Crítica: The Killers “Wonderful Wonderful”

Es pensar en la discografía de The Killers y sentir una pena tremenda por lo que pudo ser y no fue, por el constante descenso de ingenio, calidad, chispa, inspiración e incluso ganas que uno siente según va avanzando o profundizando en ella. “Hot Fuss” (2004) nos sorprendió a todos con un álbum fresco y lleno de energía, con singles que funcionaban como si prendieses la mecha de cualquier concierto o festival en el que sonase y, para qué negarlo, aunque “Sam’s Town” (2006) era un suave descenso, poseía las canciones y la fuerza (sólo bastaba con verles en aquella gira para entenderlo). Al fin y al cabo, ¿qué es lo que se le pide a una banda como la de Flowers? ¡Canciones que rompan las listas, que te hagan saltar en directo! Ese chute de energía que las actuales no poseen. “Day And Age” (2008) suponía el auténtico descenso a los infiernos de la mediocridad pero muy bien camuflado con un single que reventó las listas y no es otro que “Human” pero es que incluso “Losing Touch” o “Spaceman” resultaban en sus conciertos. Tras aquel subidón de color, plumas y chicle llegó la carrera en solitario de Flowers tras las soterradas malas relaciones en el seno de la banda y aquello nos descubrió el que debería haber sido el verdadero cuarto álbum de Killers, “Flamingo” (2010), que no fue lo que se esperaba pero descubría a un artista capaz de componer bien, muy bien, canciones incluso superiores a las que facturaba en su banda. Y así se demostró en “Battle Born” (2012), todo un pinchazo a pesar de la épica de “Runaways”, algo que también se sintió en sus conciertos con repertorios deslavazados y noches sin ritmo con una banda que parecía el acompañamiento de Flowers y ellos lo sabían tanto como los que estábamos en la pista pero aquella introducción trotona de “Runaways” garantizaba la satisfacción a todos los asistentes, con minis en alto, pulseritas de plástico y tabaco de liar de universidad privada.

Brandon publicaba nuevo disco, “The Desired Effect” (2015), pero aquel intento ochentero de hombrera y laca le salía por la culata, las canciones eran inferiores a “Flamingo” en cuanto a composición y el maquillaje era demasiado para una generación que en los noventa todavía llevaba pañales y para los que los ochenta es lo más parecido al Cretácico. Pero, no esperando nada de un nuevo álbum de The Killers a estas alturas, sí que me parece chocante el pequeño suicidio cometido. Canciones anodinas, arreglos aburridos, producción artificial y letras salpicadas de relaciones mormonas, aburridonas, sentimientos inofensivos e inocentes, ningún drama o tensión tampoco en el apartado lírico excepto algún sermoncito velado.

Una llamada, supongo que la de la caracola de la portada, así comienza el horror que es “Wonderful Wonderful” en la que lo que mejor suena es el bajo de Mark Stoermer por todos los “Bullet The Blue Sky” del mundo y en la que la voz de Flowers está excesivamente tratada sobre un tempo demasiado pastoso de Ronnie Vannucci Jr.

En "The Man" roban con descaro a Daft Punk pero con menos inspiración hasta un estribillo que es puro Moloko y en el que poco falta para imaginarse a Brandon vestido de bola de espejos. La épica en “Wonderful Wonderful” es como un calambrillo que no termina de llegar, como un latido que no termina de convertirse en una sacudida, así es “Rut” y ese intento de Flowers por trascender, por convertirse en el compositor que ansía ser mientras Dave Keuning emula a The Edge sin éxito sobre la letra narrada. El mismo intento, el mismo orgasmo arruinado en “Life To Come” o lo que parece una balada que termina convertida en un medio tiempo o el toque postpunk allá donde Interpol se lo dejaron en “Run For Cover”, quizá el único momento de tensión de todo el álbum antes de llegar a otro de los puntos más bajos que es “Tyson Vs Douglas”, la etérea “Some Kind Of Love” y la tristona “Out Of My Mind”, justo esos números que uno no quiere escuchar cuando va a un concierto de The Killers.

Lo peor es que nada parece ya funcionar en esos U2 descafeinados que son en “The Calling” o la final “Have All The Songs Been Written?” en la que conviene aclararle a Flowers que todas no pero que las buenas, las verdaderamente buenas canciones -esas que a él todavía se le escapan- parecen estarlo. Por mucho menos que esto, por discos infinitamente superiores a “Wonderful Wonderful”, colgábamos del palo más alto a Duran Duran hace ya muchos años y de ahí al ostracismo. The Killers están advertidos; van camino del olvido, incluso en festivales, incluso por aquellos que se dejaban la garganta cantando “Human”, más les vale vestirse de nuevo con plumas y dejar los dramones y las grandes historias para aquellos que sí saben escribirlas…

© 2017 Jim Tonic