Crítica: Mastodon "Leviathan"

Siempre recordaré el verano del 2004 cuando descubrí al grupo de metal del que todas las publicaciones hablaban y elogiaban. Aquí, en España, no eran muy conocidos por aquel entonces pero la invasión de Mastodon ya empezaba a gestarse, hace ahora ocho años, en Estados Unidos, donde eran reverenciados con tan sólo dos discos en su haber "Remission" (2002) y este "Leviathan" (2004). El tiempo le ha dado la razón a todos aquellos críticos, al grupo y a los que les escuchamos desde hace tantos años ya que es una de las pocas bandas (como aquellas clásicas e inmortales de los setenta y primeros ochenta) que, hasta la fecha, poseen una discografía inmaculada, digna heredera de los verdaderamente grandes del rock. Cinco discos de estudio en los que se puede apreciar una evolución lógica y genuina, natural y auténtica, sin un traspiés.  El disco cuyo elemento es el agua (según Kelliher) surgió inspirado por la gran obra de 1851, "Moby Dick" de Herman Melville, en la cual, el capitán Ahab busca a la gran ballena blanca para vengarse, un libro magnífico, lleno de aventuras, mares embravecidos, arponazos, ira, dolor, orgullo y la necedad de un hombre que no dudará en sacrificar su vida y la de toda su tripulación con tal de saciar su sed y calmar su orgullo. Bran Dailor (batería del grupo) se sumergió en la novela y encontró todo un universo en el que basar el próximo disco de su grupo y con él, se podría decir sin ningún tipo de sonrojo, resumir las últimas cuatro décadas de rock y metal en poco más de cuarenta y cinco minutos.

El verano del 2004 fue abrasador, hacía tanto calor que las aceras se derretían y las noches se hacían asfixiantes, mientras intentaba dormir, en mis cascos sonaba el riff entrecortado de "Blood And Thunder" y una acelerada batería que traía una guitarra cargada con una distorsión gorda y llena de grano, tan épica que cortaba el aliento, como si el Pequod se adentrase en un mar inestable, lleno de corrientes y la sangre tiñese el agua contra el casco de madera de la nave. "White whale, holy grail!" y un solo de guitarra lleno énfasis, metálico y clásico pero tan moderno que se pegaba a tus oídos junto con el alterado ritmo de Dailor a la batería. ¿Qué es lo que hace grande a un grupo como Mastodon? No es death, no es stoner ni groove, tampoco progresivo, es una música tan grande que fusiona todos los estilos en uno.

"There's magic in the water that attracts all men, all men, all men" y uno casi se cae por la borda mientras las guturales voces te sacuden en un tema como "I Am Ahab" que acaba al revés de como ha empezado, una vez más Dailor nos demuestra que es uno de los grandes baterías del momento. "Seabest" y sus guitarras envolventes son perfectas para imaginarse a la gran ballena blanca nadando, eterna, suavemente por las negras profundidades del oceano, acechando a Ahab. Las guitarras comienza a hacerse más y más agresivas conforme pasan los segundos hasta la intro de "Island" y de ahí al torbellino en el que Dailor te empuja y Hinds y Sanders comparten labores vocales, compenetrando sus voces hasta casi hacer imposible la labor de saber quién es quién. Una de las grandes virtudes del grupo; los coros, la alternancia de voces, capaces de hacer sonar sus gargantas como una sola o mantener diálogos entre la nasalidad de Hinds y la guturalidad de Sanders.

"Iron Tusk", una de las grandes en directo, uno de los mejores riffs de la década. El trabajo de las guitarras es tan brillante que uno casi descuida el doble bombo de Dailor y los cambios de ritmo de éste. Capaces de cantar una letra tan marciana como "Shatter life, Physeter catodon, Culture vulture, Elephant graveyard, Culture vulture, Engage monster, Wreaking vengeance, Assault with all martial rage, Sail on" mientras la batería se enreda en mil y un redobles. Simplemente genial.

Las guitarras limpias de "Megalodon" dan un pequeño respiro hasta que vuelven a tensar la canción con un ritmo entrecortado y cambian de tercio con un punteo de otro mundo (y otro estilo) para adentrarse en una frenética persecución a doble bombo y dejarte a merced de los dientes de los tiburones y las sirenas de Fiji. "Naked Burn" te da la bienvenida, su guitarra promete emociones fuertes con Hinds aullando en una canción de estructura extraña que requiere tiempo para ser asimilada y descubrir la perfección en ella. "Acqua Dementia", ¡bienvenido al metal del siglo veintiuno! Las crujientes y afiladas guitarras sobre los alocados redobles de Dailor vuelven a hacer de las suyas hasta que todo el tema coge velocidad y devora millas y millas a su paso. Acaba tan saturada que uno siente la necesidad de repetir y volver a escucharla para intentar entender lo que acaba de pasar; han sacudido tu cabeza.

La tormenta llega mientras navegamos en el Pequod y el embrujo de Kelliher y Hinds llena nuestras velas, el olor a salitre se cuela por los poros del álbum en una  composición de casi catorce minutos, con tantos cambios y momentos inolvidables que parece aunar lo mejor de este "Leviathan", guitarras acústicas, llenas de distorsión, arpegios, punteos y solos a los que da cuerpo, una vez más, el gran Dailor. Que una canción de esta duración no llegue a aburrir en ningún momento y haga crecer la expectación conforme pasan los minutos es un logro sólo al alcance de los más grandes, conforme nos acercamos al final llega lo mejor, no podría ser de otra forma en Mastodon.

La instrumental "Joseph Merrick" da el cierre al disco. Acústica, mágica, irreal, de otro momento y lugar, inmortal e inquietante, inspirada en Merrick, "el hombre elefante". Dramática y llena de sentimientos, con un sólo evocador y repleto de efectos a cargo de Kelliher.


La banda parecía haber parido su gran obra maestra con su segundo disco cuando en realidad había llegado a la primera cima de su creatividad y talento. Todavía faltarían por llegar "Blood Mountain" (2006), el enorme "Crack The Skye" (2009) y "The Hunter" (2011). Tanta grandeza parece imposible en un grupo tan joven.

© 2012 Jim Tonic