Crítica: Immolation "Atonement"

Me cuesta diferenciar si mi percepción de Immolation se debe a que desde “Dawn Of Possession” (1991) han sido incapaces de publicar un sólo álbum mediocre; todo un logro si tenemos en cuenta que son veinticinco años de carerra, algo que ni siquiera los más grandes (por ejemplo la apisonadora de thrash que son Kreator) han sido capaces de igualar o es simplemente que un combo con Ross Dolan, Steve Shalaty, Alex Bouks y Robert Vigna al frente tiene, a mi juicio, la partida ganada desde el principio. “Atonement”, desde sus adelantos, nos mostraba a una banda sólida que parecía intentar la doble pirueta de superar “Majesty And Decay” (2010) y nos dejaba con la miel en los labios deseando escuchar el nuevo álbum. Producido por Paul Orofino y mezclado por Zack Ohren, por desgracia, “Atonement” no es capaz de superar la sombra de aquel del 2010 pero, a su favor, podemos asegurar que sí logra ser un paso más allá del notabilísimo “Kingdom Of Conspiracy” (2010) y es que han grabado un disco repleto de musculosos riffs y acelerados tempos propios del excelente death que practican pero también pesadísimos momentos más groove con unas afiladísimas guitarras que crean ese ambiente opresivo y asfixiante que tan bien saben manejar. Por otro lado, la voz sigue siendo una de las características que le imprimen aún mayor densidad a su propuesta y es que Immolation no harán ningún tipo de concesión a unas melodías quizá más accesibles e indudablemente fáciles como muchos de sus compañeros de filas y, por supuesto, Dolan nos devorará vivos sin darnos la opción siquiera de cantar unas líneas más suaves y menos cavernosas. Esto es death metal y no hay lugar para esas extrañas concesiones al pop que muchos de los más grandes parecen haber querido incluir en sus últimos trabajos. Además de ello, Immolation han sabido madurar y lejos de convertirse en una parodia inmovilista (como la otra mitad de sus compañeros), su marca está envejeciendo como el buen vino, siendo “Atonement” un disco buscado en el que no hay lugar para la fortuna; Immolation sabían lo que estaban grabando y aunque quizá no levante la misma polvareda que otros lanzamientos más populares, sí parece claro que los neoyorquinos están haciendo un trabajo de fondo que un día estallará en la cara de todos aquellos que ahora no les prestan la atención que se merecen.

“The Distorting Light” es un comienzo que transmite justo lo que ellos quiere, esa desolación e intranquilidad sobre la que Shalaty nos golpeará sin piedad pero el nivel de agresión subirá aún más en “When The Jackals Come” y de nuevo Shalaty exhibiendo su poderío al doble bombo sin desmerecer el trabajo de Vigna o Bouks cuyas guitarras son todo lo hirientes que podríamos esperar, pero lo grande del binomio Vigna/Bouks no es únicamente esa amargura que saben transmitir sino también la solidez de la que hacen gala cuando sus riffs se solapan y trabajan las rítmicas de tal manera que tendremos la sensación de escuchar una única y solidísima guitarra por cuatro manos, sencillamente apabullante.

El groove que antes mencionaba tiene su mejor ejemplo en “Fostering The Divide” y, por supuesto, la más representativa de todo el álbum; “Rise The Heretics”, quizá la más pegadiza y directa de “Atonement”. “Thrown To The Fire” vuelve al groove más árido que pronto despegará en un medio tiempo repleto de mala baba; allá donde se hierve a las almas condenadas y es que desde los mejores riffs de Slayer o la visceralidad de Morbid Angel, creo no haber escuchado un ambiente tan insano y con cierto olor a azufre tan bien representado como aquí lo han firmado Immolation, magistral.

“Destructive Currents” es otra de esas canciones que entran de un sólo disparo; constante vaivenes de intensidad en un mar enbravecido de guitarras con Dolan aún más gutural y rasgado y Vigan y Bouks exhibiendo su técnica, pocas quejas de otro de esos temas que como “Rise The Heretics” pueden ser de lo más directo de todo el material que compone el álbum. La engañosa calma de “Lower” les servirá para adentrarnos en ese brutal medio tiempo de solidísimas guitarras, como la propia “Atonement” que construyen un grueso cuerpo central que define perfectamente un álbum sin apenas fisuras.

Muy diferente es “Above All”, otro de los grandes momentos del disco y una brillante forma de mantener la atención del oyente en una segunda cara que, como advertíamos, se mostraba tan densa como homogénea conteniendo más partes de groove que death, algo que mantendrán en “The Power Of Gods” o ese collage de armónicos artificiales (de los que no soy especialmente fan) que crean un espectacular amasijo de las seis cuerdas de Vigna o Bouks y todo el poderío de Shalaty para cerrar “Atonement” por todo lo alto.

No llega a “Majesty And Decay” y queda lejos del que para mí sigue siendo su obra maestra, “Unholy Cult” (2002), pero qué demonios; Immolation han sabido recrear todo el mal y la oscuridad en los once temas que componen “Atonement” y eso está al alcance de muy pocos. Uno de los mejores discos de metal de este año que acaba de empezar, Immolation continúan su camino sin grandes cambios pero de manera efectiva, trabajando cada álbum y directo, creando su propia leyenda mientras el gran público parece más pendiente de otras bandas con más renombre. Lo de Immolation es otra historia…

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