Crítica: This Gift Is A Curse "All Hail The Swinelord"

Actualmente no es fácil encontrar información sobre This Gift Is A Curse más allá de su facebook o bandcamp pero no cuesta nada imaginar que esto cambie en breve si los suecos continúa por el camino marcado en este "This Gift Is A Curse", su segundo álbum tras "I, Guilt Bearer" (2012), y primero con la potente Season Of Mist. Lo que muchos describen como sludge, post-hardcore con toques de drone o doom, podría resumirse en un black metal con una suerte de todo tipo de elementos de todos los subgéneros que conforman una canciones llenas de agresividad, fuerza y desgarro  y convierten el álbum en uno de los mejores de metal del año si no el mejor. Quizá, saber tan poco de ellos y su música es lo que alimenta el morbo, lo que hace que corra la imaginación y le vengan a uno todo tipo de voces que le susurran de dónde el grupo toma su inspiración, este o aquel sonido. Si no los has escuchado todavía, imagínate un metal técnico pero caótico, repleto de cambios de ritmo y en el cual la melodía de la voz (alternándose guturales y melódicas) no siempre respeta el patrón rítmico y, en muchas ocasiones, parece ir a un tempo diferente. Imagínate las guitarras más puras del black metal pero también alejadas de la ortodoxia de éste y sus afilados y desquiciados riffs pero, al mismo tiempo, las rítmicas propias del sludge y una sección rítmica densa, rápida pero también pesada cuando la ambientación lo requiere. Curioso que hayan firmado con la francesa Season Of Mist porque es el típico sonido propio de las bandas de Relapse sino fuese por esa negación musical del todo que es el black, el maldito y adictivo black que salpica el álbum al completo.

Por otra parte, el cuidadísimo diseño del álbum (como de todos sus lanzamientos y merchandising) es lo suficiente atractivo como para hacernos pensar en el culto a un dios pagano (la fotografía de la portada así lo parece) y el título, "All Hail The Swinelord" ("Alabad todos al dios porcino") es tan extraño y a la vez tan familiar como para hacer que a nuestra cabeza acudan no pocas referencias en el cine o la literatura a este tipo de cultos rituales en mitad del bosque pero sin que lleguemos a encontrar nada parecido y, por ello, haga correr nuestra imaginación. Los miembros de This Gift Is A Curse, como Watain, se hacen llamar por sus iniciales y no es fácil encontrar fotografías de sus directos o ellos mismos sino es a través de su facebook y no, por suerte, no usan corpse paint, otro punto a su favor en su filosofía estética. Si a estas alturas de la crítica todavía no los has escuchado es porque quizá se nos haya olvidado mencionar que contienen ese delicioso toque siniestro propio del doom, con un puntito de groove, la hérida sónica que Amenra son capaces de abrir, la velocidad de los primeros Darkthrone pero con un puntito del hardcore de Converge y la capacidad alienante de los de Erik Danielsson y la poderosa voz pagana de Nergal cuando nos sermonea en sus canciones. Ahora sí, corre y escucha "Swinelord" mientras me lees…

Un jab, un cross, un upper o un crochet, eso es lo que es "Swinelord", tan potente y rápida, tan sucia y, a la vez, tan pura en su ejecución que, dando igual qué tipo de golpe sea, te noquea con fuerza. La atmósfera que se respira es densa y la ejecución nos la hará aún más irrespirable gracias, en parte, a sus arreglos y un musculoso y potente riff final que conducirá, entre acoples, a "New Temples" en la que, tras su agresividad, se disfruta de una bonita melodía pero es en la ilógica "Rites" con sus cambios de ritmo y constantes vaivenes en la que podremos apreciar el trabajo de las guitarras y el cuidado con la que, detrás de esa maraña en forma de muro de sonido, hay un gusto exquisito por la composición, por no hablar de la malsana tranquilidad que se respira en sus últimos dos minutos de outro.

"XI: For I Am the Fire" es la más accesible tras una primera triada auténticamente demencial y, aunque la más melódica, posee ese gusto tan propio del black metal sin que This Gift Is A Curse pierda su esencia. La evolución en su parte central y cómo, poco a poco, va aumentando la intensidad hace que lleguemos sin respiro unos tres últimos minutos verdaderamente épicos. "Hanging Feet" es un buen ejemplo de cómo atraparnos con toda la pesadez del bajo y la batería llenos de toda la influencia posible del doom, el post o incluso el anteriormente mencionado drone hasta que toda la canción parece estallar en mil pedazos y es entonces cuando recordamos ese toque sludge tan propio de los belgas Amenra.

Cualquier álbum de estas características habría flaqueado a estas alturas pero This Gift Is A Curse se sacan de la manga "Old Lies" o la impresionante "We Use Your Dead as Vessels" en la que, por si había alguna duda, terminan por romper y devorarse a ellos mismos, en una de las cotas más altas de todo "All Hail The Swinelord", cuya explosión termina por convertirse en un lamento. Pero hay más, todavía más, mucho más… "Askradare" no es la típica canción de más de diez minutos con la que muchas bandas suelen cerrar sus álbumes, "Askradare" es un auténtico monumento en el que la voz juega entre las guturales y las melódicas, llenando de emoción los últimos ocho minutos de lo que parece una oración o canto, tan hermoso como sobrecogedor.

Lo más bonito de "All Hail The Swinelord" es la cantidad de caminos que es capaz de abrir o sugerir, la esperanza en un género -como es el metal- que parece reinventarse con cada banda, con cada álbum. Escuchar el último álbum de This Gift Is A Curse es inspirador y toda una experiencia que consigue atraparte. ¿Uno de los álbumes de metal del año? Sin duda, estos suecos no están locos, saben muy bien lo que se traen entre manos, que nos inviten a adorar a un dios u otro es lo de menos cuando la única religión en esto de la música es únicamente el metal.

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