Crónica: Mayhem (Madrid) 13.10.2017

SETLIST: Funeral Fog/ Freezing Moon/ Cursed In Eternity/ Pagan Fears/ Life Eternal/ From The Dark Past/ Buried By Time And Dust/ De Mysteriis Dom Sathanas/

No me sorprendió nada en absoluto que la sala se mostrase tan abarrotada para ver a una banda como Mayhem que, hace diecisiete años, no era capaz de llenar ni la quinta parte del aforo de una aún más pequeña.  Tampoco que hubiese tal mezcla de público en una pista en la que se encontraban fans del género con camisetas de Bathory pero también algún despistado vistiendo de In Flames o Sabaton. Es lo que tiene el black metal como fenómeno cultural (habiendo ya trascendido hace mucho el musical; un curioso e inequívoco efecto que suele ocurrir cuando las manifestaciones artísticas suelen haber muerto) en unos años en los que su popularidad se ha visto jalonada por las redes sociales, los memes, la popularización de sus postulados y la ascensión de sus principales protagonistas de la mano de libros y artículos que banalizan la escena noruega de finales de los ochenta y primeros de los noventa hasta convertirla en una cinematográfica producción hollywoodiense, camisetas en tiendas de moda y jugosas reediciones al alcance de algunos. Tampoco podemos escandalizarnos, nos guste o no (y en mi caso, amo realmente el género), el black metal no deja de tener ese puntito hilarante tan bien retratado por Beste en sus fotografías.

Malos tiempos, por lo tanto, para aquellos más auténticos que tienen que refugiarse en los hipotéticos bosques nórdicos de Bandcamp para descubrir bandas que aún conserven cierta dosis de integridad o autenticidad frente a un público para el que ya no tiene sentido alguno hablar o no de "posers", como tal, cuando nueve de cada diez asistentes a un concierto de black metal no sabían siquiera de su existencia hace unos años o desconocen sus principales obras, por no hablar de que son incapaces de mencionar más de dos canciones de Varg Vikernes. Divertido, por lo tanto, que los seminales Mayhem hayan decidido llevar justo ahora al directo su obra más icónica (con permiso de “Deathcrush”, 1987) y que no es otra que “De Mysteriis Dom Sathanas” (1994), aunque sobre el escenario tan sólo continúen dos quintas partes de las que grabaron aquellas canciones.

Un escenario pequeño, muy pequeño, con escasa decoración a excepción de algo de atrezo y, por supuesto, las intensísimas luces azules y moradas que requieren la ocasión, además de toneladas y más toneladas de humo. Mayhem tampoco necesitan mucho más (algo muy diferente si atendemos a las delirantes indicaciones que Dead, Per Yngve Ohlin, le hubiese gustado llevar sobre las tablas) y he de reconocer que de la actual puesta en escena de Mayhem no entiendo tampoco que vayan encapuchados, quizá es influencia de Attila Csihar y su colaboración con Sunn O))), cuya presencia escénica es verdaderamente impactante (como también pudimos comprobar en su última gira) pero no me cuadra en una banda como Mayhem, de los cuales tan sólo Attila ha sido el único que siempre ha ido cambiando de imagen cada noche, como si de un siniestro y macabro Peter Gabriel se tratase, ante la atónita mirada de sus compañeros que le han visto aparecer vestido de coronel, Papa, sacerdote o incluso árbol momificado…

Quizá porque las conozco de memoria, quizá porque me parece una cita histórica, pero “Funeral Fog” o “Freezing Moon” me supieron a gloria. Es verdad que el sonido no fue el mejor (costaba realmente diferenciar las guitarras de Teloch y Ghul cuando atacaban las estrofas) pero nada que asuste a un auténtico seguidor del género que haya tenido que enfrentarse a grabaciones de tan baja calidad como son algunas de las mejores obras de la historia del black metal. Disfruté muchísimo de “Cursed In Eternity” y, sobre todo, de “Buried By Time And Dust” mientras Attila gesticulaba y escenificaba, cantando las, a veces ininteligibles, letras de unas canciones que parecieron ser compuestas para ser cantadas al revés o en lenguas surgidas de las profundidades de los relatos más oscuros de Lovecraft. No faltó el teatrillo más puro, el toque shock rock, un altar improvisado con velas de mentirijilla o la calavera con la que Attila parece dialogar cada noche, como esa letanía en “De Mysteriis Dom Sathanas” y que nos demuestra lo infravalorado de Csihar como intérprete.

Ocho canciones y a volar, que nadie se olvide de la gira y el disco al que pretenden honrar, nada de bises con temas de otro álbum, ni una sola petición o concesión, tampoco creo que nadie de los que allí estuvo se sintiese decepcionado por la brevedad a juzgar por la riada de gente subiendo a comprar camisetas y parches; pocas veces he visto tal éxito y una mano más llena de billetes que la de aquel que despachaba camisetas y chapas sin parar. Un detalle en el que pocos se fijaron y aún menos compraron; entre los diferentes modelos de camisetas con la célebre catedral de Nidaros, había una blanca más morbosa aún que rezaba “I Love Transylvania” como la que llevaba Per Ohlin aquel fatídico 8 de abril en el que decidió quitarse la vida.

A la salida del concierto, ya en la calle; división de opiniones entre aquellos que acuden a un concierto de estas características como aquel que asiste a uno de Dream Theater y esos otros más noruegos que los noruegos, más auténticos que Fenriz y para los que parece que la vida poco ya tiene que ofrecerles. Una noche histórica para aquellos que sí la supimos apreciar y que dejó a Mayhem un recuerdo en forma de multa por estacionar su larguísimo autobús de gira ocupando veinte metros de vía pública en un fin de semana en el que el protocolo de contaminación se había activado en el interior de la ciudad. Y es que el Ayuntamiento no respeta ni al diablo siquiera…

© 2017 Jim Tonic