Crítica: Black Sabbath "Paranoid"

Tras una de las portadas más horrorosas de la historia (impuesta por la discográfica cuando el disco todavía iba a llamarse "War Pigs") se esconde uno de los mejores álbumes de la historia. Era Junio de 1970 y Black Sabbath, animados por la gran acogida de su primer disco, vuelven a meterse al estudio de nuevo a las órdenes de Rodger Bain y acabar de una vez por toda con el ensimismamiento hippy cantando contra la guerra de Vietnam de manera aguerrida y llena de contundencia, lanzando dardos envenenados (no sin cierta inocencia pero con osadía) contra políticos, banqueros y todos esos señores oscuros y encorbatados que, como cantaba Bob Dylan en 1963 (siete años antes), eran los auténticos "Señores de la Guerra" ("Masters Of War", magnífica canción del álbum "The Freewheelin 'Bob Dylan"), causantes de cualquier conflicto. Ahora parece fácil pero debemos hacer el ejercicio y situar este disco en su contexto porque, hace cuarenta años, cuatro chicos de Birmingham con sólo un disco ("Black Sabbath",1969) en su currículo no tenían por qué tener tanto valor y  atreverse a la crítica social en un género recién nacido como el suyo.

Olvidándose de las raíces mostradas en su primer álbum, la cortina metálica cae con la pesada "War Pigs" (que originalmente se llamaba "Walpurgis") con una de las estrofas más legendarias del rock pertrechada por Geezer Butler y sus compañeros; "Los generales se reunieron con la masa, al igual que las brujas en las misas negras, mentes malvadas que traman la destrucción, hechiceros de la construcción de la muerte, en los campos de los órganos de la quema, la máquina de guerra sigue girando, la muerte y el odio a la humanidad, envenenamiento y lavado de cerebro de sus mentes. ¡Oh, sí, Señor!" y pese al claro éxito en su escapada de las raíces bluesy de su anterior disco, Ozzy transforma estos esquizoides versos en toda una plegaría o letanía en la cual la afirmación rootsy negroide "Oh, Lord, Yeah!" da paso a uno de los riffs más encabronados de Iommi y carga de razón divina su potente ataque. El auténtico diablo estaba en los despachos y en las noticias que escupían los periódicos no en su música y contra él había que luchar.

Una guitarra, un bajo, una batería y la voz de Ozzy bastaron para construir una canción inmortal sobre un riff tan famoso como el de "Paranoid". Cuenta la leyenda que en un descanso, Geezer, Bill y Ozzy fueron sólo a por unas cervezas e Iommi se quedó en el estudio, tocó el riff de "Paranoid" y, para no olvidarlo, estuvo tocándolo hasta que llegaron sus compañeros. El último tema en llegar acabó siendo el más popular y el que bautizó al disco, nunca unos pocos minutos libres dieron tanto juego; "Acabé con mi mujer porque no podía ayudarme con mis problemas mentales, las personas piensan que soy un demente porque frunzo el ceño todo el tiempo. Todo el día pienso en cosas pero nada parece satisfacerme, pienso que perderé la cabeza si no hallo algo para alcanzar la paz. ¿Puedes ayudarme? ¡Pensé que eras mi amigo! Necesito a alguien que me muestre las cosas que no puedo hallar en la vida, no puedo ver aquello que me hace feliz, debo estar ciego"

"Planet Caravan" es un remanso de paz, psicodélica y calmada, hipnótica como las ondas del agua cuando se altera su paz, es como contemplar la volutas de humo que uno expulsa cuando se fuma, tan narcótica como especial. El protagonismo de Ozzy es evidente al cambiar el tono y mostrar toda la dulzura de su garganta mientras Iommi despide la pieza con una coda más cercana al jazz que al Metal. 

El mensaje apocalíptico de "Iron Man" cala hondo en el oyente cuando la metalizada voz de Ozzy anuncia la canción, parece que él sea el verdadero "Hombre de hierro", ése que ha visto el dramático futuro de la humanidad, corre a salvarla y durante el viaje se convierte en acero para ser ignorado por la multitud; "Él se convirtió en acero en el gran campo magnético donde viajó por el tiempo, por el futuro de la humanidad" , tal es su rencor ante el desprecio humano que terminará vengándose y siendo él mismo quien desate el fin del mundo. Iommi vuelve a hacer de las suyas con otro riff para la historia mientras Ward le imita con su batería. Monolítica, gigante, sólida y densa.

El pesimismo continúa con "Electric Funeral" y una base instrumental auténticamente demencial y oscura, capturando lo siniestro del futuro distópico en el cual nuestro mundo ha sido pasto de la guerra nuclear y Ward y Gezzer se empeñan en demostrarlo mientras un más que hipnótico Tony Iommi dibuja cadenciosas y alargadas notas hasta que la canción se enloquece por completo. Maravillosa.

En "Hand Of Doom", Black Sabbath inaugura la temática de las drogas en sus canciones pero desde una perspectiva aún más polémica si cabe ya que narra el consumo de heroína entre las tropas destinadas al Vietnam, un tema tabú que, seguramente, no sentó nada bien en su tiempo. Tan explícita como; "Ahora esperas tu turno, saben que no hay retorno. Tome sus normas escritas, únete a los otros tontos, busca algo nuevo, ahora mátate. Primero fue la bomba, Napalm de Vietnam. Decepcionante, insertas la aguja. Huyes de la vida, la realidad es así. Colores en la mente que satisfacen satisfacer tu tiempo"

El jazz y los ritmos latinos apropian del grupo en una pieza instrumental con aires a jam session, "Rat Salad" continúa la tendencia iniciada por muchos grupos de los setenta, los cuales (para lucimiento de su virtuosismo) creaban largos pasajes instrumentales en los que demostrar su pericia pero Black Sabbath vienen de otro lugar, saben del placer de la inmediatez y despachan su talento (sobre todo Ward) en poco más de dos minutos en los cuales dejan claro quiénes son y de lo que son capaces.

¿Es "Fairies Wear Boots" el relato de Geezer de una agresión sufrida o es simplemente una ensoñación jalonada por el consumo de ácido lisérgico? Poco importa porque en seis minutos, los de Birmingham, son capaces de resumir todas sus influencias, alternar un riff tras otro, solos, arpegios y escalas, cambiar de ritmo una y otra vez y, para colmo, conformar una de sus letras más simpáticas. 

Ocho canciones grabadas en cinco días y cuarenta años después siguen sonando igual de bien. Poco importaba lo que viniese después, habían hecho historia, lo sabían e iban a por todas, por increíble que parezca, su carrera no había hecho más que comenzar. Tenían poco más de veinte años.

© 2012 Fukk Fairlane