Crítica: Shining “Animal”

Que lo que me impidiese disfrutar de Shining fuese el amargo presentimiento de que eran unos aprovechados, se daba de bruces con el hecho de que el saxo, sin ser algo que le debamos únicamente a Jørgen Munkeby, sí que es cierto que fue la bandera de la formación que firmó “Grindstone” (2007) o “Blackjazz” (2010) y hubo una época, no muy lejana, en la que sonaba todo lo exótico que debería, pero el tiempo pasa y ahora cualquier banda de death metal de la América profunda es capaz de introducir la sonoridad de los metales con más coherencia y buen gusto que aquellos toques, aquí y allá, de un Munkeby como Bill Pullman en la ya clásica “Carretera Perdida” de David Lynch. Pero quizá no fue el presagio de que Shining tenían tan poco de Avant-garde como de free jazz y poco en común con la escena de su famoso país, Noruega, sino que tras singles como “I Won’t Forget” o discos tan fáciles y poco originales como “International Blackjazz Society” (2015) había tan poca complejidad, riesgo y desafío para el oyente más avezado que era fácil llegar a la conclusión de que tras las fotos promocionales para lucimiento personal de Munkeby y el ethos de la banda lo que primaba era puramente la estética en una propuesta musical tan pretenciosa como vacía, tan profunda como un plato llano. A algunos les convenció, a muchas les encantó, a otros nos dejó indiferentes…

Pero el tiempo pone a cada uno en su sitio y siento la misma escasa sorpresa cuando pincho “Animal” que cuando hacia lo propio con el mencionado “International Blackjazz Society” en el que la composición seguía siendo pobre, repleta de clichés, riffs usados por otros hasta la saciedad, canciones repetitivas cuyo único punto fuerte era la insistencia en su estructura y unas letras repletas de lugares comunes, como si Shining se hubiesen limitado a utilizar las mismas palabras y giros empleados en el pop durante las últimas cuatro décadas. En efecto, pop, porque tras aquellos guitarrazos y voces rasgadas, lo que había y hay, a día de hoy, es pop del malo; canciones en las que la estética del acabado en la producción lo es todo. Supongo que aquellos a los que se les llenaba la boca asegurando que Shining eran progresivos, son esos mismos que creen que basta con más de tres acordes o un simple puente.

Pero, con todo, todavía me cuesta digerir que Munkeby haya sido tan rematadamente tonto como para cometer el suicidio artístico ya pergeñado en “International Blackjazz Society” y defunción confirmada en “Animal”. Si Muse evocan los ochenta por Tron y Spielberg a través de un marco teórico con referencias como Papathanassiou, Zemeckis o Kyle Lambert, con escaso éxito pero grandes intenciones, Shining han tirado de un fondo de armario menos intelectual, más pobre y de baja estofa (de pantalón de pitillo blanco y tobillero, de chupa de cuero de plástico y gafas de baratillo, lo mismo que su música). Endureciendo, sin mucha convicción la propuesta de Duran Duran, y unas canciones que, en el mejor de los casos, se quedan a medio camino y disgustarán por blandura y escasa complejidad a aquellos que amen el metal, aburrirá a los seguidores del rock y causará la misma indiferencia que a mí, sumada a la incomprensión a aquellos que gusten del pop.

Lo petardo en el sintetizador de Knutsen en “Take Me”, la horrenda y nasal voz de la que hace gala Munkeby, el poco cuerpo en las guitarras de Sagen y el sonido sintético de Vistnes y Andersen, la absurda repetición en “Animal”, lo previsible de la canción, el robo del riff en “My Church”, el desapasionamiento en la interpretación de Munkeby, lo tontísimo de su letra o la falta de gas y pegada en la aburridísima “Fight Song” y el ridículo más absoluto en “When The Lights Go Out” y “Smash It Up!” con el uso indiscriminado de un recurso tan manido como esos coros, son algunos de los muchos inconvenientes de la primera cara de “Animal”.

Tan desubicados, como poco inspirados, “When I’m Gone” parece poner el último clavo en su tumba y ellos sabedores cuando se plagian a sí mismos en “Everything Dies” y hacen lo propio con el oyente, rematándole a sangre fría en “End” o “Hole In The Sky” con Linnea Dale. Fuese lo que fuese lo que algunos se empeñaban en ver en Shining, parece más claro que nunca que lo han perdido por el camino y tan sólo confirma lo que otros ya sabíamos desde hace mucho; Shining sólo hay unos y son de Suecia, estos noruegos son de chiste y cubata.


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