Crítica: Muse "Drones"

Y al séptimo disco, las musas descansaron. La verdad es que no deberíamos tomárnoslo a mal; han sido capaces de escribir grandes discos y canciones pero tras "Black Holes And Revelations" (2006) parece que se metieron ellos mismos en un callejón sin salida con "The Resistance" (2009) y "The 2nd Law" (2012) que pese a ello y con todos sus defectos, contienen grandes momentos, auténticamente épicos. "Drones" es el disco en el que Muse intentan sonar como ellos mismos, intentan recuperar esa identidad que se empeñaron en perder durante los últimos dos álbumes con buenos resultados y que en éste produce cierta vergüenza porque en él no hay ni una sola canción que conecte, que nos haga saltar de nuestro asiento y hacer "air guitar" con una imaginaria Mason en nuestras manos. Pese a que el titulo, como siempre, hace referencia al paranoico y conspiranoico mundo en el que a Matthew Bellamy le gusta inspirarse, no deja de ser irónico que en "Drones" Muse hayan puesto la directa y se hayan olvidado de lo que son para convertirse precisamente en meros drones de sí mismos. El disco, pues, no deja de parecer un "grandes éxitos" de lo mejor de su carrera con la salvedad de que todo son canciones nuevas y ninguna llega a la altura de las anteriores, son sólo sucedáneos.

Grabado desde el otoño del año pasado y la primavera del que nos ocupa, en The Warehouse Studio de Vancouver y con, nada más y nada menos, que Robert John "Mutt" Lange y los propios músicos, "Drones" es un álbum breve; doce canciones de las cuales dos son introducciones ("Drill Sergeant" y "[JFK]") y en él según Bellamy, intentaban alejarse de todos aquellos elementos adicionales con los que experimentaron en "The Resistance" (2009) y "The 2nd Law" (2012), como si tuviesen una extraña urgencia por librarse de todo aquello en lo que precisamente habían invertido tiempo para distanciarse del resto de grupos de su generación. Muse coqueteaban con orquestas, corales, música electrónica, rock de estadio y progresivo pero sin perder de vista el pop con pesados guitarrazos y todo ello de manera grandilocuente, aliñándolo con el extraño mundo de Bellamy en el cual se daban la mano las extrañas conspiraciones, la alienación del individuo, la guerra contra la tecnología, las relaciones personales en mundos distópicos, Huxley por Orwell y un poquito de J.G. Ballard o Zamiatin con una estética teórica cercana al steampunk y, al mismo tiempo, queriendo ser los próximos Pink Floyd con el envoltorio de Queen. ¿Por qué querer, entonces, algo tan sobado y trillado a estas alturas como un "back to basics" en un grupo tan joven? ¿Por qué querer deshacer todo el camino andado y sonar como ellos mismos cuando eso es absurdo a estas alturas porque la gracia de ser Muse era precisamente la ausencia de contención? Sus discos venden bien, llenan estadios y son un grupo a la alza, imposible adivinar qué se les ha pasado por la cabeza a Matthew, Christopher y Dominic.

El álbum menos exigente de Muse abre con "Dead Inside", no está mal del todo, suena como una continuación de lo mostrado en "The 2nd Law" (2012), lo cual es de agradecer a tenor del resto de material. Un poquito de dubstep (me habría encantado ver la cara de "Mutt" Lange tras los mandos), arreglos enlatados y algo incomprensible; Bellamy a través del horrendo AutoTune. Hablamos de alguien con una buena voz y un amplio registro, ¿de verdad necesita procesarla? "Dead Inside" se salva ligeramente en la estrofa final que hace las veces de puente; "Feel me now, hold me please, I need you to see who I am, open up to me, stop hiding from me, It's hurting me, only you can stop the pain. Don't leave me out in the cold. Don't leave me out to die" precisamente cuando las guitarras dominan y la voz de Bellamy sube de tono y, claro, crece la intensidad. "Drill Sergeant" tan sólo hace de introducción a "Psycho", no tengo ningún problema en que utilicen un riff propio y utilizado hasta la saciedad en casi todas sus giras para cerrar un tema, como jam o interludio entre una y otra pero sí que me irrita que toda la canción gire en torno a él en diferentes tonos. Es pegadiza, sí, funciona como single pero no es lo que espero de Muse a estas alturas, para nada, es autocomplaciente y fácil, tanto que molesta por su obviedad. Otro apartado en el que pocos parecen reparar es el bajón sufrido en el apartado lírico, Bellamy parece haber invertido tan poco tiempo en escribir como en componer riffs porque escuchar las letras produce cierto sonrojo por lo pueriles que suenan en alguien que en el pasado nos ha acostumbrado a cierto nivel.

Lo bonito de "Mercy" es que no ofrece ningún reto, suena a Muse tocando Muse, una especie de "Starlight" con sus teclados y campanas de producción (de nuevo, ¿dónde coño estaba "Mutt" Lange?) sin gracia y mezclada con "Follow Me". ¿Me gusta? Sí, claro, porque me gusta Muse y mis hemisferios y mi sistema límbico me hacen saber que los ingredientes que escucho son los que me gustan del grupo de Devon y tocan en mí algunas emociones (por favor, a estas alturas de la crítica, nótese mi ironía); el ritmo, sus cambios, la voz, las guitarras e incluso la letra adolescente y ligeramente pusilánime me recuerdan a mi primer contacto con ellos en 1999 (curiosamente, la primera vez que pude verles en directo) pero "Mercy" es facilona, aburrida y predecible; lo peor que podríamos decir de una mujer  o una canción.

Que la mejor del conjunto sea "Reapers" es significativo del engendro que tenemos entre las manos. En ella Muse, ya sin ningún tipo de vergüenza y a plena luz del día, asaltan su propio repertorio y copian/pegan lo mejor de su fondo de armario. Lo único salvable de "Reapers" parece el riff de guitarra hasta que llega el solo y causa verdadera vergüenza ajena que alguien como Bellamy haga algo así, es un jodido horror sin sentido y con una técnica más que cuestionable. "The Handler" podría haber sido grande, suena diferente, es algo más creativa y la batería de Dominic es lo suficientemente poderosa como para llevar la canción, los puentes y el falsete de Bellamy así como la tensión de Christopher y el "in crescendo" barroco son de lo mejor de "Drones" pero es de nuevo algo tan, tan manoseado que termina por aburrir. Tras la introducción que es "[JFK]" llega "Defector" cuya melodía es entretenida y atractiva pero terriblemente tediosa en su conjunto si lo que Muse pretenden es mantener el interés durante más de cuatro minutos. En "Defector" hay buenas ideas y volvemos a los coros propios de Queen pero esta vez no funcionan y tras el primer minuto se vuelve tan repetitiva que asusta a pesar de que hayan metido arabescos arreglos enlatados de cuerdas y las guitarras sean levemente emocionales. Es en este momento en el cual "Drones" ha entrado en caída libre, la segunda mitad del álbum es abominable con una canción como "Revolt" que es, sin lugar a dudas, la peor que el grupo haya escrito en su vida, "Aftermath" no logra emocionar y sí que bostecemos una vez más y dejarnos completamente desarmados para ser incapaces de afrontar un exceso de más de diez minutos como "The Globalist" con absurdos aires de Spaghetti wéstern y en la que todo carece de sentido como pretenciosa es la angelical coral medieval de "Drones" para cerrar un disco mal parido desde el primer segundo.

La alegría de que un productor externo como "Mutt" Lange tomase los mandos y sacase a los músicos de la cabina se torna en tristeza cuando nos encontramos ante el disco menos inspirado del grupo en el que faltan canciones y rumbo que proporcione algo de coherencia cuando ya no es suficiente que un productor entre por la puerta porque las musas han saltado por la ventana. Por primera vez en más de quince años Muse no progresan adecuadamente y saltan las alarmas por saber si es tan sólo un bache creativo y debemos esperar al próximo álbum o es el comienzo del claro declive de un grupo que tenía que seguir creciendo ahora más que nunca. ¿Algo más? Sí, la portada es jodidamente horrenda.

© 2015 Conde Draco