Crítica: Fleshgod Apocalypse "King"

La verdad es que el nuevo año no está comenzando como debiera y, aparte de los tristes decesos ocurridos en las últimas semanas, muchos de aquellos álbumes que empezaron a grabarse hace meses están viendo ahora la luz echando por tierra todas las ilusiones. Nos ocurrió con Anthrax y su fallido "For All Kings" que, a estas alturas, los propios Ian o Benante pierden más tiempo defendiendo en entrevistas lo que que sus nuevas canciones parecen incapaces de lograr por sí mismas en los oyentes. Y, ahora, es el turno de los italianos Fleshgod Apocalypse, aquellos que nos rompieron el cuello con "Oracles" (2009) y "Agony" (2011), perdieron fuelle con "Labyrinth" (2013) y se encuentran actualmente en caída libre con "King" (2016). Pero es que todo parecía apuntar a que con éste recuperarían algo de fuerza, los adelantos compartidos en plataformas de streaming no auguraban nada bueno con tanto arreglo pero sí las declaraciones de Francesco Paoli ("Hemos tardado más de lo normal porque es un álbum conceptual y nos ha llevado algo más de tiempo pero creo que es un signo de determinación y madurez para la banda. No podemos publicar algo mediocre tan sólo porque es suficiente para seguir adelante. Creo que el mundo de la música necesita gente que trabaje duro") y la unión con un superproductor como Jens Bogren (Amon Amarth o Arch Enemy, entre otros) hacían que tuviésemos aún algo de esperanza pero ha sido pinchar "King" y perder toda ilusión. Parece que Fleshgod Apocalypse, en efecto, han querido grabar su mejor álbum y se nota el esfuerzo, el sonido es contundente y, por momentos, desbordante pero ni con todo ello quiere decir que estemos ante su mejor disco; fallan las canciones, no están a la altura -algo que se repite constantemente estos días- y la maldita orquestación, seguramente ideada para darle un toque aún más épico al álbum, lo único que hacen es emborronar el resultado final, convirtiéndose algunas canciones en un auténtico caos. 

Mentiría si no dijese que no me gustan demasiado las mezclas de orquestas o corales con un género como es el metal y que ello me hace perder al segundo casi  cualquier interés por el álbum pero también debo explicarme y, seguramente, algún lector me entenderá y lo compartirá. El mestizaje siempre es atractivo a todos los niveles -no solamente en el arte- porque nos proporciona siempre algo nuevo e interesante pero, a estas alturas de la historia de la música, la mezcla entre un género tan relativamente joven como es el del rock y uno más clásico ya no es una novedad y aquellos artistas que se acerquen con valentía a probar deberían aprender de los errores de sus predecesores porque, como mezcla, siempre ha producido desiguales resultados, complicados para un público más amplio o aquellos de paladar más sencillo. Y no es porque no funcione sino porque en la mayoría de ocasiones, como es el caso que nos ocupa, se siente forzado en unas canciones que no han nacido para ese envoltorio o no tienen la calidad suficiente, porque un género como el death más técnico es complicado en su estética para una orquesta pero cuando se da en la diana es, como todo, sublime y aquí, por desgracia, eso no ocurre.

Lo primero que hay que hacer para enfrentarse a "King" es olvidarse de  "Oracles" (2009) y "Agony" (2011) porque las comparaciones son odiosas y, aunque en este álbum haya buenos momentos, siempre palidecerá frente a las dos referencias anteriores. Lo segundo es centrarse en la música y olvidarse de esa historia conceptual que Paoli prometía y que, visto lo visto, no tiene mayor trascendencia. Parece que en los tiempos que corren cualquiera es capaz de contar una historia y no sólo eso sino también de "musicarla", dando lugar a discos que supuestamente sustentan una narrativa pobre e infantil, y es que a veces es mejor no complicarse demasiado; menos es más.

"Marche Royale" sirve de introducción, obviamente épica, a "In Aeternum" que nos da buena muestra de lo que encontraremos en "King"; cambios de ritmo, diferentes partes, alternancia de voces guturales y limpias, contundentes riffs de guitarra y esa orquesta que queda reducida a ser puramente relleno y colchón de los momentos más raquíticos del combo. "Healing Through War" es mas directa y cruda, quizá también porque el peso recae en Fleshgod Apocalypse y los arreglos quedan en segundo plano pero es que la canción mantiene cierta tensión que "In Aeternum", a pesar de su estampida, era incapaz.  Con "The Fool" se acercan peligrosamente a la diana y, a pesar de su gusto empachosamente neoclásico, contiene partes que son un verdadero puñetazo y el solo de Trionfera es fantástico. "The Fool", como "Mitra" son canciones que nos hacen recuperar la ilusión; no porque nos recuerden a "Oracles" sino porque mantienen un buen nivel y un mejor equilibrio con los arreglos. En el caso de "Mitra", la parte más agresiva es un auténtico torbellino y las guitarras se comen por completo a la maldita orquesta, además de que los guturales ayudan a convertirla en esa arma de destrucción masiva que muchos esperábamos en "King". Mala suerte que entre ellas haya algo tan blando como "Cold as Perfection" y esa voz femenina que se clava en tu cerebro a pesar de estar en un absurdo segundo plano (si la incluyes, que suene en la mezcla, no medias tintas).

"Paramour (Die Leidenschaft bringt Leiden)" es innecesaria, no es que no la valore, es que no tiene cabida en un álbum de estas características y no, no tiene coherencia en el conjunto, ni aporta a la historia, rompe por completo el álbum por la mitad; es el anti-clímax operístico que no debería haber sido incluído. "And the Vulture Beholds" como "Gravity" (ésta en menor medida, notándose un regusto a Morbid Angel que, dicho sea de paso, se termina convirtiendo en espejismo) son auténticos pastiches de todo lo escuchado anteriormente, una mezcla blanda (sí, blanda, porque no destaca nada y sus elementos no son sinónimo de contundencia), un conjunto sin forma en el cual sólo nos despiertan esos forzadísimos armónicos artificiales en los que parece que Jens Bogren sube el volumen.

La mejor del álbum, junto a "The Fool", podría ser, sin duda, "A Million Deaths" por su inmediatez, contundencia, rapidez y, aquí sí, la brillantez de los arreglos puestos a servicio -como debería haber sido todo el disco- de la canción. Mientras que la larguísima "Syphilis" con sus siete minutos se hace eterna, haciéndonos perder la paciencia y "King" no es más que un "outro" o coda. Como curiosidad, la edición especial nos regala otro disco con las pistas instrumentales, únicamente para coleccionistas y que evidencia el desaguisado de Fleshgod Apocalypse y la excentricidad en la que acaba desembocando "King", lástima que un guitarrista como Trionfera no haya tenido mayor protagonismo.

Toca esperar a ver cómo lo defienden en directo, saber si son capaces de traducirlo sobre las tablas y la respuesta del público es positiva pero, mucho me temo, que al final sonará exactamente igual que "Labyrinth" (2013) con un teclado y pregrabados de fondo y eso, querido Paoli, no es suficiente por mucho que hayáis trabajado en el estudio. Hay un viejo conocimiento popular procedente de la década dorada del pop, los sesenta, que venía a decir "no quieras hacer en el estudio todo lo que no has sido capaz de hacer en el local de ensayo" (en relación a la tarea compositiva y el duro trabajo del día a día) y parece que Fleshgod Apocalypse han dedicado más tiempo a envolver lujosamente un regalo en el que las dosis de pasión y buen gusto han sido inversamente proporcionales; una pena.

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