Crítica: Krallice "Hyperion"

Mostremos todas nuestras cartas, si teníamos alguna duda sobre la integridad de los neoyorquinos, todas ellas se disiparon cuando publicaron “Dimensional Bleedthrough” (2009) y, sobre todo, con “Diotima” (2012) con el que ya nos daba igual cualquier prejuicio que pudiésemos haber albergado contra ellos en el pasado. E iremos más allá todavía porque incluso “Ygg huur" (2015), nos convencía a pesar del pequeño bajón tras el que es, hasta ahora, su obra maestra. Por lo tanto, una vez nos hemos descubierto, no es de extrañar si afirmamos que cualquier muestra del arte de Krallice será bienvenida y casi juzgada sin objetividad pero “Hyperion” nos ha sorprendido doblemente, ¿por qué?  A estas alturas de su corta pero prolífica carrera (más, si tenemos en cuenta, la cantidad de proyectos paralelos de Colin o Mick) no había necesidad alguna de publicar un EP de tres canciones habiendo visto la luz “Ygg huur” a mediados del año pasado pero lo más llamativo es que “Hyperion” no es un lanzamiento con material nuevo sino que las canciones que lo integran son anteriores a su último álbum, perteneciendo al lapso de tiempo que comprende entre “Years Past Matter” (2012) y éste. Entonces, ¿qué podemos esperar de “Hyperion”?

Lo que está claro es que Colin y Mick llegaron a lo que parecía un callejón sin salida y pretendieron remediarlo con “Ygg huur” en el quisieron darle un nuevo toque a su receta, haciéndola más accesible, acortando la duración de sus composiciones, simplificando su propuesta pero siempre dentro de su inherente habilidad ténica como músicos y lo que nos encontramos en “Hyperion” son tan sólo tres canciones, las cuales que superan la barrera de los seis minutos e incluso una de ellas alcanza los diez pero lo más sorprendente es que ninguna supone la continuación de su carrera prevía a “Ygg huur” porque, a pesar de respirar el aire de aquellas que integraron “Years Past Matter” y, sin perder de vista el sepmiterno influjo del black metal, son más melódicas y todo lo sencillas que uno podría esperar de Krallice sin hacer ninguna concesión como así parecía en “Ygg huir”.

La inicial “Hyperion”, por ejemplo, son siete minutos de bandazos de guitarras repletos de emotividad y ese componente épico tan suyo pero sin abandonar una estructura bien clara; sí, es accesible pero no fácil y, a pesar, de que la batería de Lev Weinstein se encabrone en más de una ocasión, lo que uno encuentra son esas deliciosas texturas creadas por las tormentas de electricidad de Mick y Colin mientras el bajo de Nick las hilvana y atruena grave, además, otro de los puntos a favor en este EP es que las partes de la voz de Mick no parecen tan forzadas como en “Ygg huur” y aquí fluyen de manera natural. “The Guilt of Time” es otro claro ejemplo de que el caos de los neoyorquinos siempre puede ser controlado y la complejidad en la estructura no implica que uno deba escuchar una canción mil veces provisto de un mapa  y una brújula hasta que termine digiriéndola; sobre el aguerrido riff planean varias capas y un arpegio que se extiende en los parches de Lev, justo cuando parecen tomar un respiro y entrar en una parte aún más densa. Krallice pertenecen a esa extraña estirpe de músicos para los que su arte no es tan sólo un vehículo en el que lucir sus habilidades como intérpretes sino que sus manos están al servicio de sus composiciones.

Y “Assuming Memory” cargará aún más las tintas con la gravísima base formada por Lev y Nick en la que parece que van a reventar el cono de sus propias pantallas para terminar convertida en un febril y salvaje latido antes de que todo estalle de nuevo en mil pedazos y la canción alcance tal tensión que parezca que vaya a desquebrajarse con más y más pistas de guitarras y más y más reverberación.

Volviendo a nuestra anterior pregunta, ¿qué es lo que debemos esperar en la carrera de Krallice? ¿La continuación del golpe de timón que supuso “Ygg huur”, el regreso a la senda abandonada en “Years Past Matter” o este acertado punto intermedio, más melódico y sencillo pero sin traicionarse a sí mismos? Quizá lo más nos guste de Krallice no sean sus guitarras o esos vertiginosos y sincopados cambios a los que nos tienen acostumbrados sino que su carrera puede ser todo lo impredecible que ellos quieran en un sub-género como este que tanto suele encorsetar y constreñir a los músicos que lo practican.

© 2016 Jack Ermeister