Crítica: Deftones "Gore"

Me disgusta tanto el uso de tópicos en la crítica musical como al mismísimo Michael Azerrad pero es inevitable caer en su trampa cuando uno escucha tanta música y escribe sobre ella. Pero es que en “Gore” (octavo álbum de Deftones), más que nunca, uno tiene que recurrir al tan manido; “es un álbum que requiere escuchas” sin necesidad de dejarse atrapar por su segunda parte y quizá la que más odio; “las canciones crecen dentro de uno” porque para llegar al nuevo álbum de Deftones hay que darle demasiadas oportunidades pero, sin embargo, dudo mucho que a excepción de dos o tres canciones, haya muchos oyentes pacientes que –lejos del fanatismo- se encuentre volviendo a “Gore” una y otra vez.

Y es que Deftones rizan el rizo y opacan, aún más, su propuesta; habiendo abandonado hace ya muchísimos años, allá por los noventa, aquella etiqueta con la que nunca llegaron a sentirse realmente cómodos y abrazando la del metal más alternativo en el mejor sentido de la palabra, la banda toma ese pequeño influjo ‘shoegaze’ de guitarras levemente saturadas (eso sí con muchos efectos de modulación) con el ya llevan coquetando muchos años y pierden casi cualquier vestigio de metal que corriese por sus venas para desagrado de su propio guitarrista y fundador Stephen Carpenter que hacía muchos tiempo que no leía unas declaraciones tan desalentadoras por parte de un músico refiriéndose a su nuevo álbum.

Carpenter afirmaba desear no haber tocado en “Gore” para, pocos días después, retractarse, rectificar y, como muchos otros artistas, echarle la culpa al periodismo virtual de nuestros días y lo necesario que era leerle dentro del contexto. Según Carpenter, “Gore” es un buen disco pero no le gustaba la dirección que estaba tomando declarándose fan del metal en todas sus formas. Y es que en el nuevo álbum de Deftones tan sólo encontraremos dos canciones en las que suenen de verdad con contundencia, como son “Acid Hologram” y “Doomed User”. ¿Es algo malo? En absoluto, “Gore” posee otros puntos fuertes como son las texturas que logran las guitarras, el bajo de Vega y, lo mejor de todo, la composición en la que Moreno sí parece haber trabajado con esmero pero con desiguales resultados.

Producido por Matt Hyde y grabado en los estudios californianos Megawatt Recording, Deftones compusieron dieciséis canciones de las cuales doce son las que integran el álbum que, según Moreno, abarcan un amplio espectro de diferentes estados de ánimo. Y, mientras el resto de la banda experimentaba (Sergio Vega tocaba un bajo de seis cuerdas para intentar aportar algo diferente que llevase a las canciones a un nuevo terreno para Deftones), Carpenter hacía un verdadero esfuerzo por encajar en las composiciones; para que su guitarra aportase y no restase, por entenderlas sin éxito, llegando a afirmar; “nunca dejaría la banda que yo mismo comencé pero tengo la sensación de que es la banda la que ha comenzado a dejarme y no sé lo que ocurrirá en el futuro”

“Prayers/Triangles” abre de manera muy sólida “Gore” recordándonos por momentos a “Minerva” pero con una actitud quizá diferente en esas estrofas más cercanas al sonido ‘shoegaze’ que antes mencionaba (y siempre usando la referencia al subgénero inglés con cierta precaución en una banda como Deftones) pero ya podemos anotar dos puntos flacos de todo “Gore”; las estrofas, en la mayor parte de las canciones, poseen poca fuerza o nivel de tensión suficiente para irnos preparando al estribillo; trabajados y –en ocasiones- pegadizos. Y segundo; la voz de Chino Moreno…. ¿qué ha pasado? Siempre he creído que tenía una gran voz para la música que Deftones practicaban o, por lo menos, una que transmitía y servía de vehículo para esos ‘estados de ánimo’ que Moreno defiende en éste, su último álbum, pero que aquí suena muy diferente…

“Acid Hologram” posee vida propia con ese ritmo pesado y tan ‘doomy’ y me gusta la sección rítmica de Vega y Cunningham, tan robusta y densa, pero otro punto flaco en la producción de Hyde y que poca gente apreciará; la batería y el bajo suenan con demasiada ‘reverb’, lo que le da mayor profundidad y deja a las guitarras con sus decenas de efectos en primer plano pero hace que, por momentos, el gran trabajo de Cunningham pase desapercibido, quedando emborronado y en un segundo plano. “Doomed User”, una de las más duras del disco con un riff agresivísimo de Carpenter desemboca en un buen estribillo con un buen desenlace emocional por parte de Moreno como “Geometric Headdress”, a pesar de sus sucísimas estrofas, denota de nuevo ese defecto que apuntábamos en muchas de las canciones de “Gore”: hay grandísimos momentos pero otros tan aburridos o anodinos que podrán, sin esfuerzo, con nuestra paciencia ya que instrumentalmente parecen haber sido construídos digitalmente con corta/pega en el estudio gracias a Cubase o Pro-Tools.

Sin embargo, también hay pequeñas joyas como la introducción de “Hearts/Wires” que merece cada segundo en oro aunque pronto termine degenerando en una canción un poco aburrida en la que tardan en llegar al clímax y, cuando lo hacen, sentimos que no es para tanto. O la batería de Cunningham en “Pittura Infamante” que, por primera vez en todo el álbum, respira y se siente orgánica lejos del barullo en el que Hyde ha querido camuflarla pero, por otra parte, capto mi propia desesperación intentando encontrar elementos aislados que sustenten mi interés en “Gore” y ello hace que me pregunte; ¿Aquellos adolescentes que descubrieron a Deftones en los noventa encontrarán su paralelo en esos otros que ahora tendrán que conformarse con la ‘experiencia gourmet’ de tener que buscar y rebuscar en las nuevas canciones del grupo y disfrutar de momentos aislados como partes de bajo y batería, pequeños destellos en fugaces estribillos o, por el contrario, no tendrán la paciencia necesaria y nunca le verán la valía sufciente a los Deftones actuales? La verdad es que “Pittura Infamante”, como la siguiente; “Xenon”, prueban nuestra fe en los de Sacramento.

Mientras que de “(L)Mirl” volvemos a salvar el trabajo de Vega y Cunningham que lograrán recordarnos al de Tool de mediados de los noventa y la homónima “Gore”, al revés que el resto, convence en sus estrofas pero no en su estribillo y, por desgracia, Hyde vuelve a hacer de las suyas y sintetiza tanto el sonido de la batería que parece que lo que estemos escuchando sea una caja de ritmos por lo que la canción, en general, pierde empaque en el sonido pero es mucho peor cuando, a mitad de ella, escuchamos el sonido de la batería con la caja totalmente metalizada y sin ausencia de bombo.

Como anodina es la partcipación del cerebro –que no alma- de Alice In Chains; Jerry Cantrell y nos demuestra que sus solos (esos que tanto aportan en su propia banda, amén de su magnífica voz) en las coordenadas de la música de Moreno y Carpenter no significan absolutamente nada y, para colmo, ubican “Rubicon” en última posición, una de las mejores canciones de todo “Gore” (que no de su carrera) y que, aunque pierda fuera –como casi todas- entre verso y estribillo-, por lo menos sí cierra el álbum dejándonos mejor sabor de boca.

Su trabajo más flojo desde el homónimo “Deftones” (2003) y claramente inferior a “Koi no yokan” (2012) pero del que siempre podemos sacar alguna canción o algún momento notable. Pena que éstos no sean suficientes para evitar no creer que en “Gore” Deftones han perdido algo de rumbo y no han sabido encontrar lo que estaban buscando. No lo digo yo, lo dice el mismísimo Carpenter y las once canciones que dan forma a un álbum desigual aún con algún destello...


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