Crítica: Belle And Sebastian "Girls in Peacetime Want to Dance"

Habiendo comprado “If You're Feeling Sinister” (1996) en plena adolescencia y disfrutando, sin saberlo, quizá de los mejores Belle And Sebastian me resultaría muy sencillo enarbolar la estupidísima bandera de la veteranía en sus filas, decir que Stuart Murdoch hace ya mucho tiempo que no es el de antes y la carrera de los escoceses hace años que navega a la deriva pero lo cierto es que no puedo porque “Girls in Peacetime Want to Dance” (2015) es un magnífico regreso tras cinco años desde “Belle And Sebastian Write About Love” (2010) y podría situarse perfectamente entre “The Boy With The Arab Strap” (1998) y “Dear Catastrophe Waitress” (2003). Cambio de productor, ahora es Ben Allen quien les hará entrar en calor como si éste no se respirase ya en el estudio a pesar del título del álbum que no parece nada más que pura ironía pero es que con “Girls in Peacetime Want to Dance” el grupo parece querer romper sus propias ataduras y crecer, abandonar ese pop lánguido treinteañero y pretendidamente indie para embarcarse en el gran viaje hacia la madurez. No es un camino fácil y al circo de este disco ya le han crecido convenientemente los enanos; esos seguidores que siempre querrán a los Belle And Sebastian de siempre, esos más críticos que no ven con buenos ojos los últimos discos de Murdoch y, por último, los plumillas que escriben sobre este disco con desesperanza, sin pasión y tan sólo porque es lo que toca, transmitiendo toda su tibieza, desentendimiento y poco conocimiento en la carrera de los de Glasglow sin saber, sin entender, que éstos encaran con ilusión una gira en la que presentar “Girls in Peacetime Want to Dance” y con la que esperan, si cabe, afrontar lo que queda por llegar. Tampoco vamos a ser hipócritas, el álbum no es una obra maestra y conviene pisar el freno de la ilusión por tenerles de vuelta. Aburrirá a los mismos de siempre y encantará a todos aquellos que siguen al grupo, pocos nuevos seguidores captará y tampoco recuperará a los más incrédulos, hay que tomarlo como lo que es; un disco de transición. Esperar un giro de ciento ochenta grados en la carrera de Murdoch -a pesar del fichaje de Allen para maquillar lo inmaquillable, todo hay que decirlo- o que repita jugada es absurdo. Por lo tanto, “Girls in Peacetime Want to Dance” hay que disfrutarlo en su justa medida, tomar de él lo que merece la pena y no querer encontrar lo que no se nos ofrece, para ello hay otros ocho discos anteriores en los que bucear y acomodarse.

“Nobody's Empire” abre de manera gloriosa, no vamos a decir que sea lo mejor de Belle And Sebastian ni que recuerde vagamente a ello pero es una entrada triunfal, el videoclip con la ayuda de los fans del grupo es ligeramente conmovedor y dudo que mucha gente se pueda sentir engañada con semejante carta de presentación pero quizá sea en “Allie”, su aire sixties y su pegada -clásicamente inglesa- lo que haga que se pegue como un chicle. No digo que sea un single como “Nobody's Empire” ni que vaya a reventar las listas pero me gusta y transmite ese humor melancólico, mustio, nublado, grisáceo y "clásicamente anglo" con esas guitarras melancólicas ligeramente coloreadas con un poquito de fuzz. La mano de Allen es más que evidente en “The Party Line” en donde consiguen ponerse pedorros y resultar hasta plenamente kitsch, es lo que pasa cuando intentas mezclar a Animal Collective, sin éxito, con Belle And Sebastian o el envoltorio estético y sintético de Bombay Bicycle Club. Pero la mano de Allen se siente quizá más aún, lejos de sonoros experimentos, cuando intenta la cuadratura del círculo y mezcla lo analógico y lo digital o intenta hacerles sonar más actuales con las herramientas de siempre, como ocurre en “The Power of Three” con Sarah Martin como protagonista.

Me gusta lo emocional de “The Cat with the Cream” a pesar de que nunca termine de despegar; es lo más parecido a esperar el subidón de una bebida enérgetica tomando una infusión pero los arreglos de cuerda son deliciosos y aprueba la reválida. Pero si con “The Party Line” asistíamos a todo un experimento, con “Enter Sylvia Plath” entramos en pleno éxtasis electrónico, casi siete minutos de cabalgada pseudo-techno en el que, sin embargo, hay que aplaudir el valor porque Belle And Sebastian dejan de sonar a ellos mismos y nos encontramos a unos New Found Glory remozados. Y es verdad que el esfuerzo es loable porque en éste “Girls in Peacetime Want to Dance” los supuestos experimentos ocurren en las canciones con más duración, parecen estar jugándose todo a la carta más alta porque probar en tres minutos no tiene emoción, debe producirle el mismo vértigo a Murdoch ni el mismo tedio a sus fans.

La mejor del conjunto resulta “The Everlasting Muse” con su comienzo jazzy y sus constantes cambios de ritmo folkies. Pero Murdoch y Allen no quieren dejar de sorprendernos y no contentos con “The Party Line” o “Enter Sylvia Plath”, se sacan un as de la manga en el que nadie parece haber caído, pero el comienzo de “Perfect Couples” es un auténtico robo a mano armada, con premeditación y alevosía, a Geinō Yamashirogumi. Nada que objetar porque pronto utilizan el “fade” y aparecen las guitarras y las voces dobladas para caminar sobre la base de Yamashirogumi y añadir efectos especiales más propios de serie B que otra cosa. Las aguas vuelven a su cauce con el estilo clásico de Belle And Sebastian y esos juegos desacompasados entre guitarra y voz que tanto nos gustan en “Ever Had a Little Faith?”

Pero, ¿qué sería de la vida sin un poquito de riesgo? Eso debieron pensar Murdoch y Allen para volver a los experimentos en la más larga de todo “Girls in Peacetime Want to Dance”, más de siete minutos en “Play for Today” con Murdoch a dúo con Dee Dee Penny de Dum Dum Girls que, a veces engancha y a veces sonroja. De nuevo Sarah Martin en la colorida “The Book of You” y un final tristón y descorazonador con “Today (This Army's for Peace)” para un disco que produce sentimientos encontrados y en el que Belle And Sebastian son capaces de lo mejor y de lo peor (aunque sea sublimemente adornado) y en el que sus fans más clasicorros, esos con las mangas de los jersey absurdamente largas y tabaco de liar, sentirán hasta cierto rubor escuchando algunas de las nuevas canciones pero, por otro lado, hay que saludar este nuevo álbum con buen humor porque Murdoch y los suyos están creciendo, están madurando poco a poco con todo el equipaje de sus anteriores canciones sobre sus espaldas y les costará encontrar el camino. El problema de Belle And Sebastian con este disco y la senda que abre no es que no sean capaces de crecer como artistas sino que pueden perder a todos aquellos seguidores que ya han crecido. Irregular pero con buenas ideas, el clásico disco que puede servir de puente para construir o convertirse en el punto de inflexión hacia el hundimiento. Tan valiente como aburrido.

© 2014 Jim Tonic