momento en el que nació el proyecto, pero vigorizado por la producción y la desquiciada voz de Bannon, además de un Verbeuren que parece haber hecho buenas migas con Embury y además firmó uno de los grandes trabajos del año pasado junto con Cadaver, una auténtica fiera tras los parches.

 

El músculo de "Fang Tooth Claw" ya nos demuestra por dónde van los tiros de “DSM-5”, el bajo de Jesper junto a la batería de Dirk, nos golpea en las sienes como si fuese un subidón de sangre a la cabeza, lo que ocurre es que ese latido, ese acelerón, nos acompañará doce veces en este álbum, logrando una catarsis que roza el exorcismo emocional; la introducción de "Ascend the Spine" recuerda a "To Spite the Gland That Breeds" sólo que aquí el puente evoca a Converge o The Dillinger Escape Plan, para estallar en sus estribillos. "Calcified Youth" es más melodiosa pero que ello no te engañe, el riff de Embury a la guitarra me parece brillante, como la forma de tocar de Verbeuren (al servicio de la canción), o el cambio de tercio que suponen composiciones como “Debris of Dreams” y “Sharpened Heart”, más afiladas y crudas, pero sin perder el encanto del proyecto. “Dismantle The Titan” es puro sudor, pura rabia en la fibra de unas guitarras herederas de Converge, como la esquizofrenia de "Encephalon Escape" o la bajada de “Subtle Fragment”, canciones que funcionan perfectamente, cuya fórmula no es la receta secreta de la originalidad, pero suenan estupendamente bien en la ejecución de los cuatro músicos, logrando que “DSM-5” suene innovador, a pesar de contener elementos ya conocidos.

 

El bajo de Jesper vuelve a ser el protagonista en "Terminal Truth" o “Sharpened Heart”, canciones que poco necesitan para captar tu atención, quizá la que más se resiente es “Self Deletion” porque su riff, aunque contagioso, suena demasiado a los noventa y tiene predominancia sobre el resto de instrumentos, algo que Blood From The Soul parece haber evitado en las canciones anteriores, cuando sonaban como un conjunto, algo similar ocurre con "Lurch of Loss" o con el final, la propia “DSM-5”, más cercana a Reznor que a Bannon, aunque nada de ello empañe un disco plenamente disfrutable y a un altísimo nivel. Lo único que espero es que no tarden tanto tiempo en volver a publicar y salgan a presentarlo cuando toda esta maldita pandemia acabe, pero mucho me temo que nada de eso depende de los músicos sino de nosotros y nuestra respuesta.


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