Crítica: Gaerea "Limbo"

Si escribo que "Unsettling Whispers" (2018) fue uno de los grandes lanzamientos de aquel año y toda una sorpresa, a muchos les pillará con el paso cambiado, así como si aseguro que Portugal nos ha ganado la partida a sus vecinos, en cuestión de metal y en pocos años, que los lusos tienen mejor gusto para esto del metal extremo y, para colmo, saben conservar todo el misticismo de géneros tan underground, además de trascender sus propias fronteras, crear expectación y ganarse a pulso un hueco en el complicado panorama internacional. Si te produce Miguel Tereso (Primal Attack), ilustra tu portada el gran Eliran Kantor y recibes el favor de la crítica y el público, tras un discazo como el mencionado "Unsettling Whispers", nadie puede guardar duda alguna; estamos antes uno de los mejores discos de metal de un año nada usual que nos está deparando grandes sorpresas, como aseguraba mi compañero en su crítica del último álbum de Haken (aunque quizá no sea tan sorprendente que los ingleses graben una obra de arte tras otra) pero quizá, lo que sorprende de Gaerea es la solidez de su propuesta frente, lo que más me duele aceptar, la repetición del cliché en su imagen. No es que contemplar a unos músicos disfrazados como shinobis infernales me impacte demasiado, si no todo lo contrario; aceptar que vivimos unos tiempos en los que los grandes músicos necesitan tapar su cara para quizá llamar la atención y revalorizar su producto. En esto, por desgracia, Gaerea no son especialmente originales, pero sí en lo que importa; la recreación de texturas emocionales y melancólicas entre cañonazos de un black metal de tan alto octanaje que, cuando uno lo hace sonar en su equipo, es capaz de borrar de un plumazo el último trabajo de Behemoth (mal ejemplo, lo sé, pero los portugueses recuerdan en la rotundidad a los polacos, mucho antes de que Nergal pasase más tiempo como influencer que como músico).

 

Los acordes tan abiertos de “To Ain” crean un ambiente malsano desde el primer segundo de “Limbo”, una canción de once minutos que evoluciona en una melodía sencilla pero efectiva y, cuando los blasts aparecen, todo bebe del negro más absoluto. Además, los últimos minutos son un auténtico torbellino y la voz entra con más grano que nunca, pero ya se empieza a atisbar esa melancolía, ese gusto por la tristeza y la ensoñación, a pesar de la velocidad y la mala leche. Esa que también aparece presente en “Null”, con un tono más pesado, más machacón, más cafre en sus vocales, pero con un puente verdaderamente magistral que hace entroncar a Gaerea con el post-black. “Glare” es puro black metal, cargado de mala baba, igual que “Conspiranoia” en la que es la percusión la auténtica protagonista y la verdadera maestría de Gaerea reside en su capacidad para convertir una canción tan sencilla en una maravilla; me gusta la emocionalidad de la guitarra y la contundencia de la batería, cómo pintan con sentimientos a través de las cuerdas y el cambio de patrón rítmico, además de lo bronco de su melodía cuando entra la voz. “Urge” es una violenta carga al costado, mientras que Gaerea deciden cerrar con una larga y serpeante pieza de trece minutos que pasa en un santiamén gracias al buen oficio de los portugueses, trece minutos en los que nada parece dejado al azar sino fruto del trabajo compositivo, “Mare”, es el brillante broche de oro para uno de los mejores discos de black metal de este año.

Poco más que decir de un álbum que debido a su producción y a su ejecución, produce placer escucharlo; canciones rotundas y directas, repletas de matices y estados de ánimo, de luces y sombras perfectamente oscurecidas bajo el tórrido sol portugués. La próxima vez que un artista afirme perderse en los bosques para buscar la inspiración, amar el invierno y clamar a los dioses nórdicos, descojonaos de él; la inspiración y el buen gusto pueden florecer en cualquier lugar, el talento no tiene denominación de origen.


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