Concierto: AC/DC (Madrid) 31.05.2015

SETLIST: Rock or Bust/ Shoot to Thrill/ Hell Ain't a Bad Place to Be/ Back in Black/ Play Ball/ Dirty Deeds Done Dirt Cheap/ Thunderstruck/ High Voltage/ Rock 'n' Roll Train/ Hells Bells/ Baptism by Fire/ You Shook Me All Night Long/ Sin City/ Shot Down in Flames/ Have a Drink on Me/ T.N.T./ Whole Lotta Rosie/ Let There Be Rock/ Highway to Hell/ For Those About to Rock (We Salute You)/ 

Cuando recuerdo esta última visita de los australianos a nuestro país tengo una mezcla extraña de sentimientos y mucho me temo que irá a más según vaya pasando el tiempo; por un lado, la euforia de volver a verles habiendo militado orgullosamente en sus filas durante más de dos décadas, el subidón de adrenalina que supone  escuchar sus clásicos una vez más en directo y, por fin, tener la oportunidad de conocerles personalmente y especialmente poder compartir unos minutos con Angus Young en mitad de una calurosa noche madrileña. Como ocurre con los más grandes, la humildad que demostraron con nosotros es digna de mención, la madrugada del pasado fin de semana la recordaremos mientras vivamos por lo que supuso el encuentro y desde aquí le agradecemos al tour manager del grupo toda su ayuda, paciencia y comprensión con nosotros y nuestro fanatismo porque nos hizo cumplir uno de nuestros sueños. Pero, por otra parte, si soy honrado conmigo mismo y con los que lean esta crítica, he de reconocer que la apresurada publicación de "Rock Or Bust" (2014) y la gira pese a todos los problemas e inconvenientes que han rodeado al grupo (desde la terrible pérdida de Malcolm Young al proceso de Phil Rudd) hacían temerme lo peor; una gira forzada con calzador.


¿Pero cómo le voy a contar todo esto a ese chaval que nunca les ha visto en directo o a ése otro fan que cuenta sus conciertos como muescas en la empuñadura y no sería capaz de admitir que, a veces, nuestros héroes también se cansan que, pese a todo, son tan humanos como los que les seguimos? Si uno compara todas las crónicas de sus conciertos españoles verá que podrá superponerlas, una encima de otra (como transparencias), y leerá la misma sarta de obviedades, imágenes y tópicos; "AC/DC electrocutaron Madrid, son imbatibles, una apisonadora, el mayor espectáculo de rock sobre la tierra" e incluso, para colmo, en Televisión Española anunciaron ese mismo día que Bon Scott y los suyos descargarían su rock en la capital por la noche; increíble pero cierto. A lo que me refiero con todo esto es si de verdad somos capaces de creérnoslo. ¿A nadie le chirría que todas las críticas sean iguales? Muchos pensarán que es porque hay unanimidad, ¿de verdad, de verdad de la buena? Tres conciertos, que a todas luces eran excesivos para la maltratada economía española, con un precio medio de noventa euros por entrada y que se anunciaron como "sold out" desde la primera media hora en que se pusieron a la venta y se confirmó la segunda fecha en Madrid. Este tipo de estratagemas y "quita" de entradas para compromisos, además del penoso debate sobre la distribución virtual con las consiguientes caídas y problemas del sistema, lo único que hacen es fomentar la reventa entre todos aquellos seguidores que creían ver cómo las entradas de su grupo volaban ante sus narices, perdón; ni siquiera llegaron a verlo mientras pulsaban nerviosamente el botón de su ratón. Lamentablemente, para los tres conciertos españoles hubo entradas más que de sobra hasta el día de antes a través de la web de la promotora (Livenation.es) y el mismo día del evento en taquilla por no hablar del espacio que había en pista y la tranquilidad con la que uno podía alcanzar las primeras filas sin necesidad de excentricidades de quinceañera como acampar en la puerta del estadio una semana antes. A pesar de anunciarse como "sold out", nunca fue tan fácil conseguir entradas para ver a AC/DC como esta última vez. Lo que nos recuerda, inevitablemente pero levemente (y para los más jovencitos o desmemoriados), a aquella vez que Mercader (mítico promotor de nuestro país y todo un amante de la música, puro rock 'n' roll) se empeñó en meter a los Stones dos noches seguidas en la capital.

"Rock Or Bust" es un mal disco, no pasa nada, admitámoslo. A estas alturas AC/DC son grandes porque lo son y punto, no tenían necesidad ninguna de publicar más álbumes y, sin embargo, lo hacen como mera excusa para lanzarse a la carretera, no pasa nada; si el precio que tenemos que pagar por verles en directo es que publiquen un mal disco, lo acepto. Buena muestra de ello es la escasa representación de canciones de "Rock Or Bust" en el repertorio siendo su propia gira de presentación, tan sólo "Rock Or Bust", "Play Ball" y la prescindible y sosa "Baptism Of Fire" que arrancó algún que otro bostezo. ¿Pero qué esperábamos si la situaron entre "Back In Black" y "Dirty Deeds Done Dirt Cheap"? Que nadie me malinterprete, tampoco quería escuchar muchas más canciones de "Rock Or Bust", mejor así. Recuerdo que hace algunos meses, cuando publicamos nuestra crítica del disco, algún lector ofendido mostraba toda su dignidad y estupidez cuando decía que era una obra maestra y prefería escuchar "Miss Adventure" o "Sweet Candy" a cualquiera de sus clásicos, algunos críos creían escuchar más y más matices con cada escucha de "Play Ball" y otros, sin duda muy duchos en el tema, lo comparaban con "Ballbreaker" (1995). Todavía se escuchan las risotadas de Malcolm Young desde las antípodas.

Los elegidos para abrir sus conciertos fueron Vintage Trouble, un grupo muy querido por nosotros, que literalmente sudaron sus elegantes camisas y trajes con su mezcla de soul, funk, blues, rock y rythm and blues. Por desgracia, la elección de un grupo de sus características no parece la mejor elección para entretener al público de AC/DC y, sin embargo, calentaron, como pudieron, los ánimos con canciones como "Hard Times", "Blues Hand Me Down", "Jezzebella" o "Nancy Lee" de su "The Bomb Shelter Sessions" (2011) a pesar de la escasa potencia de la que disfrutaron (por cierto, un periodista de un conocido periódico nacional, de esos que se deshace en metáforas y clichés, confunde amplificadores con pantallas pero no pasa nada) consiguieron enganchar a las primeras filas. Ty Taylor se entregó ante un estadio y no paró mientras el imponente guitarrista que es Nalle Colt exprimía su Les Paul o su Gretsch Custom. Me gustó verle tocar y escucharle con el slide en un estadio, me gustó ver su Fender Blues Junior detrás suyo, toda una declaración de intenciones y buen gusto a pesar de tocar en un lugar tan poco apropiado. Rick y Richard estuvieron contundentes pero Ty y Nalle fueron los que tiraron del barco hasta caer exhaustos y, aunque hayan tenido que cancelar algunos de sus conciertos, me alegro por ellos y la gran oportunidad que están teniendo abriendo para AC/DC. Para los más curiosos, la foto de Colt que acompaña a esta crítica pertenece al backstage del Calderón, realizada por Neil Kitson. 


La introducción de esta gira no me gustó demasiado, prefería la calenturienta y demoníaca del "Black Ice Tour", la simpática del "Stiff Upper Lip" o Beavis and Butthead en el "Ballbreaker Tour". Abrieron, como no, con "Rock Or Bust" y el público enloquecido, con Angus aún calentando y Brian Johnson ligeramente afónico tras su paso por Barcelona; ¡pero qué coño, son AC/DC! "Shoot To Thrill" calienta aún más el ambiente. Cliff hace coros y se le ve en buen estado mientras Stevie ocupa el lugar de Malcolm y, francamente, aunque nunca será él no podemos imaginar mejor reemplazo que el simpático y amable Stevie. Me gustó especialmente el pequeño homenaje que supongo que muchos entendieron cuando salió a escena la Gretsch G6131 Jet Firebird de Malcolm, si esa guitarra pudiese hablar… Pertenecía a Harry Vanda quien formó tándem con George Young en los Easybeats y luego, aparte de producir los siete primeros discos de AC/DC, compusieron la empachosa "Love Is In The Air" de Paul Young (como lo lees). El caso es que Vanda le regaló la Gretsch a Malcolm y éste le quitó dos pastillas (la humbucker y la Filtertron) y rellenó la guitarra con sus propios calcetines para evitar problemas de retroalimentación, además de decaparla y dejarla al natural (muy a la moda en los setenta, con el lema de "para que la madera respire mejor") y, nosotros como buenos frikis de AC/DC y las guitarras, no pudimos dejar caer la lagrimilla al ver al bueno de Stevie con la Gretsch de Malcolm.

"Back In Black" y uno de los riffs más famosos de la historia del rock se vino sobre nosotros con Angus ya caliente, sudando y pateando. La siguió "Play Ball" y "Dirty Deeds Done Dirt Cheap" con los cinco cantando el estribillo al unísono pero cuando la gente entró en auténtico éxtasis fue con "Thunderstruck" y la ya clásica introducción de Angus. ¡Qué apropiado escuchar "Thunderstruck" con Chris Slade tras los parches! Phil es entrañable pero todos vimos lógico que tirasen de Chris para la gira, además hay que reconocer que la pegada que tiene Slade no tiene nada que ver con la de Rudd. Es un batería con un gran sentido del ritmo, contundente y con fuerza, me encantó verle tocando "Thunderstruck" con aquellos dos timbales aéreos y me llevó a mi más tierna adolescencia y el "Live At Donington" del 91. "High Voltage" nos mostró al Angus más eléctrico, parecía que le hubiesen conectado a una batería, fue una de las que más me gustó por lo que significa y por cómo sonó. Angus se conserva en buena forma y lo sigue dando todo pero es inevitable no apreciar el bajón físico sufrido en los últimos cinco años, "que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde" que diría Gil de Biedma.

"Rock 'n' Roll Train" ha venido para quedarse y lo demuestra que la sigan manteniendo tras el "Black Ice Tour", la campana desciende y suena la inmortal "Hells Bells" con todo el escenario teñido de luces rojizas y con "You Shook Me All Night Long" se viene abajo todo el estadio, quizá la más coreada, pero antes una última concesión a "Rock Or Bust" con la horrenda "Baptism By Fire" que, por supuesto, sobra en directo como casi cualquiera del disco. Lo que vino después fue, sin lugar a dudas, un ataque a la yugular con la viciosa y maravillosa "Sin City", "Shot Down in Flames" que sonó como si hubiesen metido el turbo y "Have A Drink On Me" que nos llevó a "Back In Black" (1980) pero no terminó de enganchar frente a una descarga como "T.N.T." o el exuberante inflable con "Whole Lotta Rossie" que convirtieron el estadio en un bar y esa mezcla de hard rock y sabor a blues. "Let There Be Rock" con su ya habitual y tan extenuante como predecible solo mientras llovía confeti sobre cincuenta mil personas y la legendaria "Highway To Hell" con Bon Scott en el recuerdo de todos mientras se alzaban miles de minis de cerveza y las gradas resplandecían rojas entre intermitentes cuernos rojos para acabar cerrando, como también es costumbre, con "For Those About to Rock (We Salute You)".

Historia, pura historia del rock frente a nosotros mientras el futuro se muestra yermo ante la falta de grandes nombres, de grandes artistas que sean capaces de congregar y encender a miles de almas con tan sólo una nota o congregar a personas de todo pelaje y lograr la comunión y el colegueo entre ellas durante dos horas. Grandes Brian, Angus, Stevie, Cliff, Chris, Phil, Malcolm y, por supuesto, Bon Scott allá donde esté.

© 2015 Jim Tonic
Fotos de Claudio Álvarez (El País)