Crítica: The Afghan Whigs "Do To The Beast"

Escuchar el nuevo disco de The Afghan Whigs me resulta embriagador por la cantidad de recuerdos que se me agolpan en la cabeza, por la cantidad de puntos de mi vida que soy capaz de conectar con la voz de Dulli y los sentimientos que despierta su música en mí. He podido hablar con él en varias ocasiones y siempre me ha parecido que tenía un aura especial; es de esos tipos que entran en un bar y todo el mundo le mira, uno de esos artistas con personalidad propia, que basta tan sólo una nota para saber que es él. Por eso, la mayoría de opiniones que he leído sobre el retorno de The Afghan Whigs me parecen vertidas por gente que no siente demasiado por la música de Dulli, por críticos aficionados que hoy escriben sobre The Afghan Whigs y mañana sobre Arcade Fire. Yo he estado allí, llevo en su universo desde el año 93 con "Gentlemen", he crecido con la guitarra de McCollum, The Twilight Singers y he saludado a Lanegan, le he pedido más canciones con Dulli y le he llevado el mensaje de vuelta al propio Greg, ante su sorpresa, en una calurosa tarde de verano. He sufrido con su música pero también he festejado, he respirado y dedicado muchas madrugadas a escribir con su voz de fondo y me creo en el derecho de escribir sobre "Do To The Beast" con el mismo cariño con el que está hecho. Pero, a pesar de mi pasión por su música, tampoco carezco de criterio, si Dulli y sus Afghan Whigs no hubiesen vuelto con un grandísimo disco bajo el brazo tras década y media, también lo diría y me refugiaría en las canciones pasadas, tampoco pasaría nada pero no es el caso.

Llevamos desde 1998 sin canciones de los Whigs, ¿no es mucho tiempo? Demasiado. Durante el camino, varios y magníficos álbumes de The Twilight Singers, uno en solitario, otro con Mark Lanegan y un aperitivo con "Unbreakable (A Retrospective)" del 2007, que supo a poco. Recuerdo un concierto en el que Dulli, después de deleitarnos con un poco de Soul, preguntó qué canción quería su público, le pidieron de los Afghan Whigs y, con mucha sorna, espetó: "Son canciones muy antiguas, no recuerdo ninguna" ante la risa del respetable que acaba de presenciar como cantaba un "Time Of The Season" de The Zombies, del año 68. ¿Qué ha ocurrido para que vuelva? Barajar la opción del dinero es algo bastante ridículo, los Afghan Whigs nunca fueron superventas y, aunque la gente que los amábamos éramos obsesivos con su música, nunca fueron capaces de compararse con Nirvana, Pearl Jam o Soundgarden. Pero es que en aquella época de Martens, Converse, camisas de franela, pelos largos y pantalones raídos, si la música de Nirvana procedía del Punk y el Pop, la de Pearl Jam del Rock más clásico y la de Soundgarden del Metal y el Underground, la de Dulli y McCollum bebía del Soul, bebía vino y fumaban cigarrillos vestidos de negro, con botines y grandes gafas de sol. Los Afghan Whigs pensaban que el negro era el color y su música era novela negra, bares llenos de humo, madrugadas infinitas, sexo y sudor, obsesión y tabaco, ninguna angustia adolescente que hiciese al gran público empatizar con su música. Era más fácil cantar "Alive" que "Somethin' Hot", desde luego que sí. 

¿Qué es lo que ha hecho que Dulli haya vuelto a componer con los Afghan Whigs y volver en pleno 2014? Quizá tenga que cerrar algún círculo, quizá no tengamos que plantearnos mucho más para volver a ponernos esa vieja chaqueta que, aunque desgastada, tan bien nos hace sentir, no siempre hay que preguntarse los porqués sino entender que es así, sin más, y los Afghan Whigs han vuelto con uno de los mejores discos de este año.

"Parked Outside" abre el disco de manera contundente, entre el Blues y el Rock, puro Afghan Whigs, suenan atemporales mientras Dulli pasa de la chulería al lamento, al suspiro, al quejido, al murmullo y las guitarras comienzan a subir el tono y el volumen, comiéndose su voz y la canción entera adquiere tensión, el solo es doliente y Dulli te lleva de la mano mientras la batería sigue castigando el tempo y todo se vuelve más y más violento entre falsetes. No es que hayan querido demostrar que el tiempo no ha pasado por ellos (que no lo ha hecho) sino que los Afghan Whigs suenan como cuando descorchamos la botella tras una década y media agitándola. La urgencia de "Matamoros" se reviste de influencia oriental mientras el estribillo se llena de violencia y tensión sin tener que acudir a recursos tan manidos como la distorsión o elevar la voz, sino que Dulli y los suyos llenan de densidad la canción muy parecido a como lo hacían antes los Bad Seeds. 

Pero, sin lugar a dudas, lo que hace subir la nota de "Do To The Beast" es "It Kills" que es enlazada de manera brillante con "Matamoros". Apabullante, intensa y sensible. El piano es una maravilla y la voz de Dulli nos va introduciendo mientras las guitarras se desperezan y el grupo se une, Greg se desgañita hasta el puente en el que los coros toman el papel principal, la canción despega, llega el Soul, llega el coro femenino, Greg hace el amor con la corista, la anima a llegar al clímax; "Come on, baby!" hasta que acaba en un orgasmo que es cortado en seco por la voz y el piano. Deja sin aliento, es una canción intensa y desbordante. "Algiers" fue lo primero que pudimos escuchar de "Do To the Beast" junto con "The Lottery", de sabor fronterizo, con la voz de Dulli exudando actitud y las guitarras a medio camino entre la distorsión más ruidista y el lejano oeste pero vuelve a ser el puente lo que la convierte en un auténtico lujo, el video tiene encanto y sólo por ver a Dulli vengándose de todos los forajidos merece ya la pena. Gran sentido del humor y una estética cuidadísima. 

La primera cara de "Do To The Beast" acaba con "Lost In The Woods" en la que el piano es el protagonista creando una tensión digna de los mejores Afghan Whigs pero pronto todos se unen y la canción despega para sumergirse en unos arreglos de cuerda de infarto, Dulli y los suyos han puesto toda la carne en el asador para este disco. "The Lottery" es una de las mejores canciones del álbum pero también de la carrera de los Afghan Whigs; un inicio rápido y un arranque lleno de violencia contenida hasta que en el estribillo las guitarras edulcoran la mezcla y se convierte en un gran single con un solo verdaderamente jugoso y lleno de Wah. "Can Rova" es un interludio que levanta el vuelo al final, justo para llegar a "Royal Cream" y encontrarnos esa batería cruda y descarnada, ese bajo palpitante y esas guitarras cortantes tan propias de los Whigs, enlaza con "I Am Fire" que, entre palmas, arreglos, percusiones y Dulli cantando "I'm burning", nos lleva a la última gran joya del álbum; "These Sticks", una canción que entra poco a poco con unas guitarras fantásticas y un "in crescendo" que, gracias a la batería y las cuerdas y metales, se vuelve asfixiante y llegan hasta el paroxismo de manera violenta, en sacudidas, como si estuvieran exorcizando la noche y el deseo del cuerpo del oyente, Dulli grita y parece suplicar, canta como un mantra y la canción se endurece aún más hasta que, súbitamente, se calma.

Greg Dulli me lleva acompañando desde hace muchísimos años pero es curioso que en primavera siempre acuda a sus canciones y él siempre esté ahí para refugiarme. Pensaba que el negro era mi color pero no, es el nuevo disco de The Afghan Whigs y me enciendo un purito mientras lo pincho otra vez. Gracias, Greg.

© 2014 Jon Nieve