Crítica: Killswitch Engage "Incarnate"

Si nunca te ha llegado a convencer el metalcore y, a estas alturas, esperas un álbum con el que encontrarle el punto a un subgénero tan denostado quizá sea mejor que te mantengas alejado de “Incarnate”, el último disco de Killswitch Engage porque, sin tener que recurrir al eufemismo de “es más de lo mismo” para justificar la continuidad en su propuesta, éste tan sólo supone el segundo álbum con Jesse Leach desde su regreso a las filas de los de Massachusetts y en él potencian todo aquello que les ha hecho grandes pero sin demasiado alarde de imaginación. Que nadie me malinterprete pero nunca me terminó de convencer la voz de Howard Jones y de los diez años que ha estado con Killswitch Engage tan sólo me quedo con “The End Of Heartache” (2004), por tanto la vuelta de Leach me ilusióno tanto como al que más y “Disarm The Descent” (2013), aunque no superase a “Alive Or Just Breathing” (2002) –al que, por otro lado, tampoco ha desbancado del podio ninguno de los álbumes firmados con Jones- me sigue pareciendo un disco genial y toda una promesa de la mano de Leach. Lo más curioso del metalcore y es algo que no puedo evitar reseñar es que ha sido uno de los movimientos más criticados dentro del metal en los últimos diez años (con perdón del nu-metal a finales de los noventa) generando tal corriente de odio y burla entre los fans más reaccionarios que se ha producido el movimiento inverso, me explico; si el metalcore ha sido tildado de poco menos que un ultraje a los santos postulados del metal auténtico, lo que ha ocurrido durante los últimos años es que –gracias a internet- haya una auténtica migración de chavales que se iniciaron en la vertiente más melódica del metal a otros géneros más extremos y supuestamente respetados, sacando a estos del underground y generando otra polémica aún mayor entre aquellos que estaban antes –sin duda, los más “trve” (como si estar antes o después fuese un aval de algo)- y los recien llegados que son tildados como “posers” (o, lo que es lo mismo, aquellos que absorben la estética del movimiento sin interesarse por el fondo). Y es que la mezcla entre pasión por la música y las redes sociales son el caldo de cultivo perfecto para aquellos seres más desnortados de la sociedad que son incapaces de disfrutar de lo que más les gusta sin tener que atacar echando espumarajos por la boca a otros. ¿Qué es lo correcto para tener buen gusto; amar o no el metalcore? Tan sencillo como disfrutar de la música que te lleves a la oreja sin complejo alguno y olvidarte de lo que le gusta al resto.

Cuando aseguro que, si no te gustaba el metalcore, mejor no escuches lo último de Killswitch Engage es porque en “Incarnate” no sólo no inventan la rueda sino que potencian las voces melódicas y ni siquiera las más guturales o rasgadas suenan tan agresivas como antes, las composiciones, a pesar de la contundencia de la producción y sus guitarras, están a favor de la melodía pura y dura. ¿Es eso malo? Supongo que si lo que te gusta es la potencia del metal, la suciedad del hardcore y la rapidez del punk pero todo lo edulcorado posible para que puedas tararear sus estribillos, no lo es en absoluto y, por otra parte, disfrutarás sin prejuicios de “Incarnate” ya que no te exige atención ni tener un paladar curtido en mil y un discos de metal para lograr llegar al corazón del álbum.

Como no, con Adam Dutkiewicz en la producción y una portada a cargo de Mike D’Antonio (que parece ser que ignoró el concepto que Leach soñó una noche de pesadillas y del que D’Antonio tan sólo ha conservado las serpientes rodeando a la figura central que inicialmente debería ser una calavera), escuchar “Incarnate” es sentirte como en casa porque no hay ninguna sorpresa y todo está donde debe de estar. Personalmente, encuentro las canciones menos inspiradas que en su predecesor, “Disarm The Descent” (2013), pero a cambio “Incarnate” gana en cuanto a solidez, es un álbum más coherente en el que no hay ninguna pieza que falle, los temas suenan rotundos y encuentran su lugar. “Alone I Stand”, por ejemplo, es perfecta para abrir el disco con esa introducción hablada tras la que estalla con un sentimiento muy propio del grupo y que nos recuerda, queramos o no, a “Alive Or Just Breathing”. ¿Es un single? No, desde luego que no pero nos sirve para entrar en calor.

“Hate By Design” es una de mis favoritas y ha servido como adelanto de “Incarnate” junto a "Strength of the Mind" o "Cut Me Loose" con un estribillo accesible y pegadizo tras unas estrofas musculosas y cargadas de fuerza pero, aunque estilísticamente suene más a los Killswitch Engage de Howard Jones, la voz de Jesse Leach es la auténtica protagonista en un tema en el que podemos apreciar cómo ha evolucionado y los cambios de registro le sientan excepcionalmente bien y se sienten naturales. "Cut Me Loose" fue una de las que más me sorprendió porque en las primeras escuchas no estaba demasiado convencido pero es una canción con una temática bastante oscura que entra poco a poco y Leach resuelve de manera magistral. Contaba el vocalista que en este disco se ha mostrado más que nunca, lo que le ha costado que durante meses se obsesionase con las letras y las emociones que quería transmitir a través de ellas para, una vez más, desesperación de su esposa. ¿Quiere decir que Jesse, en sus horas más bajas, contempló el suicidio? Posiblemente, porque “Cut Me Loose” deja ese poso amargo en uno.

“Strength Of The Mind”, el auténtico single del álbum, es especialmente llamativa durante las estrofas y esos puentes, pensados a la perfección para conducirte a los estribillos más dulces mientras que “Just Let Go”, tras su introducción, vuelve por los mismos derroteros que “Alone I Stand” pero con un estribillo aún más brillante. “Embrace The Journey... Upraised” gana en velocidad y en ella podemos apreciar los vertiginosos cambios vocales de Leach que es capaz de cambiar de voz en mitad de una única palabra que sirve como visagra entre estrofa y estribillo, por no hablar de la brutísima base rítmica de D’Antonio y Foley. Las acústicas de “Quiet Distress” nos hacen temernos lo peor pero Adam y Joel pronto desatan un potente riff que nos lleva a una de las canciones más sólidas de “Incarnate”, “Until The Days” es una pieza de apenas tres minutos que, aunque pegadiza, no me termina de llegar e “It Falls On Me”, aunque necesaria como inflexión, rompe la estructura del álbum que nos llevará al medio tiempo que es “Ascension” en la que todo “Incarnate” parece haberse ralentizado, para ganar cierta profundidad, tras “Embrace The Journey... Upraised”.

Y así es, en efecto, porque las canciones extra que contiene su edición especial y encabezadas con “Reignite” no nos acelerarán demasiado y no es hasta “Triumph Through” que cogeremos de nuevo algo de velocidad, tan sólo un espejismo porque incluso “Tragedy” hunde su tempo aún más y “Loyalty” (a pesar del magnífico trabajo de Justin Foley) nos aletarga definitivamente.  Pedirles más, dentro de sus propios parámetros, es imposible porque “Incarnate”, como “Disarm The Descent”, es buena muestra del excelente estado que Leach y la banda atraviesan pero no habría estado de más un poco de esfuerzo en crecer y no continuar la brecha, aunque sus dos últimos discos son lo mejor que han firmado desde “Alive Or Just Breathing”, pueden dar mucho más de sí.

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