Crítica: Sepultura "Quadra"

Con Sepultura, igual que con otros grandes o no tan grandes nombres en el metal (porque siempre he dicho que la banda lleva tiempo en segunda línea) se cumple una de esas extrañas reglas con las que muchos disfrutamos cuando otros se quedan con el culo al aire; los brasileños publican disco y muchos corren prestos a auparles, a firmar frases como “su mejor trabajo con Derrick Green” (como reprobatorio de una relación que, discográficamente hablando, comenzó hace ya más de veinte años), mientras que otros aseguran que Sepultura no estaban muertos sino tomando cañas. Esos mismos que, dentro de un tiempo, pasado el subidón del lanzamiento y las primeras escuchas, serán los primeros en despedazar siempre el último disco; pasó con "Against" (1998), "Nation" (2001), "Roorback" (2003) y hasta con "Dante XXI" (2006), "A-Lex-" (2009), "Kairos" (2011) y, por supuesto, con "The Mediator Between Head and Hands Must Be the Heart" (2013) y “Machine Messiah” (2017), discos repletos de luces y sombras; de buenos momentos y otros absolutamente mediocres, a un nivel aceptable pero, aquí llegamos al meollo; lejos de lo que siempre se espera de ellos.

Y es que debemos aceptar que, para muchos aficionados, Sepultura son los actuales y lo anterior a Green un espejismo de sus hermanos mayores o incluso padres. Que el estado actual de Max Cavalera (a pesar de que en estudio siga firmando buenos trabajos) y su empeño en regresar a su propio e ilustre pasado en directo, además de la sempiterna caricatura de esposa y representante que guía todos sus pasos y habla por él, no conforman una figura digna de su leyenda y sus problemas y, a veces actitud sobre las tablas, lastran la visión de las nuevas generaciones, mientras Igor -aquel que fue uno de los mejores baterías de la escena- ha sido superado con creces y malgasta su talento en proyectos de segunda y Kisser, nos guste o no, sigue paseando el nombre de Sepultura por medio mundo, con tan sólo una guitarra. Así, Andreas se convirtió en el líder de una banda en su mejor momento y en la que se ha empeñado en rebajar; huyendo de su sonido característico, perdiendo las dos guitarras (siendo él mismo el encargado de todas) y perdiendo también al entrañable Igor. Con un vocalista, como es el gigantesco Derrick Green, que nunca me ha gustado ni en directo, ni en estudio, y encontrando, tras Jean Dolabella, a un auténtico monstruo como es Eloy Casagrande al que parecemos encomendarnos en directo y en estudio, sin querer darnos cuenta que el verdadero culpable de mantener el nombre de Sepultura aún con vida es el propio Kisser.

En mi opinión, si de algo le sirve al lector y le ayuda a entender mi postura; Sepultura acabaron tras “Arise” (1991), muriendo de éxito con "Chaos A.D." (1993) y engañándonos a todos con "Roots" (1996) cuando pretendieron colarle al mundo entero su ansiada mezcla étnica de raíces brasileñas y thrash con el lujoso envoltorio norteamericano de Ross Robinson y el sempiterno Andy Wallace, que convirtió aquello en un cohete a reacción; para que todos me entiendan, “Roots” es lo mismo que ir a comer a un restaurante en el centro de Sao Paulo y descubrir que es la franquicia de un Rodizio con sede en Alcobendas, además la banda estaba literalmente tocada de muerte. Nada que objetar, a muchos se la colaron gracias a su talento y buenos singles (el disco es parte de la historia del metal, claro que sí), pero todos sabemos que la joya de la corona de los brasileños es “Schizophrenia” (1987), “Beneath the Remains” (1989) y “Arise” (1991), sin olvidarnos del primigenio “Morbid Visions” (1986).

De esta manera, llevamos desde 1996 (que se dice pronto, otros habrán nacido después y se han ahorrado estos años de peregrinación por el desierto) queriendo justificar a Max y a Kisser, queriendo entender ambas posturas, queriendo justificar sus trabajos, atacando a Green, echando de menos a Igor, elogiando a Eloy y añorando a Sepultura. Es por eso que entiendo cierta emoción con “Quadra” y el concepto que encierra pero, más allá de semejante gilipollez conceptual, el regreso a un sonido más directo, más contundente y tanto Sepultura, como Jens Bogren lo han logrado, aunque sea a medias.

“Quadra” es una fórmula matemática; funcionan sus elementos, la guitarra está más presente que nunca y ataca a la yugular, el trabajo de Green es quizá el mejor que haya grabado con la banda y Eloy, siento repetirme, está inconmensurable. Mientras que de Paulo no puedo decir nada, nunca me ha parecido un gran bajista de sonido inconfundible, pero cumple. Por eso “Isolation” arremete con fuerza y gusta escuchar que Sepultura no se andan por las ramas, thrash musculoso y punto, de estribillo pegadizo y riff accesible. Igual que “Last Time”, ya que “Means To An End” no me convence demasiado; suena muy bien y me gusta la guitarra, me gustan sus arremetidas y la sensación de estar centrifugándonos, en un disco en el que parece que Sepultura -por primera vez en mucho tiempo- parecen no renegar de sí mismos. “Capital Enslavement” posee la percusión y la agresividad propias de la banda, pero el principal problema que le veo a “Quadra” no es el estado de forma de los músicos o el acabado más actual de Bogren, sino que los fuegos artificiales acaban pronto y ellos lo saben; “Ali” es un auténtico bajón tras las cuatro iniciales, mientras que de “Raging Void” salvo la percusión es una composición verdaderamente floja. “Guardians Of Earth” tarda demasiado en entrar y, cuando lo hace, no impacta como las primeras. Se suceden canciones sin mucho tino, perdiendo intensidad o capacidad para la sorpresa; “The Pentagram” o “Autem”, la propia “Quadra” son cuarenta y siete segundos de relleno, igual que “Agony of Defeat” y la final “Fear, Pain, Chaos, Suffering”, completamente absurda e inocua con Emmily Barreto a las voces, tan indigna que ni siquiera los actuales Sepultura se la merecen como final de ninguno de sus discos.

Sabiendo todo esto y con la cabeza bien fría. ¿Es el mejor álbum de Sepultura? No. ¿El mejor con Derrick Green? Pues posiblemente sí, pero eso no es aval suficiente como para saludar a “Quadra” como lo que no es. Suena bien, potente, actual y las primeras canciones convencen pero, según avanza, las buenas intenciones se van por el sumidero, si esto es todo lo que le pedimos a los Sepultura de Kisser, que luego nadie se queje cuando los metan de relleno en festivales, únicamente justificados por su nombre.


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