Crítica: Corey Taylor "CMFT"

Siempre recordaré esa anécdota de Stephen King que él mismo contaba, entre risas, cuando daba su opinión sobre “Titanic” de James Cameron, parafraseando; “encontré lágrimas en mis ojos tras ver la película y pensé que el accidente de coche que casi me costó la vida debía haberme afectado cerebralmente de alguna forma”. Porque el caso es que leo divertido los comentarios de muchos seguidores de Slipknot, Stone Sour, en definitiva; Corey Taylor, y estoy seguro de que hay alguna psicopatología que justifique sus opiniones sobre “CFMT” o, directamente, el mal gusto y el escaso criterio. Vayamos al grano, que las webs supuestamente profesionales vean algo bueno en este disco es, más o menos, lo habitual por muchos motivos; aquellos que escriben les da igual el disco, la carrera y el artista y, en muchas ocasiones, aquellos que llevan esas webs quieren el pase cuando llegue su oportunidad, la promoción y tener muchos lectores y visitas, me parece bien; no quieren polémica alguna. Pero lo que no entiendo es que el público pretenda argumentar que “CFMT” es la clara constatación de que Corey es un “todoterreno” que se atreve con todo cuando ha quedado más que claro que tanto con Stone Sour, como en solitario, Corey necesita a ocho tipos con un mono para grabar canciones que justifiquen su fama y que, cuanto más se aleja de aquellas canciones y estilo que le han dado su estatus, más se hunde y llega a un público ajeno a los años de oro de los de Iowa. Me da igual si "Black Eyes Blue" llega al número uno de iTunes, me importa un bledo si Manson, Blythe, Ulrich, Halford, Graves, Corbin, Ian, Nergal o Chris Jericho aparecen en su video y ronda millones de visualizaciones. “CMFT”, “Corey Mother Fuckin’ Taylor” es un álbum mediocre, hecho de retales, de canciones menores, un vago intento por hacernos creer que hay vida más allá de Stone Sour domesticando, aún más, una fórmula tan blanda y vulgar que sorprende que Taylor asegure que todavía escucha metal y Slipknot no se embrutecen más porque Crahan no quiere. “CMFT” es la crisis de la mediana edad hecha sonido.

 

Hace poco recibí una nota de prensa de Roadrunner Records y no podía creer lo que leía, si el country de baratillo que es “HWY 666” es “brutal” y “Black Eyes Blues” un “pegajoso e inolvidable” single es que estamos más jodidos de lo que creía. “HWY 666” es tan horrenda y plana, como infantil “Black Eyes Blues”; no solamente su música es tan fácil que hiere, sino que su letra es sonrojante, como “Samantha’s Gone”, ¿es necesario? De verdad que no sé qué han escuchado los seguidores de Corey para comparar esta canción o la irritante “Meine Lux” con Van Halen. Martucci y Throne a las guitarras, Jason Christopher y Dustin Robert son los responsables del apartado musical, sin olvidar a Jay Ruston que convierte el sonido de la banda en algo tan estándar y previsible que asusta, haciéndonos creer que Stone Sour son los Guns N’ Roses de los primeros noventa y poseen más carisma que esta banda de asalariados con un Ruston que ha perfilado el sonido, transformándolo en ‘fast food’ musical. 

 

“Halfway Done” hace honor a su nombre, como “SIlverfish” es puro Stone Sour con dosis doble de azúcar por encima, en dupla con “Kansas”, sonando como cientos de bandas universitarias norteamericanas, una canción propia de un episodio de “Dawson’s Creeks”. “Culture Head” tiene algo de cuerpo pero nada remotamente parecido a músculo, mientras que "Everybody Dies on My Birthday" (obra de Martucci) es tan noventera y complaciente que, por mucho que Corey ponga voz de malo, no va a ningún sitio, hasta la ridiculez más grande del álbum y quizá de su carrera, el esperpento que es "CMFT Must Be Stopped" con Tech N9ne y Kid Bookie, que produce vergüenza ajena si en algún momento has vibrado con Slipknot, o esa despedida que muchos aseguran que es ‘crossover’ (vamos, no me jodáis), "European Tour Bus Bathroom Song".

 

Estoy seguro de que muchos se enfadarán y me escribirán, me dirán que se nota que esta crítica no está escrita por un profesional pero, tras más de diez años escribiendo sobre música, lo que no es profesional es asegurar que este disco merece la pena, que hay buenas canciones y es digno del genio de Corey, un genio que está todavía por demostrar cuando se aleja de Crahan y Root, un genio que sólo brilla cuando saca su mierda a relucir y cubre su cara con una máscara (a pesar de los patinazos tras "Vol. 3: (The Subliminal Verses)” de 2004. Felicidades, Corey, acabas de entrar en el mismo nicho de tu querido amigo Chad Kroeger, pero él hace mucho tiempo que aceptó lo que es…

 

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