Crítica: Deathspell Omega "The Synarchy of Molten Bones"


A veces creo que Deathspell Omega tienen un interés tan sádico como burlón en su afán por publicar nueva música con el único malsano objetivo de dejar en ridículo al resto de bandas de metal. Y es que lo de los franceses sólo puede tildarse de genialidad cuando echamos la vista atrás y nos encontramos con EPs como “Drought” (2012), “Diabolus Absconditus” (2011), “Veritas Diaboli Manet in Aeternum: Chaining the Katechon” (2008) o “Mass Grave Aesthetics” (2008) y discos como “Paracletus” (2010) o “Fas – Ite, Maledicti, In Ignem Aeternum” (2007), entendiendo a Deathspell Omega como una banda que no sólo ha vuelto a hacer excitante el black metal sino que ha llevado su fusión con otros subgéneros allá donde lo llevaron Gorguts con el death, pariendo una obra sólida pero inclasificable, valiente, extraña e incomparable en la que, para colmo, han sabido recuperar el viejo misterio de la música y es que poco encontrarás allá donde les busques cuando otras bandas y artistas pierden la intimidad en decenas de redes sociales o venden su alma al mejor postor con todo tipo de merchandising, encontrando el placer en el cada vez más raro anonimato de nuestros días…


Los que llevamos años siguiendo la estela de Deathspell Omega nos encontraremos en “The Synarchy of Molten Bones” un álbum de cuatro canciones que, sin embargo y por duración, aunque breve, no es un EP, un cruce entre el glorioso “Paracletus” y una pizca de la experimentación más opaca de “Drought”. Una mezcla bien equilibrada de rabioso y agrio black metal con el gusto en pocas dosis por la innovación y la vanguardia de su último corta duración (quizá la única pega y es que siendo como son, no hayan arriesgado un poco más). Con un comienzo tan cinemático como épico en la homónima “The Synarchy of Molten Bones” en la que sus primeros segundos jugarán con las texturas propias del stoner para irlas ensombreciendo hasta el torbellino ‘blackmetalero’ en el que saben convertirla y esas furiosas arremetidas repletas de una virulencia tan sólo calmada en el último minuto para cederle algo de protagonismo a unos coros y una disonancia auténticamente hiriente. Si no la has escuchado lo mejor es que te hagas a la idea; imagínate el resultado de mezclar a Gorguts, Mastodon, Behemoth y los primeros Darkthrone con Blut Aus Nord; mezclado, no agitado, por favor…

Cuando llega el turno de “Famished for Breath”, hace tiempo que ya te han hecho entrar en calor; las guitarras crujen a tu alrededor y la voz parece vomitar extraños salmos que se mezclarán con el ritmo sincopado de la batería. De nuevo es ese mismo vendaval sólo que ahora esos arpegios que servían para abrir “The Synarchy of Molten Bones” son los que construirán el hilo narrativo de “Famished for Breath” y los constantes ‘breaks’ de la batería romperán el ritmo, claro que sí, pero también te empujarán contra las rocas y te acordarás de “Leviathan” en “Onward where Most With Ravin I May Meet” pero, aunque el tempo sea más calmado y marcado, las guitarras tienen tanto grano y un toque tan pesado que tan sólo sus últimos fraseos atonales aligerarán la carga de “Internecine Iatrogenesis”, una auténtica tormenta de casi seis minutos en la que sabrán reconvertirse en su último minuto en una versión sacra y orquestal de Sunn O))) con un último golpe al ‘crash’ de la batería que te sumirá en el más absoluto de los silencios.

¿Ha sido real? ¿Tan sólo cuatro canciones bastan para desarmarte como oyente? “The Synarchy of Molten Bones” es uno de esos clásicos y agradecidos discos para los que hay que sentarse y escuchar sus canciones una y otra vez para poder discernir si Deathspell Omega lo han vuelto a hacer o se han quedado a medias pero en los que aguardan grandes momentos para esos oyentes más pacientes. Sin temor alguno, los franceses han vuelto a dar un paso al frente y lo único que puedo echar en falta en este tan técnico “The Synarchy of Molten Bones” es que no hayan sido más generosos en su duración y con esa pizca de innovación procedente de “Drought”, por lo demás sigo pensando que Deathspell Omega publican discos para vergüenza de sus coetáneos, demasiada genialidad en únicamente cuatro canciones. Sencillamente brutal, masivo en su asalto al sentido de aquel que lo escuche

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