Crítica: Alter Bridge "Walk The Sky"

Si en “The Last Hero” aseguraba que Alter Bridge quizá deberían descansar entre ciclo y ciclo de álbum y gira, no malgastando su talento en discos en solitario u otros proyectos, con “Walk The Sky” se confirma ese agotamiento en un álbum que suena bien y en el que las canciones poseen una elegante pátina en el estudio, pero en el que pocas cosas parecen funcionar a excepción del genio natural de Myles y Tremonti. Recuerdo que hace unos años, una enfadadísima lectora me aseguraba que si Myles, Tremonti y otros miles de artistas no podían arriesgar era por críticas como esta misma. ¿Cómo explicarle a esa lectora que innovar no siempre es sinónimo de progreso? Qué el progreso mal entendido puede llevar a callejones sin salida y que, en esto de la música, progresar no es introducir elementos electrónicos, teclados o efectos que, en la mayoría de los casos, se incorporaron a canciones con mayor acierto hace cuarenta años. Que introducir un slide en un disco acústico, no es honrar la memoria del Delta; que usar un delay no te convierte en The Edge o Johnny Marr, que el uso de los teclados no hará que seas Richard Wright, que por mucho que uses una guitarra de siete u ocho cuerdas y bajes la afinación hasta parecer una señal sísmica no vas a ser Fredrik Thordendal y los pedales de modulación, popularmente hablando, murieron el día que, por desgracia, Morello pisó uno de ellos para no levantar el pie en las siguientes dos décadas. Todos son ejemplos válidos para dilucidar por dónde van los tiros en esta crítica, porque Alter Bridge no sucumben tontamente en exceso a ninguno de los casos anteriores, pero Tremonti nos hablaba de innovación y cambios en un álbum en el que el mayor giro de cintura es la incapacidad de Alter Bridge para haber escrito una canción que llegue a la altura de las de "Fortress" (2013) o, en su defecto, "Blackbird" (2007) y, sin embargo, incorporan nuevos elementos que poco o nada aportan al resultado final, perdiendo lo directo y la frescura de su propuesta, convirtiéndose quizá en el álbum más flojito de los de Orlando tras un título como “The Last Hero” (2016) en el que los defectos ya comenzaban a despuntar pero engalanaron sus canciones con músculo y unos singles que resultaban bombásticos en su envoltorio, por lo que engañaron a muchos.

Para Thomas Ligotti, la mayor conspiración contra la raza humana es la negación de la procreación, para mí es la ausencia de memoria por parte de una generación que nunca digerirá que Alter Bridge son una bada post-grunge (jódete con el término) que tuvo muchísimo éxito hormonando el sonido de moda de los noventa (cuando ya estaba agonizando, todo hay que decirlo) junto a Scott Stapp (memorable aquel episodio de Celebrity Deathmatch en el que Eddie Vedder le arrancaba las cuerdas vocales a Stapp tras el robo de estas) y que, en su degeneración y posterior abuso de estupefacientes, además del fin de ciclo tras "Human Clay" (1999), tan sólo aguantaron el envite del bajón de ventas con "Weathered" (2001) para regresar tres años más tarde con el debut de Alter Bridge, "One Day Remains" (2004), y un nuevo vocalista llamado Myles Kennedy. Un disco que, honestamente, se cisca en toda la discografía anterior -para qué negarlo- al que le siguió el magnífico “Blackbird” (2007) y la primera oportunidad de servidor de verlos sobre un escenario europeo. Y digo todo esto porque tras quince años de carrera, todavía hay algunos que quieren situar a Alter Bridge allá donde no les corresponde, incapaces de aceptar lo que son, intentando hacer creer al resto que son mucho más, cuando no. Todo por la ausencia de la memoria, esa que creen solventar a golpe de Wikipedia...

“Walk The Sky” adolece de todo lo anterior; hay momentos insulsos en los que Alter Bridge se empeñan en brutalizar su propuesta, restándole la magia construida al crescendo de un single como “Take The Crown”, arruinando la sensibilidad en la guitarra y la destilada por la voz de Kennedy, para volver a la melodía inicial en su magnífico estribillo, dejando aisladas esas estrofas y puentes metidos con calzador. Ejemplo de ellos es la apertura con “One Life” y el estruendo de “Wouldn’t You Rather”. La capacidad para conmover sobre capas de robustas guitarras parece haberse perdido y tan sólo brillar en momentos puntuales, “In The Deep”, de la mano de un Myles Kennedy al que el constante girar parece haberle sacado de su zona de confort, para bien; su tono ya no es heredero de Richie Kotzen, hay algo más de nasalidad, más aristas, más filo y de ello se aprovechan las canciones de “Walk The Sky” en una instrumentación que sonando alta y brillante, si eliminásemos de la mezcla la voz de Kennedy, nos quedaría una base genérica y aburrida por momentos.

Los experimentos con gaseosa; “Godspeed” tira de dramatismo en los teclados y el sintetizador pero los derroteros por los que nos llevan son caminos comunes y cuatro minutos son muchos para que mantengamos la atención en una canción en la que no pasa nada, como “Native Son” en la que Alter Bridge se empeñan en sonar tan contundentes que da la sensación de que no tiene nada que ver la voz de Kennedy con la propia banda o, mucho peor, “Indoctrination” a la que ni todo el subidón de tono es capaz de salvar. Pero hay más, mucho más, “The Bitter End” y un estribillo insípido o la lentísima “Pay No Mind”, que se me hace francamente eterna. Alter Bridge se aferran a la construcción del mismo esquema, “Forever Falling”, en lo parece un disco conformado por descartes y canciones de relleno en el que ni siquiera el orden parece el adecuado y composiciones menores conviven con otras que podrían haber dado muchísimo más de sí, como “Walking The Sky” en la que Tremonti parece perdido en el uso de diferentes recursos o “Clear Horizon” -que podría haber funcionado a las mil maravillas con menos producción y pistas de voces, además de un uso menos efectista de la guitarra- hasta la absoluta tontada que es “Tear Us Apart” en la que parecen una banda de universidad propia de la banda sonora de una comedia para encefalogramas planos como es “American Pie” junto a Michelle Branch y más morralla de la época, o más y más relleno con “Dying Light” y la manía de publicar discos excesivamente largos con canciones extensas (una media de cuatro minutos cuando no hay gran cosa que decir, me parece demasiado) y una carrera que, creativamente, corre el riesgo de estancarse si no rescatan a las musas que les abandonaron tras “Fortress”. Me da pena porque tengo cariño a Alter Bridge, pero este disco lo publica otra banda, con otro nombre, y ni siquiera lo escucho más de una vez…


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