Crítica: Mayhem "Daemon"

Que la publicación de “Daemon” es posiblemente el evento discográfico del año en el mundo del metal extremo, parece que es algo que no necesita explicación; ni tampoco pueda sonar a exageración si tenemos en cuenta que de ello tiene gran culpa la infame historia de Mayhem, aquellos que se han convertido en banda seminal de un subgénero bastardo y firmado un álbum (por favor, no entremos en debates terminológicos a causa de su duración) como “De Mysteriis Dom Sathanas” (1994) con una formación irrepetible por muchos motivos de sobra conocidos y que quizá ya no deberían tener cabida en ninguna crítica a “Daemon” (ni siquiera ya para situar al lector en su contexto) a causa de la sobreexplotación sufrida; no sólo por la película de Åkerlund sino por miles de aficionados “de quita y pon” a lo largo y ancho del mundo que parecen más interesados en todo lo que rodea a la música y hoy visten una camiseta de la banda de Oslo para reafirmar su maldad adolescente y mañana están a otra cosa.
 
Lo cierto es que, volviendo al lanzamiento que nos ocupa, no esperaba gran cosa de Mayhem a estas alturas y seguramente no sea por ninguno de los motivos que el lector pueda imaginar. Adoro a la banda y su producción, los he disfrutado ya en varias ocasiones en directo e incluso he podido llegar a charlar con Necrobutcher y el afable Attila en los dos últimos años (lo suficiente como para que el húngaro se acuerde de mí, además de haberlo visto con Tormentor o Sunn O))), entre otras ocasiones). No, mi desgana y poca esperanza con “Daemon” no eran fruto del descreimiento o la fingida actitud esnob de aquellos “trves” que odian los directos actuales de Mayhem porque se supone que suenan siempre mal y luego orgasman con Sarpsborg y Jessheim. No, mi desconfianza se debía a varios motivos, fundamentalmente a que tras la vuelta de Attila, únicamente “Ordo Ad Chao” (2004) me parecía estar a la altura, que “Esoteric Warfare” (2014) tenía grandes momentos pero otros en los que el álbum parecía d y con él a nosotros; soy contrario a la tontería de muchos seguidores y sí que creo que Maniac, en el estudio, hizo grandes cosas, tanto “Grand Declaration of War” (2000) como “Chimera” (2004) son dos discos que disfruto mucho, quizá gran culpa de ello son las guitarras de Blasphemer y aquella orientación nueva de Mayhem hacia un estilo más técnico y de temática social.
 
A ese “Esoteric Warfare” (que me parece un buen disco, que nadie quiera leer entre líneas) hay que sumarle el exceso de colaboraciones de Attila Csihar, cinco largos años para volver a publicar y mi fe depositada en Teloch como guitarrista pero también la tibieza del álbum de Nidingr con "The High Heat Licks Against Heaven" (2017) que me gustó pero me decepcionó en cierta manera, además -por qué no decirlo- una gira de homenaje a “De Mysteriis Dom Sathanas” que nos permitió a todos escuchar en directo aquel álbum histórico de principio a fin, pero cuya duración se me ha hecho excesiva y creí ver en ella la evidencia de la poca creatividad y cierta anarquía en el ritmo de trabajo en estudio. Por tanto, ¿qué esperar de “Daemon”? Los adelantos me gustaron, me sorprendieron por lo directo de ellos, pero preferí esperar al álbum. ¿Cuántas veces hemos hecho boca con un disco que parecía prometer más de lo que ha terminado ofreciendo?
 
“Daemon” es un disco bien estructurado, desde la inicial “The Dying False King” y su hábil manejo del cambio de tempo, que además sirve como bienvenida a todos los seguidores de nueva hornada pero también aquellos que llevamos años en las trincheras, hasta “Invoke the Oath”, en un álbum en el que, paradójicamente al caos de su propia historia y propuesta, todo parece pensado a la milésima en un álbum equilibrado y sin minutos sobrantes; diez canciones, si no contamos los extras de su edición especial,  que con “Invoke the Oath” como cierre, Mayhem -por increíble que parezca- han firmado su mejor obra hasta la fecha (excluyendo, por razones obvias, al legendario “De Mysteriis Dom Sathanas”).
 
Y es que mientras aquel era frío y sombrío, cubierto por el tiempo y el polvo, “Daemon” quema y tan solo “Malum” recordará a la fugacidad de “Funeral Fog” mientras que canciones como “Agenda Ignis” abrasan desde su primera escucha. Necrobutcher suena fantástico, gracias a la ayuda de Teloch en el estudio, y Hellhammer sigue siendo uno de los mejores baterías de aquella hornada, desatando toda su furia contra los parches. Las guitarras de Ghul y Teloch tienen cuerpo y un tono magnífico mientras Attila, por fin, suena como debería haber sonado en todos los discos de Mayhem; siempre he creído que su voz estaba demasiado baja en la mezcla de los discos anteriores y que sus clásicas inflexiones entre los gañidos más tortuosos y los recitados operísticos se perdían en demasiadas ocasiones, en “Daemon”, por suerte, alguien ha tenido la misma sensación de un servidor y lo han solventado.
 
“Agenda Ignis” es una gran canción porque juega con diferentes partes y las articula de manera natural, hay diferentes pasajes llenos de emoción mientras en otros nos calcinarán con toda la rabia del estómago del infierno. Esa misma sensación que logran en “Bad Blood” cuando las guitarras de Ghul y Teloch parecen seguir al bajo en su frecuencia, con una afinación más grave de la habitual en Mayhem, para segundos después subir, como por arte de magia, y sin perder ni un ápice del encanto del black, soltarnos una llamarada en toda la cara. “Falsified and Hated” fue uno de los adelantos que pudimos escuchar y su urgencia nace desde los primeros compases de la canción, Attila vomita la letra mientras Hellhammer es el que marca el latido y Ghul y Teloch se intercambian las labores en el riff y su trémolo; las guitarras quizá nunca hayan sido tan trabajadas en Mayhem (con el permiso y respeto debidos a Blasphemer).
 
Es en “Worthless Abominations Destroyed” en la que Attila demuestra su versatilidad como vocalista y reivindica su figura, alternando entre su habitual tono chirriante, la cavernosa profundidad de una gruta al averno y el rimbombante sonido operístico de sus sermones, inflamando una canción ya de por si agresiva. “Daemon Spawn” es de verdad el alumbramiento de un ser del inframundo o así se siente desde el inicial lamento y la percusión tras él, una canción más pausada, antes de volver a la antigua Noruega con “Of Worms and Ruins” (que también sirvió para promocionar “Daemon”) o la mencionada “Invoke the Oath” que sirve como cierre tribal a un disco que, lejos de la historia más sangrienta y cualquier caricatura del movimiento, encierra más maldad en sus surcos que muchos de los grandes títulos de la época.
 
Sinceramente, no me esperaba un álbum como “Daemon” de Mayhem y tanta ha sido la sorpresa que poco me importa lo que hagan en el futuro. Desconozco si “Daemon” es el canto de cisne de la banda, si nunca más volverán a publicar material con semejante calidad o, por el contrario, este se beneficia de la estabilidad actual y lo que nos espera son unos años de bonanza creativa y buen gusto, pero es uno de los discos del año, sin ningún lugar a dudas.

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